Es un espanto que causa horror, el permiso otorgado por el doctor Jaime David Fernández Mirabal para la construcción de una cementera en Los Haitises. Crímenes ecológicos como este que son catalogados dentro de los irritantes y oprobiosos niveles de la «lesa humanidad» por el contenido doloroso y de incalculable daño que le infringe a los ciudadanos de un país, en este caso el nuestro. Es ahí cuando uno llega al extremo de sentir vergüenza de pertenecer a la especie humana, doctor Fernández Mirabal.
Es que las apetencias políticas, o peor aún, el deseo de lucro o la compra de deseos futuros no deben convertir a un hombre en genuflexo e irresponsable al momento de tomar una decisión que afecte y comprometa de manera tan negativa a un país.
Definitivamente, ningún ser humano por cercano que sea a una estirpe especial que Dios le ha dado el privilegio para que con su accionar en la vida estén entre los que se llaman “héroes”, puedan endosarse tales arraigos, sino para comprometerse aún más con ellos.
Pero, también es sabido que sólo los hombres de valor y nobleza se casan con la gloria cuando el destino le toca a su corazón, o la razón o la puerta para emprender una tarea gloriosa en pos de defender los mejores intereses de una nación y de esa manera hacer sentir honrados a sus vástagos, a sus familiares y ganarse el respeto de la sociedad.
La nación está estupefacta, una vez más, porque uno de sus políticos se ha puesto del lado del crimen ecológico, de parte del daño y del abuso; al lado de los que sí pueden en indecorosa actividad, atropellar la sensatez y el raciocinio de técnicos que hicieron su labor, plasmando con puño y letra un informe negativo, que luego en un acto perverso los intereses presionaron para hacerlo variar y cometer así- reitero-, un crimen ecológico sin precedente en la historia nacional.
De todas maneras, felicitamos a mujeres como la doctora Amparo Chantada, a doña Cosuelo Despradel y otras más que al igual que el novel geólogo Osiris de León, el doctor Rafael Antún Batlle, el periodista Rafael G. Santana, el economista Reynaldo Martines Duarte, el síndico Marcos Tavares Fernández, a los muchachos de la UASD , con el estudiante Amaury Florenzán a la cabeza, a los abogados, a los aldeanos y al pueblo en general que con su rechazo y su esfuerzo han recuperado parte de la dignidad y el honor perdido.
A usted y sólo a usted, Fernández Mirabal, va este comentario tan cargado de pena como de tristeza por la infamia imperdonable de semejante diablura cometida contra este pueblo…
Por: Salomón Sanz hijo
Dominicano Hoy