Necesariamente hay que saludar la publicación del Decreto No. 418-21, mediante el cual el presidente Luis Abinader instruye al «retorno a la cordura» y establece una veda de por lo menos dos años en la captura y comercialización de Peces Loro, Peces Doctores y Pepinos de Mar.
Hace apenas unas semanas, sectores con motivaciones muy cuestionables, propiciaron el despropósito de levantar esas vedas a partir de septiembre próximo y (asumimos nosotros) sorprendieron en su buena fe al primer mandatario, que firmó un Decreto que nunca fue socializado con el Ministerio de Medio Ambiente ni los actores ambientales de primera línea en el tema de los recursos pesqueros y marinos.
Pero lo importante es que con esta nueva medida se abre una promisoria ventana para demostrar que hay vida más allá de las vedas. Somos muchos los que opinamos que la mayoría de esas especies tienen mayor valor vivas que fritas. No sólo para la salud de nuestros ecosistemas, sino también como recurso turístico.
¿Pero qué pasará con los que viven de ese negocio?
Bien, lo primero que debemos aclarar es que en realidad el comercio de estas especies beneficia mayormente a empresarios de la pesca que tienen embarcaciones de buen calado y que pueden internarse a zonas no alcanzables por la pesca artesanal. En muchos casos, están equipados con los terribles «compresores» que tanto daño han hecho a los infelices que son motivados a usarlos para bucear.
Esas «flotas pesqueras» y sus hombres, deben ser reorientados al uso de artes de pesca más sostenibles y por tanto con rentabilidad a más largo plazo. Por demás, también hay decenas de pescadores artesanales, hábiles navegantes y diestros operadores de embarcaciones pequeñas, cuyas incuestionables habilidades pueden abrir las puertas a nuevas áreas de negocios como reparación, fabricación y mantenimiento de botes, veleros, catamaranes y otras naves de mar.
Con un poco de instrucción, CODOPESCA, Medio Ambiente, INFOTEP o MITUR podrían convertir estos lobos de mar en instructores de buceo, guías turísticos, capitanes de botes, salvavidas de playas o guardianes de la biodiversidad en nuestras costas. Todo es cuestión de enfoque y disposición.
Es de suma importancia el fomento y establecimiento de cooperativas de producción acuícola para la producción regulada de especies con valor comercial, que puedan suplir en cantidad, variedad y calidad los comercios y restaurantes que sirven la gran demanda de pescado fresco en todo el país.
Pero es además vital que el Ministerio de Medio Ambiente se enfoque de inmediato en el cumplimiento del mandato establecido en los artículados del Decreto 418-21, que lo instruye a «realizar investigaciones para el análisis anual del estado de la población de peces herbívoros, de tal manera que se precisen los impactos y efectividad de las disposiciones de este decreto, con el apoyo de universidades, institutos de investigación, organismos no gubernamentales y gubernamentales vinculados, a fin de que el informe de estado y progreso pueda estar disponible a más tardar el día 1 de enero de cada año durante el período de veda».
Lo que no se mide no se mejora, si no se estudia, ¿Cómo sabremos si la veda sirve de algo? ¿Cuando sabremos si podría ser viable su pesca comercial? Esos detalles son de suma importancia, como lo es la gestión de recursos para la necesaria inversión en investigación, para lo cual el Gobierno central y organismos como el MESCYT deben propiciar estos programas y darles el debido financiamiento.
Es cuestión de tiempo para demostrar la hipótesis de que hay una mucho mejor vida después de las vedas.
Nelson Bautista
Coordinador
Fundación Acción Verde, Inc.