Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay comparten una de las regiones de pastizales templados más grandes del mundo.
Pero sus características natural se están transformando rápidamente. Y como consecuencia, las aves migratorias que llegan al lugar también están disminuyendo en forma acelerada.
En el extremo austral de América del Sur hay una llanura de alrededor de un millón de kilómetros cuadrados que antiguamente estaba dominada por pastos con grandes extensiones sin árboles.
Esta región, que ocupa el centro-este de Argentina, todo Uruguay, el extremo sur de Brasil y una parte de la región oriental de Paraguay, se asienta sobre el Acuífero Guaraní, una de las mayores reservas subterráneas de agua dulce que existe en el mundo.
«El ecosistema de la región, que alberga ciudades muy importantes como Buenos Aires (Argentina) Porto Alegre (Brasil), Montevideo (Uruguay) y Encarnación (Paraguay), en los últimos decenios fue intensamente transformado por la actividad humana», asegura un documento proporcionado a BBC Mundo por la ONG Guyra Paraguay.
«Aunque sus características esenciales aún se mantienen, el panorama de los pastizales del Cono Sur sudamericano es sombrío pues las reservas naturales representan menos del 1% del área de este ecosistema y en algunas regiones el porcentaje cubierto por áreas protegidas es inferior a 0,3%», afirma.
Recargan las baterías
La importancia de los pastizales radica en que brindan forrajes, suelos fértiles, una notable diversidad de vida y contribuyen al balance de gases de la atmósfera mediante la retención de dióxido de carbono.
También es importante su papel en el control de la erosión de los suelos y como fuente de material genético para una gran cantidad de especies vegetales y animales que constituyen hoy la base de la alimentación mundial.
La interacción durante siglos entre el clima y los seres vivos ha generado suelos sumamente fértiles. La habilidad del pastizal para conservar estos suelos, reciclar nutrientes y retener carbono no es igualada por los cultivos anuales convencionales.
Las aves de pastizales son los jardineros de este ecosistema. La fauna se destaca por las especies adaptadas a vivir en lugares sin árboles como el ñandú (avestruz), los inambúes o perdices, el venado de las pampas y la vizcacha.
Cada año, decenas de especie de aves migratorias visitan estos pastizales, algunas desde América del Norte y otras desde Centroamérica y norte de Sudamérica. Por ejemplo, el Correlimos Canelo cría en verano en las costas árticas, desde Alaska Central a Canadá y cubre una distancia de 20.000 kilómetros hasta sus lugares de invernada en América del Sur para alimentarse y recargar baterías.
Paisaje cambiante
Sin embargo, la destrucción de sus hábitats ha ido creciendo en los últimos años debido a las actividades agrícolas y de la industria de la madera. Muchos campos son transformados en cultivos o forestaciones y los esfuerzos para conservarlos han resultado insuficientes.
De acuerdo a los especialistas, la agricultura -en particular las cada vez más extensas plantaciones de soja- ha puesto en peligro a estos ecosistemas debido también a la contaminación por los pesticidas y otros productos agroquímicos que con las corrientes de agua llegan directamente a pantanos y humedales.
Además, afirman, los pastizales naturales están siendo convertidos en campo para ganado.
Los pastos se queman con frecuencia con el fin de acelerar el suministro de alimentos para el ganado de pastoreo.
La reforestación de las pampas con eucaliptos y pinos, para satisfacer la demanda mundial de papel, también contribuye a la pérdida generalizada del hábitat. Este monocultivo de árboles no endémicos drena valiosos humedales.
La pérdida de pastizales tiene efectos serios sobre la biodiversidad biológica: dos especies de aves, el playero esquimal y el guacamayo violáceo, han desaparecido para siempre. Otros habitantes ancestrales, como el jaguareté, se han extinguido localmente.
Existen 24 especies de aves amenazadas de extinción, entre ellas, el yetapá de collar o tijereta de las pajas, Chopí Sa’yju (amarillo) y el capuchino pecho blanco.
También cinco especies de mamíferos corren peligro: el gato montés, el gato de los pajonales, el venado de las pampas, el aguara guasu y el puma.
Revertir la tendencia
«La supervivencia de estas formas de vida depende de la integración de los usos humanos con la conservación, incluyendo la creación de nuevas reservas naturales», según refiere la documentación a la que accedió BBC Mundo.
Con el fin de revertir esta tendencia, la Convención sobre las Especies Migratorias del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA/CMS), en colaboración con la organización BirdLife International, la Asociación Guyra Paraguay, representantes gubernamentales, científicos y conservacionistas adoptaron recientemente en Asunción, Paraguay, un plan de acción de medidas de conservación urgentes para asegurar la supervivencia de estas aves y sus hábitats.
BirdLife Internacional es una federación internacional de entidades no gubernamentales provenientes de más de 100 países, una de ellas es Guyra Paraguay, dedicadas la conservación de las aves y sus hábitats.
«Una de las principales prioridades del plan de acción es la protección y la gestión de los hábitats de estas aves de pastizal migratorias. Para ello se propone integrar la producción ganadera y agrícola sostenible con la conservación de la naturaleza de los pastizales, mediante experiencias demostrativas que puedan repetirse en diferentes sitios», sostiene el escrito.
Durante los próximos 5 años se llevarán a cabo estudios para determinar el impacto de productos químicos y fertilizantes en las poblaciones de aves.