P. Profesor, la sequía que vive el país se debe al fenómeno de “El Niño”, según las autoridades climáticas, pero las inundaciones sin precedentes que está sufriendo Suramérica, algunas regiones europeas e incluso, Canadá, que no tiene problemas de deforestación, en contraste con las sequías, también sin precedentes que está sufriendo Venezuela y zonas subsaharianas; se deben a los cambios climáticos que está sufriendo el planeta; dígame usted, ¿es El Niño o El Cambio Climático los responsables de tantas anomalías y de la sequía en el país?
R. Ciertamente, la Directora de Meteorología, Gloria Ceballos, en compañía del Director de la CAASD, Alejandro Montás, y demás autoridades del Sector Agua del país; afirmó que la sequía prolongada que afecta al país, con la merma en las fuentes acuíferas, podría agravarse aún más, se debe a las influencias que podría estar ejerciendo en esta parte del planeta la entrada en actividad del fenómeno climático de “El Niño”.
También son ciertas las noticias sobre inundaciones y sequías en diferentes partes del mundo, junto a ciclones catastróficos que han afectado el archipiélago de Japón, y todo se atribuye a los cambios del clima planetario.
Las leyes físicas que gobiernan el comportamiento de la atmósfera son sumamente complejas, y aunque sus influencias pueden predecirse en base a los parámetros y patrones que vienen observándose por muchos siglos, todavía no se tiene la total certeza de que una situación atenuante que ocurra en un punto particular del planeta, por un período de tiempo muy corto, se deba exactamente a las influencias de El Niño o a los cambios climáticos actualmente en ebullición.
Ambas cosas ocurren en paralelo y lo más apropiado es ver el comportamiento del clima como un “todo”, es decir, como el resultado final de la conjunción de los fenómenos atmosféricos, sin discriminar que sea lo uno (El Niño) o lo otro (Cambios Climáticos) lo que pudiese estar ocurriendo.
Lo único cierto es la sequía que estamos viviendo y la seriedad de los problemas derivados, particularmente en el suministro de agua para el consumo humano, para el desarrollo de la agricultura, la pecuarias y demás actividades de la vida de la nación.
Ante esta realidad, la prudencia indica que debemos hacer un uso inteligente de las reservas acuíferas y cuidar los bosques que nos las garantizan.
Por ELEUTERIO MARTÍNEZ
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