La deforestación de la selva del Amazonas se ha multiplicado por seis en los últimos años como consecuencia de la subida del precio del oro, ya que esta situación ha llevado a los mineros a pequeña escala a explotar aún más la zona, según un nuevo estudio de la Universidad de Duke (Estados Unidos).
El trabajo, publicado en ‘PLoS ONE’, se basa en un combinado de imágenes captadas por satélites de la NASA durante los últimos seis años, además de en los análisis realizados acerca de los precios del oro y las importaciones de mercurio.
Así, se ha determinado que alrededor de 7.000 hectáreas de bosques vírgenes y humedales se han convertido en centro de minería entre 2003 y 2009 con un aumento dramático de la deforestación. «Existe una zona concreta en la que se ha extendido la práctica minera, pero también hay muchas áreas dispersas, pequeñas pero en expansión, que son más difíciles de controlar y que pueden desarrollarse rápidamente», ha explicado una de las colaboradoras del estudio Jennifer Swenson.
Swenson ha señalado que gran parte de la deforestación visible en las imágenes de los satélites ha sido causada por la minería no regulada, por los mineros artesanales que, según ha apuntado, es gente de clase social baja y de poblaciones marginadas.
«No hay una gran empresa minera detrás de este problema son mineros autónomos que suelen carecer de tecnología moderna, tienen un conocimiento limitado de los efectos de la minería en la salud ambiental o humana y no saben limitar la liberación del mercurio que usan para procesar el oro», apunta.
Según explica la investigadora, la mayoría de las minas de oro artesanal de la zona provienen de los depósitos aluviales de los cauces y llanuras del Amazonas. Los mineros asedian las riberas de los ríos y los bosques claros, con planicies de inundación, para buscar posibles depósitos de grava de oro y usan mercurio para procesar el mineral.
En este sentido, destaca que el mercurio contamina el agua del río y del suelo, y los estragos en el sistema nervioso de los mineros y sus familias también «pueden ser graves».
Además, Swenson apunta que la minería de oro a pequeña escala es la «segunda fuente más grande de contaminación por mercurio en el mundo», sólo por detrás de la quema de combustibles fósiles. Del mismo modo, advierte que el mercurio de las minas artesanales «pueden viajar cientos de kilómetros en la atmósfera, en las aguas superficiales o asentarse en los sedimentos y ascender en la cadena alimentaria en peces, mamíferos salvajes que se alimentan de éstos y seres humanos».