Los grupos ambientalistas en el país proliferan desde los años setenta, pero no fue sino hasta mediados de los ochenta cuando el ambientalismo tomó fuerza inspirado en las luchas de grupos latinoamericanos que propiciaban cambios en las legislaciones estatales e intentaban concienciar sobre los problemas y conflictos ambientales que acontecían en los espacios rurales y urbanos.
Pero, la historia del ambientalismo en República Dominicana podría remontarse hasta los conflictos de principios del siglo XX por el control de los recursos naturales, entiéndase agua y tierra; con las luchas por los terrenos comuneros y los usos de agua por campesinos/as de todo el país, antes de establecerse el sistema Torrens que facilitó la apropiación de los mejores terrenos cultivables para la caña de azúcar. Igualmente cabe destacar los conflictos con la antigua economía agrícola de los cafetaleros y tabaqueros y sus vínculos con Europa.
Bajo la Ley No. 1052 del año 1928 se crea la primera área protegida, el vedado del Yaque, el cual se convirtió posteriormente en el Parque Nacional J. Armando Bermúdez. Y con este parque se inicia los primeros intentos por establecer legalmente las áreas protegidas del país. No obstante las autoridades estatales que en distintos momentos han tenido que ver en el proceso de crear nuevas legislaciones que amparen y regulen el sistema de áreas protegidas en República Dominicana, el cual se inspiró en la política desarrollista de la modernización y muy vinculado al informe que presentara Chardón en el 1939.
Siguiendo esa misma política y no olvidando los lineamientos conservacionistas de Trujillo, se desarrollo el sistema de áreas protegidas en el país. Razones de sobra están en la base de la política oficialista balaguerista para crear las áreas protegidas de República Dominicana. Un fuerte motivo inspiró a Balaguer desplazar a los industriales de la madera en el 1967, burgueses agrarios opuestos al gobierno que eran dueños de la mayor parte de las tierras de la Cordillera Central. Igualmente razones de sobra tenía para empujar planes que transcendían la política nacional sobre el control de los recursos naturales en el país y desarticular la burguesía agraria en su política desarrollista que se vinculaba muy bien con el modelos de sustituciones de importaciones que les favorecían con grandes prestamos y le permitían la continuidad en el Estado.
Las luchas por el control de los recursos naturales no renovables y renovables ha sido la práctica habitual de los sectores de poder oligárquico del país. ¿Por qué entonces se discute la legitimidad del movimiento ambientalista dominicano de participar en el derecho democrático de disentir sobre el proyecto de la cementera en los Haitises? Si sabemos que todo conflicto ambiental es político y subyace una base económica.
En los actuales momentos, el movimiento ambientalista presenta una plataforma de individuos y organizaciones de diversas posiciones ideológicas: jóvenes, mujeres, ancianos, grupos sindicales, campesinos, conservacionistas, ecólogos profundos, ecologistas populares, preservacionistas, ecofeministas, ecologismo popular, ambientalistas superficiales y ciudadanos apáticos por el desarraigo político y la pérdida de la credibilidad en el gobierno de turno y en todo a lo que huela a instituciones desacreditadas.
Entonces, ¿Por qué desconsiderar al movimiento ambientalista dominicano que es heterogéneo y tiene una compleja red de de visiones y práctica sociales relacionadas con el manejo de los recursos naturales y el medio ambiente? Es una posición desacertada en los actuales momentos deslegitimar al movimiento. La protesta es justa y resume una serie de estrategias pacifistas que están orientadas a mantener una acción ciudadana transversal desvinculada del partidismo político, pues se observan en el movimiento diferentes grupos que en otros momentos son completamente imposibles por las ideologías políticas.
El activismo medioambiental es un movimiento de acción que se pregunta hoy ¿Qué hace Cemento Estrella intentando sacar la caliza de la plataforma cárstica de los Haitises? ¿Cuáles juegos políticos hay detrás de la entrega de un recurso no renovable como el agua, el gavilán de la Hispaniola, la caliza, entre otros? ¿Acaso se puede entender que el ministro Fernández Mirabal que es considerado por todo el mundo un hombre respetable e incorruptible se halla dejado usar por grupos de poder que amparados en el discurso neoliberal están privatizando los recursos naturales que son propiedad del pueblo dominicano y no del Estado o de un gobierno de turno? ¿O simplemente presenciamos la estrategia política de crear un problema de opinión pública para empañar la imagen de ambientalista del ministro de ambiente que inició su gestión en una cruzada contra las granceras y así no dejarle oportunidades políticas como parte de la lucha de poder en su partido? ¿Qué está detrás de la cementera? Admitir que lo que sucede en los Haitises es político nos pone en alerta para que el movimiento ambientalista legitime el derecho a decir No a la cementera en los Haitises.
Por;Fátima Portorreal
Antropóloga Social