P. Profesor, el entorno del Jardín Botánico Nacional se está utilizando para prácticas de pelota, ¿no le parece una inconsecuencia y un paso hacia la arrabalización?
R. Es lamentable, pero así es. Este pulmón verde de la capital dominicana, uno de los espacios públicos que con más esmero se cuida y protege, es utilizado con frecuencia por los jóvenes del entorno del Jardín Botánico Nacional para las prácticas de pelota o baseball juvenil.
Esta preocupación es válida porque lo mismo ha pasado con el Parque Mirador del Sur, donde los muchachos de los barrios de la periferia sur, al no contar con un espacio para ello, lo utilizan con alguna frecuencia para sus prácticas de pelota, arruinando la grama y afectando el ornato, que muchas veces luce maltratado y desmejorado su aspecto físico.
En ocasiones también se ha observado la instalación de paleteras y la venta ambulante de chucherías en el mirador de la Avenida de la Salud, la más utilizada para la recreación pública y, a todas luces, ese es un paso inequívoco del proceso de arrabalización que desdice el objetivo y las funciones para los cuales se crean estos espacios de esparcimiento y amenidad ciudadana.
Aunque en el caso del Mirador del Sur ocurre en su interior y en el Jardín Botánico se da en la periferia, es recomendable que las autoridades y los usuarios se mantengan alertas, porque cada día son menores los espacios públicos de calidad con que cuenta la capital dominicana para ofrecer a sus habitantes, y probablemente esa no sea una prioridad de los gobiernos que solamente ven el éxito de su gestión en las grandes infraestructuras, que nada tienen que ver con el verde y la presencia de la naturaleza.
El Jardín Botánico Nacional debe ser cuidado como una tacita de porcelana, porque en estos momentos está rebasando con creces las funciones para las cuales fue concebido. Es decir, este recinto que resguarda las mejores y más amplias muestras de la flora de la isla de la Hispaniola, no solo cumple a cabalidad con este propósito, sino que por su contenido, la calidad de su paisaje y su amenidad, también es valorado positivamente por el papel relajante y placentero de las caminatas matutinas y vespertinas.
Santo Domingo crece en población, pero disminuyen sus espacios verdes. Esa relación es inversamente proporcional a la salud y la calidad de vida ciudadana.