En contra de los principios conservacionistas más elementales, ignorando los compromisos contraídos por la República Dominicana en la »Cumbre para la Tierra» celebrada en Río de Janeiro, Brasil en 1992, sin la opinión favorable ni siquiera de la Secrearía de Estado de Agricultura, organismo oficial competente en materia de sanidad vegetal, sin el aval de una universidad o centro de investigación especializado que le brinde soporte tcnico a esta medida y en franco desafío a la advertencia lanzada por la principal entidad profesional que agrupa a los agrónomos del país (la Asociación Nacional de Profesionales Agropecuarios), para que no se envenenen los ríos Ozama e Isabela, la Autoridad Portuaria de la República Dominicana ha decidido comprar y un yerbicida para aplicarlo masivamente sobre las dos fuentes de agua principales que bañan la Ciudad de Santo Domingo, con el propósito de eliminarle las lilas o »Jacintos de Agua» que los cubren, a causa de la gran contaminación.
Estamos rebasando los límites del comedimiento y del respeto a la naturaleza. ¿Cómo es posible que se atente de esta manera contra la vida de una fuente de agua alrededor de una ciudad tan importante, como la que alberga a la capital dominicana, en contra de todos los resultados y conclusiones arribadas por el Banco Mundial, el Fondo Mundial para la Conservación, la Unión Mundial para la Naturaleza, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en la »Cumbre para la Tierra», cinco años después de Río y el evento precedente de organismos no gubernamentales »Río + 5», donde le hicieron una advertencia a la humanidad, del peligro inminente de que dentro de 50 años se agoten las reservas de agua dulce del planeta, a la vez que le hacían un llamado a todos los gobiernos del mundo, para que adopten medidas urgentes, a fin de impulsar polticas nacionales y globales destinadas a recuperar y conservar el principal recurso del planeta que le sirve de soporte a la vida.
Podríamos aceptar que la intención es sana en el fondo, al tratar de corregir lo que ignorantemente pensamos que es un problema para el río y de que el actual incumbente de esta instancia estatal, lo que está haciendo es darle seguimiento a los acuerdos y medidas implementadas por el director anterior, quien llega a firmar acuerdos con la Universidad Autónoma de Santo Domingo y el Jardin Botánico Nacional, para iniciar acciones conjuntas para salvar el Ozama. Pero reza un dicho popular que dice »de buenas intenciones está empedrado el camino que conduce al infierno». Por mejor intencionados que estén los funcionarios de la Autoridad Portuaria Dominicana, eso no le quita gravedad al pecado del »ecocidio» que se intenta cometer contra las comunidades biológicas que allí habitan. Es una barbaridad, un contrasentido y una insensatez intentar aplicar masivamente un yerbicida, un contaminante letal para todo ecosistema acuático, dizque para descontaminar los ríos Ozama e Isabela.
¿No le parece un contrasentido contaminar para descontaminar? Pero si en todas partes del mundo la lucha contra la contaminación tiene como uno de sus puntos focales precisamente, »evitar que las agroquímicos en general lleguen hasta las fuentes de agua», no solamente por la contaminación directa en sí, sino por la »magnificación biológica» o más bien (para que se comprenda mejor), por la potencialización del poder contaminante que tiene cualquier producto de esta naturaleza, al ser consumido por los seres vivos e introducido en las cadenas alimenticias, que conforman los hilos invisibles de la malla de la vida o del telar de la Creación puesto en todo recinto acuático.
La aplicación de un yerbicida sobre el Ozama o el Isabela debe ser considerado como un acto »insensible e inaceptable», que no debe permitirse y menos si se trata de una instancia oficial. Ahora bien, pueden hacerlo porque »tienen el dinero y el poder para proceder», pero es bueno que sepan que »el río no les pertenece» y hasta donde entendemos, sus verdaderos dueños no han dado el permiso para que en nombre de ellos y del »ecodesarrollo», se atente contra este bien sagrado. Por lo menos estoy seguro que ‘Némesis’ no ha sido consultada y como ella, ninguno de los niños que mañana necesitarán seguir viviendo al lado del Ozama y del Isabela. Ese derecho es ‘inalienable, innegociable e irrenunciable’. Pero permítanme explicarles las razones por las cuales la aplicación de este »glifosato», es el nombre técnico del yerbicida que se pretende utilizar, no va a resolver el problema de la contaminación, sino a agravarla. Si su paciencia se lo permite, espere y le cuento.
CITAS:
1.- En este caso, un clavo no saca otro clavo, no se puede combatir la contaminación con otro contaminante.
2.- No es dando palos a tontas y a locas como vamos a salvar el Ozama, sino con una ley especial y la ejecución de un plan de acción técnica y científicamente bien concebido con un horizonte de 10 a 15 años.
EL OZAMA ES UN RIO MORIBUNDO QUE RESPIRA GRACIAS A LAS LILAS
El Jacinto de Agua se desarrolla sobre un tramo de 12 kilómetros lineales de río Isabela y de 18 del Ozama, por lo que habría que aplicar yerbicida sobre 30 kilómetros de agua en torno al principal asentamiento humano de la capital dominicana.
En los ambientes tropicales la presencia del »Jacinto de Agua» (que es el verdadero nombre común de la »lila», pero su nombre ténico aparece registrado como Eichonia grassipe en la literatura científica), es la respuesta biológica de un cuerpo de agua (rio, presa, canal, laguna…) a la contaminación orgánica y a la contaminación por metales pesados.
Dicho en un lenguaje llano, las lilas se desarrollan sobre un cuerpo de agua como resultado o consecuencia de una doble contaminación que proviene por un lado de residuos domésticos o basura producida en la preparación de las comidas (cáscara de plátano, yuca o batata, de la sobra de alimentos…), de plantas y animales muertos, de los desechos sanitarios y otros restos de seres vivos y por otro lado, de residuos químicos que proceden de los desechos industriales, de barcos hundidos, de aplicación de productos químicos a los cultivos y de cualquier otra fuente de metales pesados que tienen su orígen principal en las actividades humanas en sus más variadas índoles.
Papel de las lilas
Esta plantita maravillosa es una tabla de salvación, por decirlo de alguna manera, para todas las formas de vida que logran vivir o que se han adaptado a condiciones de contaminación extrema, debido a que ellas se conportan como un »filtro natural» en cualquier medio acuático donde se encuentren, pues a través de sus sistemas radiculares (profusamente desarrollados porque es el mecanismo o la trampa natural que atrapa los elementos contaminantes), absorbven los metales pesados junto a los compuestos de orígen orgánico procedentes de la degradación de la materia orgánica que ocurre en el fondo del cuerpo de agua (por lo general estancada o de muy lenta movilidad).
De esta manera, ellas resuelven un problema doble del ecosistema en cuestión: la falta de oxígeno y la contaminación letal de metales pesados. En primer lugar (y ese es el papel más importante), la lilas aportan por sus raíces una gran cantidad de oxígeno para las especies animales que viven asfixiándose, al consumir rápidamente este elemento de la naturaleza que las plantas y las protistas producen durante el proceso de fotosíntesis. Es decir, la gran profusión de raíces de las lilas es una estrategia de la naturaleza para aumentar la superficie de contacto, para atrapar los elementos extraños que existen en las aguas y para devolver oxigeno disuelto, que es el único medio, entiéndase bien, el único mecanismo que existe para abastecer eficientemente de oxígeno a estos tipos de ambiente, pues hasta donde conocemos, ningún sistema de »creación artificial», por más grande y tecnológicamente bien concebido que esté, puede superar la forma sencilla y apropiada con que lo hace la propia naturaleza.
Es decir, el enorme aporte de la lilas a la vida que se desarrolla en el ecosistema en que se encuentran presentes, es la gran »oferta de oxígeno», en un medio altamente demandante de este elemento en su estado biológicamente utilizable (y este es su mayor mérito, no solamente porque sean organismos biológicos los que requieren del mismo, porque este elemento gaseoso podría estar presente en el medio acuático formando parte de una infinidad de compuestos químicos, pero en este caso, no puede ser utilizado por los seres vivos), por esto se habla de »demanda biológica de oxígeno». ¿Entienden por qué se le pone una matita de lila a los estanques o peceras de la casa, cuando no disponemos de una bomba de oxígeno?
Una bendición para el río
Esta plantita está permanentemente liberando oxígeno por sus raíces, lo cual deviene en bocanadas de aire fresco para las especies que se están »ahogando» por falta de éste, como cuando nosotros salimos huyendo de un medio cargado de »smog» o para que se entienda mejor, como cuando pasamos por el túnel de la 27 de Febrero con los vidrios del carro abiertos, después de las horas de mayor tránsito vehicular. Excúsenme el enredo técnico, pero para este caso son útiles las explicaciones.
En segundo lugar o como labor complementaria en favor de la vida, las lilas absorben por sus raíces los metales pesados, que son letales en su mayoría para casi todas las formas de vida, menos para ellas porque tienen la virtud o la facultad que la naturaleza le ha dado de metabolizarlos (comérselos, digerirlos y asimilarlos) e incorporarlos a su sistema fisilógico (o sanguíneo, perdón, al flujo y reflujo de la sabia). Los químicos nos dicen que es una labor de ingeniera natural (bioingeniera) maravillosa que torna un elemento de su estado altamente lesivo a la vida en un aliado de ella misma.
En síntesis, esta planta flotante está permanentemente absorbiendo contaminantes del medio donde se encuentra y devolviendo oxígeno fresco, estableciendo un reciclaje de la materia orgánica y meramente química e inciando los procesos vitales que le garantizan al ecosistema encaminarse a su estabilidad. Son los mecanismos cibernticos u homeosticos que entran en operación tan pronto la naturaleza es agredida.
El producto
Pero hablemos de las bellezas de este producto cuyo componente activo es un »glifosato», el cual actúa como un herbicida de amplio espectro que acaba con toda planta acuática de hoja fina o ancha, así como para los arbustos que se desarrollan dentro o alrededor de un cuerpo de agua. Es un biocida pero la agencia que lo produce dice que es todo un ‘angel’, una maravilla de la tecnología, que en nada afecta el medio ambiente, sino todo lo contrario, contribuye a la »descontaminación» de represas, lagos, lagunas, ríos, arroyos y sistemas de riego y drenaje.
Tuvimos acceso a la literatura en inglés que trajo la empresa promotora, más una hoja suelta de preguntas y respuestas, formuladas y contestadas por la misma empresa que vende el producto. Dice que no es bioacumulable, no es cancerígeno, es hidrosolulble pero tan pronto entra en contacto con el agua se adhiere a las partículas de suelo presentes y se precipita para ser degradado por los microorganismos del sedimento y el medio acuático, quitándole las cualidades de herbicida que posee (no hay contradicción, es que ese enredo solamente lo entienden ellos). En otras palabras, es completamente inofensivo, solamente »mata» a todas las plantas acuáticas emergidas más todos los arbustos de los alrededores, no importa el tipo de hoja que posean.
Alegan que el glifosato fue bautizado y bendecido por la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos y por lo tanto, no necesita hacer la primera comunión ni nuevas confirmaciones en los países a los cuales está destinado. Tal parece que estos señores entienden que en el Sur solamente viven analfabetos y aunque solamente ellos saben de ecología, desconocen que Estados Unidos es un territorio continental, templado por demás y con ríos que arrastran enormes masas de agua. Desconocen tambien que la naturaleza no tiene dos comportamientos iguales y mucho menos cuando se pasa del trópico a las zonas frías, que aqui somos una minúscula isla, con fuentes de agua de corto curso y modesto volumen, pero con una extraordinaria riqueza biológica (dominada por especies endémicas), algo que jamás lograrán los templados, aún con todo el esplendor y la tecnología más sofisticada.
No debe sorprendernos que cualquier día de estos nos traigan nuevamente los espejitos, suerte que el oro de la Rosario se acabó, perdón, todavía queda el oro de los sulfuros; pero ese es capítulo de otra película que se echará a rodar en el nuevo milenio. Vamos a esperar que no nos tilden de ignorante como una vocera de la empresa acaba de hacer con Luis Carvajal, todo un doctor en fisiología vegetal. Estamos a la espera de la respuesta que se le dará a la Asociación Nacional de Profesionales Agropecuarios que denunció a través de este mismo medio (LISTIN DIARIO), que se había iniciado el envenenamiento de los ríos Ozama e Isabela con el producto en cuestion, calificando como catastrófico para el ecosistema acutiáco el uso de este yerbicida, pero a lo mejor los agrónomos tambien están descalificados para hablar de agroquímicos.
Precaución ante la tecnología de la muerte
Vamos a suponer que es verdad todo lo que dice la empresa vendedora del producto y que la EPA lo considere la séptima maravilla de la tecnología moderna, aún así nosotros no podemos darnos el lujo de correr el riesgo porque, ¿y si no es así, si las cosas no son tan color de rosa, y si el producto realmente »mata», no solamente a las plantas que son la base de la alimentación primaria de todas las formas de vida del medio acuático, sino que ataca directamente a las especies que en lo adelante nadarán en aguas bautizadas por una sustancia líquida extraña?, que no es cierto que desaparece inmediatamente porque es hidrosoluble, si es que no estamos equivocado, pues es cierto que a la larga el agua se lava a si misma, pero cuando esto venga a ocurrir, no será demasiado tarde?
Por tales razones le vamos a pedir al señor Secretario de Estado y director ejecutivo de la Autoridad Portuaria Dominicana que se dé un paseito por la Cañada del Diablo, para que vea las bellezas que las industrias de la avenida Máximo Gómez y la zona norte le están echando al río Isabela, o por la Gran Cañada y Arroyo Salado que recogen todo el caldo orgánico que alimenta a las lilas de estos cuerpos de agua. Y mientras esto siga ocurriendo, habrá lilas en este río por encima de la inteligencia de los mercaderes de la salud ambiental, aunque los nietos de nuestro buen amigo Melanio Paredes, continen mañana aplicando el mismo producto.
Vamos a decirle también que la Universidad Autónoma de Santo Domingo, institución académica que mantiene acuerdos de colaboración recientes con esa institución, tiene a la Comisión Ambiental, al departamento de Química, a los institutos de Química, Física y Microbiología y al Centro de Investigación de Biología Marina, que sí pueden aconsejarle adecuadamente para proceder en estos casos y a lo mejor eso no le cuesta más que un cafecito y una hora de su valioso tiempo. Gracias a las ciencias es que estamos a estas alturas (y tambien en el desastre a que estamos abocados), pero ellas no solamente deben ser útiles cuando están acorde con nuestros propósitos. Las universidades no solamente se deben utilizar para hacer »bultos» (este es un término científico que no tiene traducción), sino para que hagan verdaderos aportes con los cerebros pensantes que poseen, que en sí es su verdadero capital, el cual debe estar todo el tiempo al servicio de la sociedad a la cual pertenece.
Para terminar, deberíamos invitar a nuestra amiga Yocasta Valenzuela (hija y maestra distinguida de la UASD), para que le explique a la APD »el principio de la precaución» consignado en el artículo 15 de la »Carta de la Tierra», que la República Dominicana firmó libre y diligentemente en el marco de la »II Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo».
por Eleuterio Martínez
Publicado originalmente en el Listin Diario del 24 de noviembre1999