Cuenta la leyenda que Cristóbal Colón amarró sus carabelas en una enorme ceiba cercano a la desembocadura del río Ozama, el 5 de diciembre de 1492.
Existe evidencia fotográfica de principios del siglo pasado de la emblemática ceiba aún con vida, pero durante el primer cuarto del siglo pasado había muerto y fue cubierta con cemento y material la base del tronco, durante la construcción del puerto de Santo Domingo.
Durante décadas ha sido un tanto desconocida para los dominicanos, pero aprovechada como punto de interés para los guías turísticos por la leyenda que rodea al monumento.
Sin embargo, el descuido está poniendo en peligro a los restos de la antigua ceiba. Hoy se puede ver vegetación invasora que ya prácticamente la han arropado. Las raíces de los árboles que crecen rápidamente en su base, ponen en riesgo su estructura.
Edwin Espinal Hernández, abogado y expresidente del Comité Dominicano del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), explica a Diario Libre que la Ceiba de Colón como recurso natural y especie de nuestra flora nativa, su conservación es de interés nacional, en virtud del art. 4 de la Ley 64-00 sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales, al tiempo de formar parte del patrimonio natural de la nación. A la vez, por su especial interés histórico y ambiental integra el patrimonio cultural de la nación, por mandato del art. 1 de la Ley 41-00 de 2000.
“De manera pues que tanto los Ministerios de Medio Ambiente y Cultura tienen competencia sobre ella, sin olvidar al ayuntamiento del Distrito Nacional, que en virtud de la Ley 176-07 debe preservar el patrimonio cultural de su jurisdicción. Procede una actuación conjunta y coordinada de estas instancias para su rescate y oportuna señalización como atractivo natural y cultural de la ciudad”, concluyó.