P.- Sr. Martínez, usted hace mención de los pecados ecológicos cometidos por las naciones industrializadas del mundo, los cuales han traído como consecuencia el agravamiento de los cambios climáticos que sufre el planeta, pero omite el factor denominador común, básico, fundamental del problema: el crecimiento descontrolado de la población mundial, ¿no le parece?
R.- Le concedo razón hasta cierto punto, pues el aumento exponencial de la población mundial experimentado durante el siglo pasado, es algo proverbial y totalmente insostenible, porque la Tierra tiene una capacidad de carga finita, mientras que las demandas de bienes y servicios ambientales, son infinitas y crecientes en la misma proporción en que aumenta la población; sin embargo, también hay que mirar hacia el otro lado.
El problema no radica exclusivamente en la cantidad de personas que actualmente define la “huella ecológica” de la Tierra, los cálculos de los expertos dicen que todavía hay espacio para algunas más; sino en la conducta de los pasajeros que han abordado esta nave planetaria y sobre todo, las condiciones físicas en que ésta se encuentra actualmente, en su marcha indetenible en procura del horizonte que tiene trazado desde el principio y en la búsqueda del porvenir al que aspira la totalidad de la tripulación.
Es decir, toda la humanidad marcha en el vehículo del desarrollo, pero ahora mismo se le está acabando el combustible fósil, pierde fuerza al avanzar por la cuesta empinada de los intereses de los viajeros en primera clase y, para colmo, se ha pinchado el tubo de escape, los gases de invernadero se concentran cada vez más en la cabina, no se pueden abrir los vidrios y cunde el pánico, pues la amenaza es asfixia colectiva, donde probablemente no se salve ninguno de los viajeros.
Pero los mecánicos provenientes de todas las latitudes del planeta, están analizando el problema a profundidad en Copenhague y se espera que a más tardar el viernes de esta semana, arriben los dueños para pagar por los servicios prestados hasta el presente y lo que falta para su reparación definitiva. No obstante, el escepticismo se ha apoderado de los más experimentados y no garantizan éxito alguno. Los más ricos (Estados Unidos y China), son los primeros en negarse a pagar el precio justo para resarcir a la inmensa mayoría de los más pobres (Grupo de los 77) y amenazan con retirarse definitivamente de las negociaciones. Esperemos los últimos capítulos de esta novela.
Via: Hoy Digital