P. Profesor, regresaron las lluvias y los reportes que llegan desde Puerto Plata, Monte Cristy, Santiago Rodríguez y Dajabón entre las nueve provincias declaradas en “alerta verde” por el COE, hablan de daños considerables a las propiedades, la agricultura y desplazamientos humanos, entonces ¿qué es mejor, que llueva o que no llueva?
R. Las lluvias siempre serán bienvenidas y motivos de alegría, pues sus beneficios tienden a superar cualquier daño o catástrofe natural que pueda ocurrir, porque no hay catástrofe mayor que una sequía de 9 meses y hasta 13 o 14 meses como acaba de pasar en la Línea Noroeste, en la frontera y el Suroeste.
El mejor ejemplo de lo que significa una sequía prolongada lo acaba de sufrir Santiago de los Caballeros y pueblos aledaños o que dependen del Acueducto del Cibao Central, con el agotamiento, hasta tocar fondo, del embalse de la Presa de Tavera, la cual colecta las aguas de una de las zonas productoras de agua más importante que tiene el país.
Es que la vida se ausenta con las sequías. Nada resulta más aterrador que ver el ganado muriendo porque ni tiene pasto, ni agua para saciar su sed. Este espectáculo, que solo se observaba en programas y documentales televisivos, hoy lo aceptamos como algo normal en los pueblos de Monte Cristy, Santiago Rodríguez, Dajabón y el entorno del Lago Enriquillo.
Pero la esencia del problema no reside en que llueva o que no llueva, si no que las cabañuelas, las lluvias de mayo y las vaguadas de agosto y septiembre, no son predecibles y los agricultores tienen que adoptar nuevas estrategias para saber cuándo deben hacer sus siembras, pues el clima ha cambiado totalmente.
Ya los expertos no saben en cuál idioma deben alertar a la humanidad sobre los cambios que está sufriendo el clima planetario, ni de advertir que son las islas los espacios más vulnerables de la Tierra. Lamentablemente y según los científicos de IPCC, todos estos eventos del clima han sido desencadenados y agravados por la inconducta humana, por la forma equivocada en que nos relacionamos con nuestra madre naturaleza.
En RD tenemos que cuidar cada árbol en pie en las altas montañas, zonas cordilleranas y las cuencas hidrográficas, pues no existe estrategia mejor que devolverle a la naturaleza las condiciones originales que siempre han gobernado su estabilidad: el bosque.
Vía: http://hoy.com.do/
Por ELEUTERIO MARTÍNEZ
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