P. Profesor, el incendio forestal de Valle Nuevo se encamina hacia una tragedia y las autoridades piden auxilio internacional. ¿Por qué el fuego ha alcanzado estos niveles, si ya se había anunciado su extinción?
R. Es que un incendio forestal es sumamente complejo debido a la multiplicidad de factores asociados y en el caso de Valle Nuevo todos los parámetros han favorecido su propagación: sequía, mucho material combustible en el suelo, irregularidad del relieve, topografía sumamente escarpada en la cuenca del río Las Cuevas y fuertes corrientes de aire, entre otras condiciones físicas naturales.
Pero a nuestro humilde entender, son dos factores meramente humanos y económicos las causas primarias que nos llevaron a esta encrucijada: imprevisión y falta de equipamiento.
Imprevisión porque ni en el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, ni ninguna otra dependencia estatal se puede alegar desconocimiento que todos los años existen dos temporadas de incendios forestales (enero-mayo y julio-agosto), para las cuales hay que estar preparados con la logística y las herramientas indispensables para enfrentar cualquier evento de esta naturaleza.
Las brigadas de bomberos forestales no solo deben estar permanentemente entrenándose y atentos ante las eventualidades, sino que es preciso hacer una labor educativa de prevención en las zonas más críticas de la cordillera Central (Valle Nuevo, flanco sur del pico Duarte entre Constanza-San Juan, desde Jarabacoa hasta Restauración-flanco norte); así como la sierra de Baoruco y la sierra de Neiba.
Fuera de estos puntos el peligro de incendios disminuye grandemente porque no hay zonas pineras. Todos los fuegos de Los Haitises, cordillera Septentrional y zona oriental del país (cordillera Oriental y llanura costera del Caribe) son de baja y mediana magnitud y rara vez requieren de brigadas contra incendios, porque los árboles de hojas anchas tienen un patrón de quema muy lento, por la variedad de especies que los conforman.
Toda la gravedad se presenta en las zonas pineras debido a que el pino verde arde y se enciende más rápido que el pino seco. Además, al tratarse de zonas montañosas escarpadas, los incendios son de cabeza, es decir, ascienden rápidamente hacia las cumbres más altas ayudados por los vientos locales que el mismo fuego tiende a incrementar.
Cuando se encienden las copas de los pinos, el fuego se propaga más rápidamente y pone en grave riesgo a las brigadas humanas de combate.
Por ELEUTERIO MARTÍNEZ
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