No hay mucho que celebrar en material ambiental en República Dominicana en los últimos doce meses, sobre todo en temas relacionados con la contaminación del aire, la pérdida de la biodiversidad, el manejo de residuos sólidos, la presión humana en áreas protegidas y el derecho ambiental.
El período de sequía que comenzó en 2019 ha sido el más alarmante de los últimos 50 años y se prevé un aumento en los eventos de olas de calor, según un estudio realizado por el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec) con la colaboración de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid).
Los incendios forestales se intensificaron durante los últimos meses, con una temporada intensa que alcanzó incluso zonas urbanas, como el que afectó el Parque Mirador Norte a finales de abril.
Incendios forestales de importancia se registraron en la Sierra de Bahoruco y en las montañas de Tireo, Constanza, Santiago Rodríguez, Dajabón y Montecristi. Muchos usuarios denuncian constantemente a través de fotos y videos en las redes sociales la construcción de hornos de carbón en Azua y en Neiba y la tala indiscriminada de especies maderables en áreas protegidas. Una de las denuncias que puso en pie de lucha a la ciudadanía y a los ambientalistas fue la tala de árboles en el bosque seco de Las Dunas de Baní (Reserva Científica Monumento Natural Félix Servio Ducoudray) a finales de noviembre. La denuncia fue realizada por el obispo de la Diócesis de Baní, monseñor Víctor Masalles.
Otra lucha ambiental que tomó dimensiones internacionales comenzó a finales de 2019 y aún no concluye: la petición de la Coalición por la defensa de las áreas protegidas de República Dominicana de que se anule el permiso ambiental otorgado a Leaf Bayahíbe en el área nacional de recreo Guaraguao- Punta Catuano, del Parque Nacional Cotubanamá, para la construcción de un proyecto turístico.
A principios de mayo de este año, efectivos militares y las autoridades de Medio Ambiente desalojaron a un grupo de personas que intentaron invadir terrenos del área protegida Monumento Natural Loma Isabel de Torres, en Puerto Plata.
Residuos sólidos
La alerta sobre el mal manejo de los residuos sólidos se activa cuando los vertederos se incendian y amenazan la salud de las personas.
La mejoría en la calidad del aire que se supone traería la reducción de actividades comerciales e industriales debido a la pandemia por el nuevo coronavirus no se ha vivido en el Gran Santo Domingo. La humareda tóxica del vertedero de Duquesa, que se mantuvo activa por más de 25 días, todavía le recuerda a la población la urgencia de que se promulgue la Ley General de Gestión Integral y Coprocesamiento de Residuos de la República Dominicana. El vertedero de Haina en San Cristóbal y el de Rafey, en Santiago, también afectaron a las comunidades que los rodean varias veces en el último año.
De acuerdo con la Liga Municipal Dominicana, en el país se producen diariamente 16 mil toneladas de desechos sólidos.
Menos especies
“No matemos a la gallina de los huevos de oro”, alertaba en julio de 2019 la responsable de la Unidad de Sostenibilidad Ambiental y Resiliencia del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en República Dominicana, María Eugenia Morales, al referirse a la importancia de las áreas protegidas en la producción de agua, reservorio de especies y hábitat para los polinizadores. Precisamente la pérdida de la biodiversidad y el cambio climático afectan como nunca los ecosistemas nacionales.
“El 24% de las plantas vasculares, el 86% de las especies de anfibios y el 35% de las especies de reptiles se encuentran amenazadas de extinción”, señala el biólogo e investigador dominicano Sixto J. Incháustegui.
“La arribazón de algas pardas a nuestras costas y playas es una evidencia palpable de uno de los impactos del cambio climático”, agrega.
Y menos agua
La sequía amenaza la seguridad hídrica y la seguridad alimentaria en el país, considera el ingeniero agrónomo Milton Martínez González, miembro de la Comisión Ambiental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
“Nosotros necesitamos 30 millones de tareas de bosque para poderle asegurar agua a 20 millones de tareas que tenemos arables. Estamos en una situación grave”, denunció el también agricultor en el Encuentro Verde de Listín Diario.
Martínez señala que el agua es el principal servicio ecosistémico. Propone, por tanto, que sea regulado por una especie de “Amet del agua”, una autoridad nacional que se encargue de establecer prioridades en el servicio y que se encuentre por encima de intereses particulares.
AMENAZA
Más denuncias
Los ambientalistas continúan denunciando la siembra de aguacates en la Sierra de Bahoruco, la mayor zona productora de agua del Suroeste.
Guaconejo. 1,100 sacos de palos de esta madera aromática en peligro de extinción fueron incautados en junio de 2019.
Grancera. Hace cuatro días, la Procuraduría de Medio Ambiente ordenó el retiro de los equipos de una grancera que había iniciado su instalación ilegal en Montellano, Puerto Plata.
Biodiversidad. El Grupo Jaragua denunció que dos tortugas tinglares fueron asesinadas en mayo en Miches y en Macao.
Fuente: listindiario.com