Consulta
Profesor, los padres de familia y los oportunistas se adueñan de los farallones y nadie hace nada, ¿a quién le corresponde proteger los bienes del dominio público en la capital?
Respuesta
Esa interrogante se la hace todo el mundo y todo el mundo sabe que el Estado existe precisamente para poner el orden y colocar las cosas en el justo lugar que les corresponden. Hay bienes comunes, colectivos o de todos, que nadie puede abrogarse el derecho de hacerlos suyos y usufructuarlos como herencia de sus padres.
Sorprende, inquieta y hasta agrede la sensibilidad del ciudadano más despistado que a los ojos de todo el mundo, los oportunistas y los mal llamados padres de familia se estén adueñando de los farallones orientales de la ciudad de Santo Domingo, declarados de utilidad pública desde los años 80 y 90, sin que Bienes Nacionales, el Consejo Estatal del Azúcar, el Ayuntamiento de Santo Domingo Este, el Ministerio de Medio Ambiente, la Procuraduría General de la República o el Abogado del Estado se den por enterados.
Donde todos somos responsables, nadie tiene la necesidad de tomar la iniciativa de cumplir con las leyes, pues el Estado brinda mil y una posibilidades para irse por la tangente, encubrir la desidia y aprovechar la oportunidad de salir ileso ante la sociedad que ha elegido autoridades para que defiendan los bienes comunes del patrimonio de la ciudad.
Los farallones orientales, las vistas más impresionantes de Santo Domingo Este, están siendo canibalizados, degradados y secuestrados para uso particular, por cazadores de fortunas u oportunistas que tienen por oficio localizar terrenos del Estado, cercarlos impunemente, buscar infelices o familias humildes que carecen de un techo y vendérselos.
Otros, los más osados, construyen residencias, piscinas, miradores y todo tipo de facilidades para disfrutar de las riquezas naturales de la ciudad, bajo el amparo o la sombra del político que hace galas de su capacidad de penetrar y moverse en el entramado institucional para sacar una carta constancia u otro documento que le dé visos de legalidad o para otorgarle un título de propiedad a sus protegidos. Farallones, plataformas marinas, acantilados precosteros, cavernas con valores culturales e históricos, fuentes de aguas subterráneas hermosísimas y mil recursos naturales que el Estado está en el deber de cuidar para el disfrute de todos, en estos momentos están siendo enajenados en Santo Domingo Este.