P. Profesor, la justicia climática es lo que está de moda. ¿Podría aclararnos este concepto?
R. La idea de la justicia climática es promover una transición justa hacia un futuro sostenible y libre de combustibles fósiles y que a la vez, proteja a las personas y países más vulnerables al cambio climático.
Este reclamo parte desde el mismo seno de las Naciones Unidas, donde muchos de sus documentos, incluidos los últimos informes del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambios Climáticos, revelan que los impactos del cambio climático afectan con mayor rigor a las poblaciones pobres del planeta.
Es decir, el agravamiento del cambio climático trae como resultado mayores riesgos para el bienestar de los seres humanos (inundaciones, sequías, hambrunas, escasez de agua potable, plagas, enfermedades y muertes), pero los más indefensos o vulnerables, son los más pobres, las personas más humildes y quienes no disponen de nada o de escasos recursos para su supervivencia.
Los ejemplos incluidos en el último informe de la ONU muestran por qué la crisis climática es un asunto de justicia ambiental, cultural y social, pues los eventos climáticos extremos destruyen hogares, infraestructuras de toda índole, reducen la producción de los cultivos y hacer que algunas condiciones de trabajo sean imposibles. Mientras las personas y los países más ricos pueden posicionarse para adaptarse a estas nuevas circunstancias, los más pobres luchan con un aumento del precio de los alimentos y una reducción de la producción de los cultivos. Los países que carecen de infraestructura y viviendas de calidad son menos capaces de enfrentar las olas de calor extremas, las sequías, las inundaciones, los ciclones y los incendios forestales. La escasez de agua y la falta de acceso a los alimentos luego de un evento climático extremo es también un gran problema para los países más pobres y las personas más pobres que habitan los países ricos.
Es decir, París tiene que parir soluciones o de lo contrario, ricos y pobres veremos el colapso del planeta y nosotros con él.
Por ELEUTERIO MARTÍNEZ
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