P. Profesor, ¿dónde quedó el proyecto de Ley sobre Libre Acceso a las Playas?
R. Probablemente en algún gavetero de los escritorios de los senadores José Rafael Vargas y Félix Nova, quienes tomaron esta noble iniciativa de devolverle a los dominicanos lo que la Constitución de la República le consagra como suyo.
Desafortunadamente nuestras playas no son nuestras, no nos pertenecen aunque usted piense todo lo contrario o hasta que llegue con traje de baño puesto a ciertas playas de Cabarete y un guardia le diga: ¡Esta es una privada, abandone…!
Pero eso mismo ocurre en Bávaro, Catalina, Macao, Cabeza de Toro, Punta Gorda, Uvero Alto y ¿qué decir de Punta Cana, Bayahíbe o Cofresí? Lamentablemente, cuando la impotencia nos señale como única alternativa marcharnos a su casa a cambiarnos de ropa, nos habremos percatado de la realidad.
Lo que dice la Constitución, no es lo que quiere decir la Constitución. Pues su artículo 15 es bastante claro; el libre acceso a playas, ríos, lagos y lagunas que tienen los dominicanos, tiene fuerza de ley únicamente después que se respeten los derechos inviolables de propiedad privada.
Si usted no lo cree, pues le buscamos a la síndica de Cabarete, perdón, a la señora alcaldesa y al señor José Espejo, dueño de este proyecto para que se lo explique y si no logra entenderlos, pues le buscamos la fuerza pública que tiene mejores métodos para una comunicación efectiva.
El miedo al miedo nos tiene secuestradas las buenas intenciones antes de que nazcan. El libre ejercicio de conjugar los verbos en todos los tiempos, nos permiten decir elegante e irresponsablemente que lo dicho, no es lo que se dice.
Parece que Félix Nova y José Rafael, cometieron el error de no consultar al Conep, la Asociación de Bancos Comerciales, los hoteleros y Acoprovi, antes de ocurrírsele tal adefesio contra el “turismo”; pues su proyecto de libre acceso a las playas, solo funciona en Río de Janeiro, donde a nadie se le ocurriría privatizar a Copacabana, Leme, Ipanema o Leblón, donde se concentra la mayor hotelería de Brasil y uno de los puntos de turismo de masa más grande del mundo.
Las normas del buen comportamiento tiene que estar garantizadas en todo momento, no solo en las playas y balnearios del país, sino como eje transversal en todo conglomerado humano, pero no conculcando todos los derechos ciudadanos por el temor a la inseguridad.
Por ELEUTERIO MARTÍNEZ
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