La mayoría de los árboles y los arbustos europeos son dispersados por las aves en sus ciclos migratorios hacia latitudes más cálidas en el sur, pero el cambio climático está alterando esos procesos y podría condicionar la composición de los bosques del futuro.
Lo ha comprobado un equipo de científicos de trece centros de investigación europeos, liderados por investigadores españoles del Departamento de Biología de la Universidad de Cádiz, y hoy han publicado sus conclusiones en la revista Nature.
Dispersión de las semillas
La movilidad permite a los pájaros desplazarse hacia áreas con climas apropiados, pero no a las plantas, por lo que la dispersión de las semillas a larga distancia que protagonizan las aves es clave en los procesos de cambio de distribución y adaptación, han observado los investigadores, que han subrayado la importancia de estos resultados para comprender, detener y mitigar las pérdidas futuras de biodiversidad debidas al cambio climático.
El estudio ha revelado que la gran mayoría (el 86 %) de los árboles y arbustos europeos son dispersados por las aves cuando migran hacia áreas más cálidas en otoño, mientras que sólo una minoría (el 35 %) de las plantas son distribuidas por los pájaros que migran hacia el norte en primavera, ha informado la Universidad de Cádiz en una nota difundida este miércoles.
Cambio climático
Los investigadores han observado que eso -el hecho de que la mayoría de las especies vegetales de Europa que se dispersan por aves migratorias lo hagan cuando los pájaros migran hacia latitudes más cálidas en el sur- es contraproducente para adaptarse a los escenarios actuales de cambio climático.
“El cambio climático actual es tan rápido que muchas plantas requieren distancias de dispersión mucho más allá de las que normalmente se producen a escala local; ahí es donde las aves migratorias pueden jugar un papel determinante, ya que son capaces de distribuir semillas a decenas de kilómetros”, ha explicado Juan Pedro González-Varo, investigador de la Universidad de Cádiz y autor que ha liderado este estudio.
Esta investigación, ha precisado en la nota de prensa difundida por la Universidad de Cádiz, se planteó para conocer el potencial de las especies vegetales para ser dispersadas por las aves migratorias hacia futuras áreas más favorables.
El trabajo se ha centrado en comunidades de aves que consumen los frutos y dispersan las semillas de comunidades de plantas.
“Un pájaro que ingiere un fruto mientras se encuentra en migración tiene el potencial de dispersar sus semillas a larga distancia, confiriéndole la posibilidad de colonizar nuevos territorios; pero si esas semillas viajan hacia el sur, están yendo en la dirección equivocada en términos de adaptación al cambio climático”, según Beatriz Rumeu, investigadora en la UCA y coautora del estudio.
Aunque todas las aves migratorias de Europa migran en la misma dirección (de sur a norte en primavera y de norte a sur en otoño), este estudio ha demostrado que las aves con mayor potencial para dispersar plantas europeas hacia latitudes más frías son las especies paleárticas, las que no cruzan el Sáhara durante su migración, sino que invernan en el centro y sur de Europa o en el norte de África.
Estas especies son, en general, muy comunes y abundantes en el continente europeo, como los petirrojos, las currucas capirotadas, los mirlos, y varias especies de zorzales.
“Aunque se trata de especies comunes, el potencial de dispersión de semillas al norte recae en solo un puñado de especies, algunas de ellas muy cazadas en la cuenca mediterránea, tanto legal como ilegalmente. Creemos que nuestro estudio da valor añadido a especies consideradas vulgares, ya que sobre ellas recaería el peso de ayudar a las comunidades vegetales europeas ante el cambio climático”, ha manifestado González-Varo.