La negociación internacional sobre el cambio climático ha experimentado en el último año una transformación fundamental, que marcará la cumbre del clima que comienza este lunes en la ciudad sudafricana de Durban.
Los países que participarán en esta conferencia de dos semanas se han dividido entre aquellos que quieren cuanto antes un nuevo tratado global -la Unión Europa y una gran cantidad de países en desarrollo- y otro grupo que prefiere retrasar ese acuerdo e incluso adoptar un documento con cláusulas poco rigurosas.
Así, India y Brasil han unido fuerzas con países como Estados Unidos y Japón para que las negociaciones sobre un tratado vinculante no comiencen antes de 2015.
Ese acercamiento ha indignado a las pequeñas islas-Estado y a muchos países pobres.
La Unión Europea (UE) y el bloque de los países vulnerables al cambio climático quieren que ese debate comience cuanto antes, y que el convenio sea firmado antes de 2015.
Algunos observadores apuntan que las pequeñas islas-Estado, que tradicionalmente han dirigido sus críticas a los mayores emisores del mundo industrializado, podrían comenzar a señalar y desacreditar públicamente a esos países que traban los avances.
«Están al borde de un desastre», le dijo un veterano delegado a la BBC, «y podrían no ser capaces de resolverlo».
clicLea: Rumbo a un choque frontal en Durban
A buen seguro, los países en desarrollo censurarán a gobiernos ricos como los de Japón, Canadá o Rusia por negarse a acometer nuevos recortes de emisiones en línea con el Protocolo de Kioto, cuyos actuales objetivos expiran a finales del año que viene.
Consideran que esa postura supone una quiebra de sus compromisos previos que ha afectado a la confianza.
Pero algunos de los países más vulnerables creen que ese impasse no debe retrasar la negociación de un nuevo convenio, y advierten que esa actitud es, en palabras de uno de los delegados, «una política de destrucción mutua asegurada».
En cambio, sí existe gran posibilidad de progreso en uno de los principales asuntos de esta cumbre de dos semanas: la ayuda financiera a los países pobres.
La división entre los países participantes en Durban se puso de manifiesto a principios de este mes en el Foro de las Economías Importantes (MEF por sus siglas inglesas), en Arlington (EE.UU.), un grupo en el que se incluyen 17 de los mayores contaminadores del mundo.
Allí, Reino Unido y otros países abogaron por el inicio de los trabajos para un nuevo acuerdo global de manera inmediata, para que la firma se produjera en 2015 y su entrada en vigor en 2020 como muy tarde.
EE.UU., Rusia y Japón insistieron en que era necesario un marco de tiempo más prolongado.
La BBC ha podido conocer que en ese encuentro Brasil e India adoptaron la misma postura.
Brasil quiere que el período 2012-15 sea una «fase de reflexión», mientras que India sugiere que sea un «período técnico-científico».
Algunas fuentes indican que China, que es ahora el principal emisor del mundo, muestra más flexibilidad, aunque su principal prioridad en Durban es el Protocolo de Kioto.
clicLea: «China tendrá que seguir aumentando sus emisiones»
«El planeta no tiene otra alternativa sustentable que asegurar la continuidad del Protocolo de Kioto por medio de un segundo período de compromiso que empiece en 2013», señala Jorge Argüello, que encabeza la delegación de Argentina, país que este año preside el poderoso bloque G-77 + China (que en realidad se compone de 131 países).
«La adopción de un segundo período de compromiso de reducción de gases de efecto invernadero en línea con el Protocolo de Kioto no es solo un imperativo político y una responsabilidad histórica, sino también una obligación que debe ser cumplida como tal».
Aunque la UE no se opone a un segundo período de compromisos, otros países desarrollados sí lo hacen.
Y como EE.UU. abandonó el Protocolo hace años, los países que aún están vinculados por él solo suponen el 15% de las emisiones globales, y por eso existe tanto énfasis en la necesidad de un nuevo instrumento, con cierta fuerza legal, que abarque a todos los países.
Brecha de financiación
Algunas fuentes aseguran, no obstante, que sí existe una esperanza real de acuerdo en Durban sobre las reglas y mecanismos que regirían un «Fondo para el Clima Verde».
Ese fondo recibiría contribuciones de hasta US$100.000 al año alrededor de 2020 que irían destinadas a los países en desarrollo.
No hay un entendimiento aún sobre quién debería aportar ese dinero.
Los países en desarrollo defienden que sean las arcas públicas de los países ricos la principal fuente de financiación, mientras que los gobiernos de Occidente reponen que el grueso debe provenir de aportaciones del sector privado.
Es improbable que esa disputa se resuelva antes del fin del año que viene.
Pero el hecho de que de Durban emerjan unas reglas concretas sobre el funcionamiento del fondo supondría un avance.
Países como Reino Unido podrían proponer en Durban que las empresas de transporte internacional contribuyan al fondo.
Sin embargo, existe un escepticismo extendido sobre un fondo menor, creado en 2009 por el acuerdo Comienzo Rápido de Financiación -de US$10.000 millones al año- al que se supone que los países ricos deberían haber comenzado a hacer desembolsos.
Los países pobres dicen que solo una pequeña fracción de lo que se prometió entonces eran realmente «nuevos aportes», y que muy poco se ha materializado.
Vía: BBC Mundo