P. Profesor, por fin el Gobierno dominicano inicia el rescate y relanzamiento del Parque Nacional Litoral Norte – Puerto Plata, 45 años después de su creación ¿qué opinión le merece?
R. Puerto Plata tiene personalidad propia, auténtica, única y su rostro lo define su naturaleza. El Puerto de Plata como el Almirante de la Mar Oceana y sus impávidos historiadores de Indias acompañantes bautizaran la desembocadura del río San Marcos en el Atlántico, al contemplar el espectáculo de indescriptible belleza que se abría ante sus ojos, al contemplar a la loma Isabel de Torres adornada con el envés de las hojas del Yagrumo en las horas que precedían al mediodía.
Ya el Ministerio de Cultura había anunciado tímidamente el rescate del Centro Histórico de Puerto Plata que incluye el “Fuerte de San Felipe”, pero esta vez es el Ministerio de Turismo que construye un anfiteatro en La Puntilla, en el malecón de Puerto Plata y con el océano Atlántico como telón de fondo; para resaltar las cuencas visuales de inusual belleza que posee el litoral norte de República Dominicana.
Es de justicia reconocer la visión que tuvo el Dr. Balaguer al crear el Parque Nacional Litoral Sur, en 1968 – Malecón de Santo Domingo, para resaltar la belleza y la vista más amplia de las Antillas que da hacia el mar Caribe y luego, tres años después (1971), al crear el Parque Nacional Litoral Norte – Malecón de Puerto Plata, que mira hacia el Atlántico.
Santo Domingo y Puerto Plata, aunque de espaldas, son las dos ciudades dominicanas mejor privilegiadas por la naturaleza, al brindarle el panorama de indescriptible belleza y armonía de azul, que solamente pueden crear el mar Caribe (en el primer caso) y el océano Atlántico (en el segundo).
Puerto Plata se había aletargado después del “mérito insuperable” que le otorgó la historia, al abrirle las puertas del turismo al mundo; pero como la cantidad siempre anda detrás de la calidad, hoy se levanta imponente y sin rubor, para mostrar nuevamente las intimidades de una naturaleza, que si bien es cierto ha perdido su virginidad en Costambar, Mara Picá y Cofresí, a nadie le cabe dudas las dotes de reina que aún conserva y que si se le presta la atención debida puede ser restaurada hasta rescatar su sello de originalidad.
Ya están encendidos los motores del porvenir, Maimón y Bergantín esperan su turno.
Por ELEUTERIO MARTÍNEZ