VICENTILLO, El Seibo.-Haciendo honor a su nombre, cascada «El Cacao», es una delicia de la naturaleza muy conocida por la gente de Vicentillo y que es una atracción que se oculta en medio de una plantación de cacao, en el Distrito San Francisco-Vicentillo, a 42 kilómetros al Norte de El Seibo.
La caída del agua produce un raro sonido al chocar con las rocas, creando centelleos de agua que salpica toda el área, como si fuera un sistema de regio con regola.
Un jardín natural de amapolas antecede al recurso natural, lo que hace más atrayente el lugar.
La pesca en la charca es frecuente y abundan jaibas, camarones, guabinas, tilapias y chopos.
Su nombre es obvio, viene dado por la gran producción del grano aromático en la zona y las excursiones se realizan desde la fábrica de chocolate y vino de cacao de la Asociación de Mujeres Esperanzas Unidas de Yabón, en Vicentillo.
Es prácticamente notas musicales de piano produce el agua cuando rompe en los verticales acantilados.
La caída del agua parece romper el viento que se cruza en medio del cauce, desde una altura de 22 metros.
En tiempo de lluvia, la cascada El Cacao, parece la reina del bosque con su aterciopelada melena de agua, abrazada por un bosque verde, compuesto mayormente por plantaciones de cacao, donde la frescura dada por los vientos que jamaquean los árboles, se aposentan en los humanos, para sentir una agradable sensación de frescura.
Los destellos y salpicos de agua dan la impresión de que se está frente a un grifo de agua, que ha reventado por la presión del agua ejercida por los vientos alisios.
Es tan perceptible su lecho, que al correr las aguas, una vez depositada en la charca, van formando galerías de pozas, que al mirarla fijamente se percibe como un cascarón de huevo, pero lleno de agua en vez de los embriones.
Su anchura guarda afinidad con el bosque; cuando llueve se extiende hasta por 60 metros, mientras que la conformación de las paredes entre las cuales corre el preciado y blanquesino líquido, está compuesto de rocas negras.
Sentarse debajo de las plantaciones de cacao adyacentes para contemplar las aguas caer en destellos, es algo emocionante, que puede ser aprovechado para soltar las musas y hacer chorreras de poemas y versos a la naturaleza o al amor.
Es una cascada que nace de la desigual resistencia que oponen las rocas a las corrientes de agua del cauce del río Yabón, en cual se conocen hay unos 6 saltos o cascadas, protegidas por una espesa y acentuada vegetación.
Los obstáculos rocosos hacen de las chorreras longitudinales del río otro espectáculo digno de observar.
La bajada vertical, que interrumpe el curso del río para establecer el salto, atrae a cualquier mortal que atesore la naturaleza, ya que en su trajinar por el cauce el agua va formando extraordinarios remolinos, provocado por la turbulencia.
Su lecho rocoso permite la celeridad de las chorreras, que son aprovechadas por los turistas que visitan la zona.
Salto El Cacao, es un verdadero espacio húmedo para la meditación y el descanso espiritual de quienes osen abandonar la ciudad en el verano y disfrutar la naturaleza.
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