2.700.000 toneladas de dióxido de carbono.
Ésta es la cantidad estimada de CO2 -el gas con efecto invernadero que más contribuye al calentamiento global- que generará el Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010. Ocho veces más CO2 que el mundial de Alemania en 2006.
Las cifras provienen de un estudio presentado en febrero del año pasado, cuyo objetivo era hacer un cálculo estimativo de las emisiones de carbono del Mundial, a fin de buscar la manera más eficiente de contrarrestarlas.
Sin embargo, en vísperas del inicio del evento, los autores del informe -comisionado por los gobiernos de Noruega y Sudáfrica a la consultora internacional Pöyri- consideran que la mayoría de sus recomendaciones cayeron en el vacío.
Aunque las autoridades locales (con ayuda y financiamiento de organismos internacionales y empresas privadas) han logrando implementar una serie de proyectos «verdes», son pocas las emisiones que se compensarán al final del proceso, dicen los investigadores.
Volar, un mal inevitable
Uno de los principales factores que hace que el campeonato genere esta cantidad de CO2 son los vuelos internacionales de los equipos que vienen a jugar y del público que asiste al evento.
Este dato fue tomado en cuenta por primera vez para hacer esta clase de análisis.
El transporte internacional representa cerca del 70% de las emisiones, alrededor del 18% surge del traslado entre las distintas ciudades donde tienen lugar los partidos y el resto puede atribuirse mayormente a la energía utilizada en los hoteles donde se hospedan las delegaciones y el público.
«La gran diferencia con Alemania es que Sudáfrica es un país mucho más grande y no tiene servicios de trenes rápidos para moverse entre las sedes», le dijo a BBC Mundo Randall Spalding-Fecher, coautor del estudio.
Con 64 encuentros en nueve ciudades, «la opción más lógica es tomar un vuelo», añade.
En opinión del investigador, el gobierno central ha hecho poco por contrarrestar las emisiones. Aunque estuvo involucrado en el proceso de comisionar el informe y es su principal beneficiario, «no tuvo la capacidad de implementar las recomendaciones».
Cambios «verdes»
Si bien el estudio se concentra exclusivamente en las emisiones de CO2, éste no es el único factor que determina el impacto ambiental de un evento deportivo a gran escala como lo es el Mundial.
En un sentido más amplio, Spalding-Fecher reconoce que a nivel local, se llevaron a cabo diversos programas para reducir el impacto y el daño ecológico.
«En las ciudades anfitrionas se implementaron proyectos ambientales, como por ejemplo la reforestación de áreas sin árboles en Durbán, o la incorporación de mecanismos para ahorrar energía», dice el investigador.
Uno de estos mecanismos, por ejemplo, diseñado por el uruguayo Leonardo Steffano, consiste en un sistema de aire acondicionado en los estadios que permite ahorrar energía y otro que maximiza la eficiencia en el uso del agua.
Algunos de estos proyectos fueron financiados por el Fondo Mundial para el Medio de Ambiente de la ONU (GEF, por sus siglas en inglés), como la instalación de paneles solares para iluminar los semáforos y los carteles con información relativa a la Copa en varias ciudades sudafricanas.
En conversación con BBC Mundo, William Ehlers, director de Relaciones Externas del GEF, describió la importancia de estos proyectos, no sólo para Sudáfrica sino también para todos los que acuden al evento.
«Se ha creado una conciencia en quienes participan de la necesidad de cuidar el medio ambiente. Y cuando regresen a sus países, cambiarán su prácticas personales. Y aunque el cambio en la mentalidad no se pueda medir, es fundamental».
Esfuerzo compartido
Si bien la lista de iniciativas «verdes» es copiosa (Nike fabricó las camisetas de los equipos que auspicia con bolsas de plástico recicladas, Coca Cola prometió entregar 20.000 boletas a las escuelas que participaron en una competencia para promover la conciencia ambiental, etc., etc.) Spalding-Fecher insiste en que todo este esfuerzo es muy pequeño en comparación con el impacto ambiental del Mundial.
Además, dice, «la inversión en proyectos para mitigar el impacto es mínima, en comparación con todo el dinero que se ha invertido» en esta fiesta del fútbol.
Según el investigador, el esfuerzo así como la responsabilidad para evitar el daño ambiental que produce un evento internacional, capaz de movilizar masas, debe ser compartido.
«La solución ideal para un evento internacional como éste es recaudar fondos de muchas maneras, ya sea añadiendo un impuesto a los pasajes de avión, de tren o recurriendo a los donantes para financiar proyectos de compensación», concluye.