Una moda se difunde desde el Congreso que la televisión dominicana (Nuria) recoge con los “corredores ecológicos” para referirse o a la zona fronteriza o a las autopistas. En los dos casos se asiste a la utilización y difusión de conceptos y paradigmas de la ecología, cometiendo un grave error metodológico y científico, dada la realidad que se quiere definir.
Un “corredor ecológico” es una categoría de manejo y conservación de los procesos ecológicos y de los ecosistemas diferentes que preservan una biodiversidad rica y original que puede extenderse por vías marítima y/o terrestre y conformar un paisaje común. Existe uno solo en el país y no se puede aplicar ni a autopistas ni a “zona fronteriza”. El senador de Elías Piña quiere el desarrollo turístico y ecológico de la frontera y para poder beneficiarse de exoneraciones del pago de los impuestos nacionales y municipales, hace aprobar la creación del “Corredor turístico-ecológico fronterizo”; eso no existe.
Es erróneo y anticientífico utilizar en ese caso “corredor” es una “zona fronteriza” nada más. Ahora, una periodista de renombre habla de “autopista y/o corredor ecológico” recogiendo ese concepto de una ley reciente para preservar las tierras de ambos lados del trayecto, del proceso de urbanización informal. No existe en el país “autopista ecológica” porque una autopista es ecológica cuando en su construcción se implementó tecnologías nuevas relacionadas con el diseño.
Esta debe ser rodeada de vegetación a la altura de los acotamientos y sembrada de árboles como barrera de protección de la fauna pero deben a) Controlar las aguas pluviales (basado en cuencas bio-zanjas), b) reducir la energía y las emisiones (uso de las cenizas volantes y la escoria), c) reciclar, reutilizar y renovar, d) Conservar y proteger los ecosistemas (reducción del impacto en el medio natural), e) dar beneficios a la sociedad (enfoque integral de la construcción sustentable). No hay tales autopistas en el país quizás una “autopista panorámica” (Atlántico) y por lo tanto no pueden existir leyes que regulen “las autopistas o corredores ecológicos”.
La autovía del Coral requirió del visto bueno del Central Romana; por eso, se construyó la circunvalación de La Romana además de generar una plusvalía general de sus tierras con los recursos del Estado: pero ni es ecológica ni es sustentable y si urbanizan sus lados, no lo duden, no serán arrabales, porque los guarda-campestres del Central no permitirán ni invasión, ni urbanización salvaje; tienen dueños.
Vía: Hoy