El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales patrocinó una conferencia sobre la degradación de tierras y sus consecuencias sociales, económicas y ambientales con la participación de expertos internacionales de la FAO, la CEPAL y el Mecanismo Mundial de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación.
La actividad, organizada a través del viceministerio de Suelos y Agua, se llevó a cabo en el marco de la celebración del Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación, y se trataron temas como la desertificación, su ocurrencia, causas y mecanismos para combatirla; además, la importancia del recurso suelo, su estado y acciones necesarias para su conservación.
Otros temas debatidos fueron la Degradación de Tierras y sus Impactos Sociales, Económicos y Ambientales (estudios de caso en America Latina y El Caribe); y Flujos Financieros Hacia el Manejo Sostenible de Tierras, en el marco de la aplicación de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación.
Con esta actividad, que estuvo encabezada por el ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, doctor Jaime David Fernández Mirabal, el Ministerio reafirma el compromiso asumido para combatir la desertificación y la degradación del suelo.
El Día Mundial de Lucha Contra la Desertificación se conmemora a lo largo y ancho del planeta con eventos en África, Asia y el Pacífico, América y Europa.
La degradación de la tierra es un problema mundial que afecta a la quinta parte de la población en más de 110 países; 230 millones de personas son directamente perjudicadas por este fenómeno, y más de 900 millones que habitan en tierras secas o semi-secas, sufren sus efectos.
La desertificación se ha convertido en una de las amenazas más graves contra la humanidad. Es conocida como la última etapa del proceso de degradación del suelo, causada, la mayoría de las veces, por un manejo inadecuado del mismo. Inicia con la disminución de la productividad y concluye con la pérdida de ésta etapa prácticamente irreversible.
Los expertos que disertaron en la conferencia fueron el doctor Alan González Figueroa, asesor regional para Mesoamérica y El Caribe del Mecanismo Mundial de la UNCCD, el doctor Jesús David Gómez Díaz, de la FAO/México; y el doctor Pedro Núñez, experto del IDIAF, República Dominicana.
Asistieron, además, el viceministro de Suelos y Agua, Manuel Serrano; Margarita Antrálaga, directora regional del PNUMA; y Heitor Matallo, encargado de la Unidad de Coordinación Regional para América Latina y El Caribe de la CNULD.
Al referirse al tema de la degradación de la tierra y en ocasión del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación, el Secretario General de la ONU Ban Ki-moon ha hecho llamado a la comunidad internacional: «Reafirmemos nuestro compromiso en la lucha contra la desertificación y la degradación de las tierras y en la mitigación de los efectos de la sequía y reconozcamos que cuidar de nuestros suelos equivale a cuidar de la vida en la Tierra».
Ban Ki-moon ha recordado que más de mil millones de personas pobres y vulnerables viven en las zonas áridas del planeta, «donde las actividades encaminadas a alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio tropiezan con dificultades particulares y, por ello, se han quedado rezagadas».
Las tierras agrícolas, tanto en zonas secas como de bosques, son las más gravemente afectadas por la degradación de la tierra. Abarcan aproximadamente una cuarta parte de la superficie terrestre del mundo y producen el 95% de todas las proteínas de origen animal y vegetal, y el 99% de las calorías que consumen los seres humanos. Durante los últimos 50 años, dos tercios de las tierras agrícolas han sufrido degradación en cierta medida y, prácticamente, el 40% de las tierras agrícolas del mundo se encuentran gravemente degradadas.
A nivel mundial se estima que la desertificación afecta 1,900 millones de hectáreas y, cada año, 10 millones quedan inservibles para labores agrícolas. La región más dañada es África, donde 65% de la superficie es árida. América Latina y el Caribe tienen una superficie de 20,18 millones de km2, de los cuales un 25% corresponde a tierras áridas, semiáridas y subhúmedas secas. De este total, el 75%, es decir, 378 millones de hectáreas, presenta serios niveles de degradación.
El PNUMA calcula que cerca de tres cuartas partes de las tierras secas de América Latina están moderada o gravemente desertificadas por el establecimiento de modelos de desarrollo no sostenibles, aunque también influyen la deforestación y el sobrepastoreo.