A los políticos estadounidenses se les entiende todo. El enviado especial de Obama para el Cambio Climático, Todd Stern, no es una excepción. Ayer, recién aterrizado en Copenhague para la Cumbre del Clima -a la que llegó antes que sus homólogos europeos- dejó clara su postura ante un pacto: «EE UU no firmará Kioto ni nada que sea lo mismo pero con otro nombre». También mostró sus cartas sobre las ayudas a los países en desarrollo para luchar contra el calentamiento. «Podría haber inversiones para adaptación en países pobres y en bosques. Pero no veo dinero público de EE UU destinado a China». EE UU ve a China como su próximo gran competidor y no piensa financiarlo.
Stern admitió que EE UU es el gran responsable del calentamiento en términos históricos (ha emitido desde 1890 tres veces más CO2 que China), pero se negó a pedir perdón: «Durante 200 años la gente no sabía que el CO2 causaba este problema», dijo. «El país en el que las emisiones crecen dramáticamente es China. En 2030 van a ser un 80% superiores a las de EE UU. No puedes controlar este problema sin China. Tiene una economía pujante aunque están lejos de nosotros. Pero las emisiones son las emisiones. Sólo hay que mirar el mapa».
Sus palabras fueron lo más claro en una confusa jornada. Primero un borrador danés que establecía que las emisiones deben tocar techo en 2020 levantó las iras de los países en desarrollo. El portavoz de estas naciones pobres, el sudanés Lumumba Stanislaus Kaw Di Aping, siempre dramático, afirmó que supondría la muerte para África. El negociador jefe de la Comisión Europea, Artur Runge-Metzer, ironizó sobre sus declaraciones: «Él vive en Nueva York». Luego, la ONU aseguró que ese texto «no estaba sobre la mesa», pero no aplacó los ánimos.
La ‘contracumbre’
La Cumbre tiene su contracumbre y se está organizando. La policía danesa confiscó ayer material de protesta para la manifestación prevista para el sábado: escudos, globos con pintura, escaleras «y otros elementos para causar violencia», según el portavoz de la policía, Henrick Suhr, quien advirtió: «Esto no va a ser Seattle», en relación con los violentos disturbios antiglobalización de la cumbre de la Organización Mundial del Comercio de 1999. La presencia de 110 jefes de Estado y de Gobierno que planean acudir a la Cumbre del Clima ha disparado las alarmas.