Un basurero textil
Atacama es el desierto más árido del mundo y es conocido por sus extensos saladares, su fauna y flora endémicas y en peligro de extinción y su enorme riqueza en minerales. Pero ahora este rincón chileno ha cobrado nueva fama, por ser el sitio donde se depositan toneladas de ropa que el país recibe desde destinos más ‘pudientes’.
Muy cerca del vertedero, apenas a 20 kilómetros, se encuentra la ciudad de Iquique, centro de entrada y salida de mercaderías de gran parte de los países de la costa pacífica de América del Sur. Esta ciudad es célebre por su frenética actividad portuaria, fomentada por la presencia de la ZOFRI (Zona Franca de Iquique) que ocupa casi 2.5 kilómetros, 2 de depósitos, oficinas, bancos, centros de ocio, etc. y que es un sitio libre de impuestos.
Desde EE UU, Canadá, Asia y también Europa se envían contenedores repletos de ropa, a veces sin estrenar, que son producto de la moda efímera, capaz de poner en el mercado 15 o 16 colecciones diferentes cada año. Ante la imposibilidad física de vender, consumir y ni siquiera gastar estas prendas, una vez que quedan obsoletas se transforman en basura y es muy difícil reciclarlas o recuperarlas, por lo que se envían a los países pobres que las acepten.
El problema es que las naciones receptoras se encuentran con toneladas de ropa (unas 39.000 anuales en este caso) que intentan vender en el mercado interno, pero dado que la cantidad de prendas supera la demanda, las que sobran necesitan ser desechadas en algún sitio porque generalmente en los vertederos legales no las aceptan y en Chile eligieron el desierto de Atacama.
Kilómetros de contaminación
La ropa y el calzado que se tira en el desierto (porque esté sucia, rota o sean tallas muy grandes que no pueden comercializarse) según su composición podrían demorar hasta dos siglos en descomponerse de forma natural, por lo que esta montaña de textiles que se estima tiene un peso de unas cien mil toneladas, será una fuente de polución de aire, suelos y aguas subterráneas (que ya de por sí son muy escasas) durante muchos años.
Por otra parte, ya se han tenido que enfrentar a dos grandes incendios, puesto que, quienes de alguna manera ‘gestionan’ este lugar, han intentado quemar parte de la ropa con la intención de reducir el tamaño de este vertedero textil (que es el segundo más grande del mundo), pero el fuego se ha descontrolado y ha ardido durante días.
Datos de la moda efímera
Según el modelo que sigue la moda rápida, que se contrapone a la moda sostenible, para fabricar una simple camiseta se deben emplear fibras que no son biodegradables (plásticas en su mayoría), tintes y componentes químicos de alta toxicidad y más de 2400 litros de agua que es la cantidad que un ser humano bebe como promedio cada dos años y de cada 10 prendas producidas, 8 seguramente acabarán en este tipo de basural textil.
A ello hay que sumarle unos costes de transporte enormes, ya que las telas se fabrican en un sitio, las prendas en otros, el producto terminado se vende a medio mundo de distancia y acaba a miles de kilómetros de allí, por lo que más allá de los gases de efecto invernadero que se emitan en producción, la cifra global se dispara gracias a los viajes que cada prenda debe hacer.