Energía global
Existen miles de millones de personas en todo el mundo que carecen de fuentes seguras y constantes de energía, por lo que un hecho tan cotidiano como ‘encender la luz’ para ellos es un privilegio inalcanzable. La falta de energía trae aparejadas otras consecuencias, como escasez de alimentos y agua, falta de salubridad y de educación, etc.
Esta realidad plantea un desafío energético importante: la cooperación y coordinación entre los países que la necesitan y las naciones que pueden ayudarles a conseguirla. El objetivo debería ser que todos los habitantes del planeta contasen con electricidad para alumbrarse, cocinar, mantener los alimentos, estudiar o entretenerse.
Y esa energía debería provenir de fuentes no contaminantes, puesto que depender de combustibles fósiles o de otro tipo de energías que no solo resultan altamente contaminantes, sino que a la larga suele ser muchísimo más caras es algo que las naciones más pobres no pueden permitirse.
Energías renovables
Las fuentes de energías renovables son aquellas cuyo empleo no agota el recurso, como es el caso de la energía solar que capta la luz de sol y la transforma en electricidad y/o calor, la del viento, la hidroeléctrica que aprovecha la fuerza del agua o la geotérmica que capta el calor del subsuelo terrestre.
En general este tipo de instalaciones suelen ser costosas en la etapa inicial de instalación, pero una vez que están en funcionamiento se amortizan con bastante rapidez y acaban por producir electricidad con costos bajísimos y de manera sostenible, es decir que no se agotan recursos ni se contamina el medioambiente.
Consumo responsable
Pero también es importante ser conscientes de que la energía es un bien que debe cuidarse y consumirse de manera coherente y responsable. Y esta premisa debe ir más allá de los costos económicos que deban abonarse, que cada vez son mayores, por lo que no despilfarrarla ni mal utilizarla debería ser una prioridad, tanto para las personas como para las empresas o cualquier tipo de organización.
Apagar las luces de las habitaciones que no están en uso o instalar sensores de movimiento para evitar despilfarros, desenchufar los aparatos eléctricos y electrónicos, emplear bombillas de bajo consumo y no contaminantes, aislar las casa para evitar el empleo de fuentes de frio y calor o utilizar programas de lavado de ropa en frio, son algunas medidas para ser energéticamente eficientes.