P. Profesor, durante los últimos meses fueron frecuentes los reportes del nacimiento de tortugas en diferentes puntos de las costas dominicanas; ahora le tocó a la isla Saona ¿podría decirnos a qué se debe la presencia masiva de tortugas marinas reproduciéndose en el país?
R. La reproducción de tortugas marinas en las costas dominicanas no es ninguna novedad. Siempre ha sido así, al menos, desde que se formó La Hispaniola. Lo único nuevo es que ahora se le está prestando mayor atención y el seguimiento es un componente del manejo que siempre estuvo ausente y ahora se está implementando.
Esa es la importancia del estudio que se le debe dar a los recursos naturales y en especial a la biodiversidad que atesora la naturaleza dominicana, para conocer a fondo nuestra identidad biológica y la singularidad que la distingue de otros espacios insulares de la región caribeña.
¿Pero no será que hay algo anormal…, algún factor relevante que esté ocurriendo en los mares o con los cambios del clima o quién sabe qué cosa, para que las tortugas se apresuren a venir a las playas dominicanas, en lugar de hacerlo a otros puntos de los mares y océanos del mundo?
Aunque todo es posible, no hay que ir muy lejos, basta con recordar que en Güibia, todos los años se reporta la presencia de tortugas desovando; que en el puerto de Haina, en medio de contenedores y vagones, siempre aparecen tortugas marinas intentando encontrar un espacio para colocar sus huevos.
De hecho, la historia de Mochita, que a todos los amantes de la naturaleza nos conmovió, es el mejor ejemplo. Un grupo de pescadores de las costas de Manresa, mataron a palos a una tortuga que años anteriores le habían mutilado parte de su caparazón y cuando ufanos mostraban como hazaña su crimen contra esta indefensa criatura, todo el mundo y por todos los medios, la respuesta que le dieron fue el repudio y la condena a estas acciones.
Pero el mayor peligro para la supervivencia de las tortugas, no son los pescadores que frecuentemente las atrapan en sus redes, sino el turismo. Anteriormente las playas de Quisqueya eran exclusivas de las tortugas, pero ahora tienen que compartirlas con los turistas, que no solo acuden a sus mismos espacios, sino que se las comen por las propiedades afrodisíacas atribuidas a sus huevos y su carne.
¡Qué destino…!
Por ELEUTERIO MARTÍNEZ
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