Son enormes ciudades flotantes que no tienen que cumplir casi ninguna norma de ordenamiento territorial.
Ese turismo tiene graves consecuencias ambientales, como la contaminación de aguas, generación y deslocalización de residuos peligrosos, contaminación atmosférica y destrucción de la biodiversidad marina.
Contaminación orgánica: vierten al mar hasta 95 m3 de residuos de inodoros y 541 m3 de aguas de lavabos, cocinas y duchas todos los días. La laxa legislación actual permite a los cruceros verter residuos sin tratar. La basura producida por un crucero de 2.700 pasajeros puede superar una tonelada diaria.
Un gran crucero produce una huella de carbono superior a 12,000 carros en un día. Uno de una semana por la Antártida produce tantas emisiones de CO2 como un europeo durante un año entero. Estas cifras no ayudan al país en su compromiso con la COP de noviembre próximo.
No eran suficientes dos Puertos de cruceros en el país. Hay que destruir costas para construir dos puertos más: Samaná y Pedernales.
Los vídeos de mis estudiantes samanenses muestran tierra arrasada y nadie dijo nada. Biodiversidad por cheles, ya lo hemos dicho.
Durmieron la gente con el desarrollo preferible a un resto de manglar hediondo y lleno de plásticos como si nuestra indolencia fuera culpa de la naturaleza.
Pero, ¿y Pedernales?
Un humedal Ramsar es lo que cambiaremos por toneladas de contaminación de todo tipo generada por un millón de gente al año, casi 2,400 diarios—según dicen—para quienes no habrá agua cuando estén en puerto.
En vez de Evaluar el impacto de los cruceros en operación, como hizo Mallorca, y trazar un plan sostenible como manda la agenda 20-30, mentiras y espejismos.
En la industria crucerista solo ganan las navieras, y los corruptos, comisiones.
Ángela Guerrero
Bióloga. Botánica. UASD.
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