La trasnacional British Petroleum (BP) asegura ya no usar químicos tóxicos para dispersar el petróleo que derramó en el Golfo de México. Pero residentes en la zona afirman lo contrario, y dicen padecer las enfermedades que lo demuestran.
El 5 de este mes, el pescador comercial Donny Mastler se encontraba en el puerto deportivo de Dauphin Island. «Estaba con mi amigo Albert, y ambos fuimos expuestos de golpe», contó Mastler a IPS, refiriéndose a los químicos que inhaló y cree están relacionados con los dispersantes de BP. «Ambos vimos cúmulos de burbujas blancas en la superficie, y sabíamos que venían del petróleo derramado».
Sus ojos se humedecieron y sus gargantas comenzaron a arder, por lo cual Albert decidió sentarse en su camión con aire acondicionado, mientras que Mastler se fue a su casa.
«Empecé a vomitar algo marrón, y mi orina también era marrón», contó Mastler. «Estuve así todo el día. Sudé toda la noche y tuve diarrea sin cesar, como nunca antes había sufrido».
BP ha utilizado en el Golfo dos dispersantes de petróleo, el Corexit 9500 y el Corexit 9527, ambos prohibidlos en Gran Bretaña. Más de 1,9 millones de galones fueron vertidos hasta la fecha para disolver el crudo que comenzó a propagarse el 20 de abril, en lo que es considerado el peor derrame de la historia.
Formas de exposición a los químicos son la inhalación, la ingestión y el contacto visual o de piel.
Los impactos en la salud pueden ser dolores de cabeza, náuseas, vómitos, diarrea, dolencias abdominales o de pecho, mareos, irritación en los ojos, nariz, garganta y pulmones, dificultad para respirar, hipertensión, problemas de piel, depresión del sistema nervioso central, efectos neurotóxicos, daños genéticos, mutaciones, arritmias cardiacas, daños cardiovasculares y otros. No hace mucho, en el mismo puerto, la estación de radio WKRG News 5 tomó una muestra de agua para analizarla. Ésta literalmente explotó cuando se le añadió un solvente orgánico para separar el petróleo.
«Creemos que probablemente sucedió esto por la presencia de metanol, gas metano o el dispersante Corexit», dijo a la radio Bob Naman, químico encargado del estudio.
Hugh Kaufman, analista de la Agencia de Protección Ambiental, también reconoció los efectos nocivos de los dispersantes. «Tenemos delfines con hemorragias. Personas que trabajan cerca (de los lugares de exposición) sufren hemorragias internas. Y eso es lo que se supone hacen los dispersantes», señaló.
«Por ejemplo, en el caso de Exxon Valdez (buque petrolero que causó un gigantesco derrame en el noroccidental estado de Alaska en 1989), la mayoría de las personas que trabajaron con los dispersantes ahora están muertas. El promedio de edad en la que murieron es de 50 años», añadió
Utilizar ese tipo de dispersantes es algo «muy peligroso, y no protege ni a la economía de BP ni al ambiente ni al público», alertó.
A comienzos de julio, el Departamento de Salud Pública del sudoriental estado de Alabama informó que 56 personas de los condados de Mobile y Baldwin habían solicitado tratamiento por lo que creían eran enfermedades causadas por el desastre petrolero.
Mastler había sufrido una exposición anterior cuando trabajaba en un barco para una compañía contratista de BP y extrajo del agua una toalla sanitaria cubierta de petróleo.
Esa exposición le provocó sarpullidos en los brazos, irritación de garganta y náuseas. El pescador le dijo a IPS que sabía de muchos residentes de Dauphin Island que no salían de sus casas para evitar tener contacto con los gases tóxicos emitidos desde el Golfo.
BP asegura haber realizado controles en el aire de las áreas afectadas. Una declaración de la compañía señala: «La información de monitorización indica que pocas personas, si hay algunas, están expuestas a los niveles de petróleo o de dispersantes con potencial para causar cualquier efecto adverso significativo en la salud».
Pero muchos científicos y médicos discrepan
«Los dispersantes usados en el experimento de BP contienen solventes como destiladores de petróleo y el 2-butoxyethanol», dijo a IPS el toxicólogo y biólogo marino Riki Ott.
«Los solventes disuelven el petróleo, la grasa y la goma. Los que trabajaron con el derrame me dijeron que las hélices de goma de sus motores y los bujes de goma en las bombas de sus motores fuera de borda fallaban y necesitaban reemplazo frecuente», indicó. «Ante esta evidencia, no debería sorprender que los solventes también fueran tóxicos para las personas, algo que la comunidad médica ha sabido desde hace tiempo», añadió.
Incluso el gobierno federal estadounidense tomó precauciones para proteger a sus empleados. Jefes militares decidieron cambiar la ruta de los vuelos de entrenamiento en el Golfo para evitar las áreas afectadas por los dispersantes.
Agencias de salud pública de la región aconsejaron a sus investigadores dedicados a estudiar la calidad del aire que utilizaran respiradores cuando se acercaran a la costa.
Mientras, el Departamento de Trabajo comenzó a reunir información en preparación para un estudio a largo plazo sobre los posibles efectos del desastre de BP en la salud de miles de trabajadores.
La evidencia sigue acumulándose a diario: se suceden los informes de muertes de peces y otros animales marinos en el Golfo.
El 5 de agosto, en Port Saint Joe, en el sudoriental estado de Florida, funcionarios municipales clausuraron una rampa pública para barcos tras la muerte inexplicable de cientos de peces y cangrejos en la bahía de Saint Joseph.
Testigos aseguraron haber visto una materia marrón y fangosa a unas seis millas de la costa.
«Perdí mi voz», dijo Mastler a IPS con dificultad. «En otra ocasión, estaba en el puerto y me expuse de nuevo. Pude oler el petróleo. Ahora tengo mucho ardor en mi boca». En las últimas seis semanas, IPS habló con varias personas a lo largo de la costa del Golfo que se quejaron de sarpullidos en la piel, problemas respiratorios, náuseas, dolores de cabeza, ojos irritados y otos problemas que asocian con los dispersantes tóxicos de BP.