No exagero si digo que ha corrido más tinta hablando de la carretera Cibao-Sur que el agua que corre por muchos ríos que hoy languidecen polvorientos en nuestro país. Ya esto raya en un engendro muy maltrecho, un entremés forzado, entre el cuento y la quimera.
En estos días, varios obispos de reconocida ascendiente visitaron junto a ilustres de la «sociedad civil» el despacho del Sanjuanero que tan dignamente ocupa la primera magistratura de la nación. Su propósito: darle el empujón final para una carrera contra toda prudencia, que lo lleve a atravesar las «escarpadas cimas de quisqueya» y así talvez acortar los trayectos interdiocesanos.
Se hicieron de acompañar de un obtuso mapa «en 2D» que muestra con singular infantilismo la brevísima ruta «de sólo 70 kilómetros» que uniría umbilicalmente los territorios bañados por las presas de moción y sabaneta. «No habrá daño al medio ambiente por esa ruta» también han enarbolado mientras cruzan los dedos .
Cuentan sin embargo que ya no parlaron con un presidente sin datos ni sentido de la pertinencia, sino con un mandatario que ha hecho su tarea, la que han debido hacer todos los «promotores» de la dichosa obra: colocar los cálculos más allá de la ilusión, ver la orografía y sacar cuentas.
De modo que al hacerse acompañar del mapa orográfico (en «3D») que hiciera hace años Frank Moya Pons, donde pueden verse las pendientes, los relieves, los cauces y lo escarpado del trayecto para así de un simple vistazo saber que el caramelo de los «70 Kms.» no es tan dulce como tomar la recta de azua o la autovía del coral.
Nooooo mis queridos obispos, por favor no le digan a nadie que eso es tan fácil, tan barato, ni tan bueno. Noten incluso que después de anunciar la inversión requerida (US$200 MM) y los «frentes de trabajo» el ministro de obras públicas ahora dice: «sólo construiremos dos tramos y le tocará a otro gobierno atravesar la cordillera» noticia esta que es en si misma otra fábula que no soporta un análisis serio.
A ver: ya vamos variando los presupuestos (US$340MM dijeron el año pasado). está claro que hasta el más naif de los mortales sabe que esa obra sobrepasaría los US$500 millones (o sea, casi $25,000 millones de pesos) que el gobierno ni tiene, ni puede gastar en eso y si acaso lo pretendiera, deberían ser «los sociedad civil» y el núcleo de autoridades locales de ambas regiones, electas o designadas, los primeros en unificar criterio y exigir que esos «posibles recursos» se inviertan en temas más perentorios para Santiago, para San Juan y para otros pueblos que aún no tienen resueltos problemas básicos de la condición humana, en materia de seguridad, educación, salud, aseo, urbanismo, vialidad y vivienda.
No me considero un «anti-todo» ni «a favor de nada», pero si entiendo que hacen un flaco servicio a la gobernanza del país todos los que azuzan al gobierno a que emprenda el singular desatino de violentar la ley, contravenir el Artículo 16 de la constitución vigente al atravesar dos parques nacionales, poner en peligro las cuencas hidrográficas que abastecen de agua las presas de Sabaneta y Monción, invertir -derrochar- miles de millones de pesos que (si bien los tuviera el estado) podrían ser destinados a cientos de obras de alto interés social y productivo.
No es por tanto un absurdo utilizar los ejemplos de «los errores de cálculos» hechos ya en vías como Santo Domingo-Samaná, o más recientemente la «circunvalación norte» de santiago, ambas tienen un denominador común: para justificar su construcción se emplearon proyecciones de tránsito muy por encima de lo real. y lo que es peor, hoy en día los costos de sus peajes son prohibitivos para el ciudadano que ya pagó esas obras y que estaba supuesto a beneficiarse de ellas y aún así la carga por concepto de mantenimiento es una lastre que el estado mismo debe reconocer como insoportable, insostenible y vergonzoso.
Entonces a quien han beneficiado principalmente este tipo de obras? pues a nadie más que a los contratistas o concesionarios! Y PREFIERO AL MENOS SOSPECHAR QUE DANILO LO SABE. Si lo que pretendemos entonces es sumarle «una más» a este modelo irracional de desarrollo, adelante pues! adelanteŠenciendan los «gredas», manden los camionesŠ pero, por favor, saquenlo de sus bolsillos y no del dinero con el que los contribuyentes aspiramos a recibir mejores servicios de nuestro estado.
No creo que sea tan difícil de entenderlo: NO VALE LA PENA poner en riesgo los bosques de esa cordillera, ni las cuencas de los ríos, ni la biodiversidad que ahí habita, ni sembrar en asfalto miles de millones de pesos, mientras existan 2 o 3 «posibles opciones» que puedan finalmente ponernos en la ruta Cibao-Sur.
Nelson A. Bautista S.
www.accionverde.com
Coordinador.