P. Profesor, nuevamente Loma Miranda surge como punto de agenda prioritario en el sentir y las expectativas que tiene la sociedad dominicana de cara a su porvenir, pues con los desmontes, cortes y tumbas de árboles recientes, la pista se ha calentado y hasta Falcondo y Medio Ambiente se tiraron los cajones; a usted ¿qué le parece?
R. Es que Loma Miranda significa mucho para el país, las generaciones presentes y para la supervivencia y bienestar de nuestros hijos. Es lo primero y lo que está latente en el sentir y en la agenda social que cada día elabora y prioriza el pueblo dominicano, al avanzar y perfilar su desarrollo.
Para que nadie se llame a engaños, Loma Miranda ya es un área protegida en el sentir popular, aunque su estatuto legal, el Presidente de la República lo haya supeditado a la aprobación de la Ley de Ordenamiento del Territorio, que en estos momentos están preparando y validando los ministerios de Economía, Planificación y Desarrollo, y Medio Ambiente.
Esta montaña, esta riqueza inmensa, ese portento de esperanzas colocado entre Bonao y La Vega, entre el valle y la cordillera, poco a poco se ha ido enraizado en el seno de esta patria de Duarte, Manolo y Piky Lora, que ya no queda un hijo de esta tierra que no esté dispuesto a cuidarla y defenderla.
En la escuela primaria de Juncalito, camino a Las Placetas, a una profesora se le ocurrió preguntarle a sus alumnos, que ¿cuál Parque Nacional les gustaría conocer y visitar?, y casi a coro, le contestaron: “¡Loma Miranda!”.
Todos estamos escribiendo la historia…; un grupo en el campamento a orillas del río Jagüey; otros en la Cooperativa Vega Real aportando recursos e invitando a sumarse a esta “Obra de amores”; la Academia investigando cada vestigio viviente y haciendo ciencias con los recursos y valores ecosistémicos; las iglesias y órdenes religiosas alimentando el espíritu o derramando bendiciones…; mientras los ediles, congresistas, promotores y líderes sociales hacen su parte y se esmeran en dar constancia de su compromiso con la causa de Miranda.
Esta es una experiencia hermosa y fresca como el agua…, con olor a campo y perfume de Pino Criollo. Todos queremos y propugnamos por un desarrollo con “rostro humano y sempiterno”, más allá de las luces de la fantasía de un bienestar efímero, que se diluye como la sal de cromo.
Vía: Hoy