En medio de la celebración de sus 50 años de existencia que la hacen la instancia conservacionista de carácter universal más antigua, la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) que acaba de sesionar en República Dominicana, explica los retos que le esperan a la humanidad en materia de medio ambiente y de protección a la biodiversidad
República Dominicana fue uno de los primeros países del mundo que en fecha 5 de octubre de 1948 firmó la carta de »Constitución de Unión Mundial para la Naturaleza», mejor conocida por las siglas UICN debido a que originalmente se llamó Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. En esa ocasión, y actuando en nombre y representación del Estado y del Gobierno de entonces, Miguel Canela Lázaro estuvo suscribiendo en Fontainebleau el acta constitutiva de esta entidad que agrupa gobiernos, entidades públicas, organizaciones especializadas en la conservación y de personas con esta misma inclinación.
Dicha acta consagra el interés de las naciones firmantes de establecer áreas protegidas (parques nacionales y reservas científicas naturales) como medio de facilitar la perpetuidad de la raza humana y de las especies de flora y fauna y ecosistemas que los componen. Busca ante todo, »alentar, influenciar y ayudar a las sociedades de todo el mundo a conservar la integridad y la diversidad de la naturaleza y asegurar la utilización de los Recursos Naturales de manera equitativa y ecológicamente sostenible.
Por tales razones se afirma que la Unión Mundial para la Naturaleza es un foro neutral y permanente en apoyo a la implementación de la conservación sobre la biodiversidad, tanto a nivel nacional, como regional y mundial. El 5 de noviembre de 1998, al cumplirse 50 años de su formación, esta entidad dio a conocer su último manifiesto conocido como »El Desafío de Fontainebleau» y que textualmente reza de esta manera:
EL DESAFíO
»Estamos celebrando nuestro quincuagésimo aniversario. Por invitación del Gobierno francés, estamos en Fontainebleau, el lugar donde nacimos.
»Somos el producto de nuestros fundadores: una unión de 74 Estados, 110 agencias gubernamentales y 706 organizaciones no gubernamentales de 138 países. Obtenemos nuestro conocimiento e inspiración de nuestras influyentes redes mundiales de voluntarios. Nuestra razón de ser es la conservación de la integridad y diversidad de la naturaleza. Buscamos asegurar que el uso de los recursos naturales sea equitativo y ecológicamente sostenible.
»La UICN nació en una época marcada por la guerra. Y hoy día nuestro planeta está marcado por la destrucción ambiental. La producción y el consumo de la humanidad ha crecido exponencialmente. La población mundial se ha triplicado. Nos hemos vuelto cada vez más urbanos. Una cuarta parte de los bosques tropicales de nuestro planeta ha desaparecido. El agua dulce, el sistema vital de la biosfera, está contaminada y sobre-explotada. Los sistemas de vida de los que depende la humanidad están cada vez más amenazados.
»A la luz de las realidades hemos imaginado el mundo del mañana. Es un mundo que celebra y nutre la diversidad esencial de la vida, de las culturas y de la gente. Es un mundo en el que asumimos una nueva ética ambiental que reconoce que sin naturaleza no hay alegría, tranquilidad, ni vida. Buscamos la armonía en la naturaleza y la unidad entre la gente, puesto que sin ellas, la vida en la Tierra no sería sostenible.
»Creemos que los beneficios de la diversidad biológica deben ser compartidos de manera equitativa. Nunca más permaneceremos pasivos, contemplando que los desposeídos carguen con el peso de la destrucción de la naturaleza. Nunca más podremos decir que estamos en paz cuando únicamente estamos en ausencia de una guerra mundial. Nunca más podremos decir que tenemos seguridad, cuando la sobrevivencia de los más pobres está en juego cada día, y las especies y los ecosistemas se pierden y se degradan a una tasa más alla de nuestra propia comprensión.
»Nuestro desafío no es solo imaginarnos un mundo rico en biodiversidad y compremetido con la equidad, sino ir más allá y construir ese mundo. Lo construiremos cada uno de nosotros: gobiernos, agencias gubernamentales, los sectores de la economía, científicos, educadores, los medios de comunicación, las organizaciones de la sociedad civil y nosotros los miembros de la UICN.
»Construiremos este mundo como guías, expertos y expertas, científicos y científicas -como hijos e hijas, como padres y madres, como amigos, amigas y colegas. Lo construiremos con nuestras manos en el lugar donde vivimos y donde trabajamos. Lo construiremos con nuestras mentes, conforme modelamos las políticas a nivel local, nacional, regional y global. Lo demostraremos con la forma en que vivimos.»
EL COMPROMISO
»Las generaciones futuras nos juzgarán duramente por nuestra timidez en los esfuerzos globales en la lucha contra el cambio climático, timidez en la protección de los océanos, timidez al tolerar vivir en un mundo contaminado y caracterizado por grandes zonas metropolitanas, Las generaciones futuras nos juzgarán no sólo por la condición del mundo que de nosotros hereden, sino también por el conocimiento, las herramientas y las prácticas que les transmitamos para que hagan un uso sensato de los recursos naturales.
»El desafío que lanzamos en Fontainebleau es para nosotros, y también para los demás.
»Debemos ir más allá de la toma de consciencia, más allá de la Cumbre de Río, debemos ir a la acción. El próximo siglo es el siglo de la acción.
»Nuestro desafío es contribuir a generar la voluntad política para actuar; para cumplir con el racimo de promesas que han sido hechas durante las últimas décadas por el movimiento conservacionista».
EL LLAMADO
»Hacemos un llamado a los gobiernos y a las agencias intergubernamentales para ir más allá de la visiones de corto plazo, a invertir su fuerza en desarrollar una nueva política que reconozca a la conservación y al uso sostenible de los recursos naturales como ejes fundamentales de la seguridad económica y social de todos los pueblos y que permita a la naturaleza recobrar su capacidad para aliviar el sufrimiento humano. Con el fin de anticipar y prevenir las amenazas a la seguridad y al ambiente, hacemos un llamado para que exista una mayor coordinación entre las instituciones supranacionales que deberían conformar el aún inexistente sistema de gobernabilidad global.
»Nuestro desafío es convencer a los decisores políticos y económicos para actuar con cautela y precaución. Los instrumentos de las políticas económicas y de comercio actuales deben ser reformados cuando éstos sean un impedimento para la justicia y la equidad.
»Hacemos un llamado a los sectores de la economía para que reconozcan su responsabilidad por el bienestar de las comunidades, y por la paz y la estabilidad de las regiones de donde obtienen sus ganancias. Les hacemos un llamado para que actúen con honestidad y transparencia, y que lideren el camino para reformar los sistemas económicos que atentan contra la equidad y la sostenibilidad.
»Hacemos un llamado a la comunidad científica para que brinde su conocimiento, sabiduría y visión a los políticos, a los sectores económicos, al mundo de la educación y a los medios de comunicanción para que alienten el debate y fortalezcan la democracia.
»Nuestro desafío es generar una era en que la información eduque, explique y comunique nuestra relación con la naturaleza y que haga de la conservación y del uso sostenible de los recursos naturales un elemento indivisible de nuestra propia naturaleza.
»Hacemos un llamado a los educadores y educadoras de nuestra juventud, y a los medios de comunicación para que en sus mensajes hagan explícita la complejidad de los retos que todos y todas debemos asumir y que utilicen la naturaleza como elemento unificador de nuestra diversidad.
»Nuestro desafío es situar a la equidad en el centro de la toma de decisiones políticas y económicas, junto con la universalidad de los derechos humanos, y del conocimiento y sabiduría de los pueblos.
»Hacemos un llamado a las organizaciones de la sociedad civil para que movilicen a su base social en función de la conservación, de su capacidad para exigir cuentas, para demandar el cambio, para predicar con el ejemplo y para proteger los derechos de los pueblos a su tierra y a sus recursos».
LA RESPONSABILIDAD
»Alentamos a la juventud a que utilice los recursos naturales de manera sostenible y equitativa, a construir sobre nuestras bases fundamentales y a brindar nuevas ideas y los talentos de su era para conservar la naturaleza, proteger los derechos y mejorar la calidad de vida de todos y todas.
»Finalmente, nosotros, provenientes de todos los confines del mundo, nos comprometemos a comunicar todo lo que sabemos sobre la funcionalidad y los valores de la naturaleza y de nuestra relación con ella, sobre las ciencias de la conservación para hacerla disponible a las personas que toman las decisiones y a las generaciones por venir. Nos comprometemos a diseñar las herramientas que nosotros y los demás necesitamos para hacer una realidad el mundo que nos imaginamos.
»Nos enfrentaremos a estos desafíos con diligencia, energía y un espíritu renovado de esperanza -convencidos de nuestra condición de humanidad, de nuestra capacidad- trabajando juntos como lo hemos hecho en Fontainebleau, para hacer justicia a la Tierra que hemos heredado y de la que tanto hemos recibido.
»Deseamos reconocer cuánto debemos a la naturaleza. Somos parte de la naturaleza.»
Africa se protege
La XXII asamblea de la Unión de Estados Africanos aprobó una resolución mediante la cual se estableció el compromiso de incrementar los espacios naturales protegidos hasta no menos del 20 por ciento de todo el territorio continental con un compromiso mínimo por país de un 15 por ciento antes del año 2005. Para los territorios isleños la meta es de 25 por ciento de las áreas de efectiva protección.
La medida propone, solo con carácter de recomendación, que en los presupuestos nacionales se dedique el 5 por ciento o más a labores de recuperación de ambientes degradados, la conservación de especies y ecosistemas frágiles y la ejecución de proyectos de uso sostenible de aguas y suelos. También se creó un fondo común de 800 millones de dólares para el manejo de las grandes cuencas compartidas por los países africanos.
por Eleuterio Martínez
Publicado originalmente en el Listin Diario del8 de febrero 2000