P.- Profesor, en la red están circulando fotos y comentarios increíbles sobre el proceso de carbonización de la Sierra de Baoruco que realizan los haitianos ¿Qué tan grave es la situación, porque si nos atenemos a su tesis de que esta cadena montañosa es un tesoro de la biodiversidad de la Española, más que un proceso de carbonización, estamos hablando de una verdadera tragedia nacional?
R.- Y así es, aunque los dominicanos no comprendamos la realidad. Es proverbial la riqueza biológica de la Sierra de Baoruco, una verdadera joya de la flora insular y un tesoro de la fauna terrestre. Un solo dato bastaría para ilustrar de qué hablamos. Esta cadena de montañas concentra el 52% de la totalidad de orquídeas endémicas de la isla y la mayor expresividad de formaciones y asociaciones ecológicas del territorio insular.
Hablando en términos figurados, en la sierra existe una superpoblación de coníferas y un hacinamiento de formas de vida. Es difícil imaginar, pero es como un barco atiborrado de expresiones botánicas y zoológicas únicas o súper especializadas, que no existen en los demás sistemas montañosos del país. Sin embargo, todas estas riquezas se están convirtiendo en cenizas.
Cualquiera puede teorizar sobre la situación de la frontera, pero quien no conoce la realidad, jamás podrá formarse un juicio de valor sobre lo que allí ocurre. Haití tiene bien poblada su frontera de Norte a Sur, pero de este lado, la única población nativa son dos o tres guardias en cuarteles cuyas distancias se miden en horas. Los haitianos tienen que talar a diario los bosques dominicanos como única alternativa de supervivencia. Para que se entienda mejor, en Haití ya no hay árboles que cortar, su floresta esta arruinada, salvo algunos picos y laderas con muestras relictas que otrora fueron inmensas alfombras verdes.
Como el bosque desapareció, la erosión se llevó la capa orgánica. No hay suelos para cultivar y los únicos ríos con agua provienen del territorio dominicano. Allí la pobreza no tiene límites, pero todos los días hay que comer y lo que aparezca se tiene que preparar con leña o carbón. Los únicos chelitos provienen de esta actividad. Es asunto de vida o muerte. Aunque coloquemos un guardia cada 50 metros, construyamos el muro chicano o la muralla china, los haitianos van a burlarla. La realidad no se ve en la red, ni mucho menos se resuelve con mensajes virtuales.
Por: Eleuterio Martínez
Hoy Digital