Pero hoy se ha planteado construir la carretera Cibao-Sur sin un análisis previo (al menos no nos lo han mostrado) de alternativas viables que minimicen el impacto ambiental. Tampoco hemos conocido el trazado exacto propuesto. Si la decisión viene de la mano de una voluntad, nos parece bien; pero si la voluntad no viene acompañada de análisis profundo, contemplando la variable ambiental, el resultado podría ser dañino. Para unir dos puntos hay infinitas opciones y, en este caso, la línea recta no es la más económica.
Analicemos algunos de los argumentos que se han presentado hoy como “bondades” del trazado que atravesaría decenas de kilómetros de bosques tropicales de montaña:
- Se habla de que se construirá un túnel de entre 4 y 6 kilómetros. La mancha de bosques tropicales de montaña entre San Juan y el Cibao tiene, como mínimo, 40 kilómetros, de los que al menos 22 son bosque estables y maduros. ¿Qué pasará en los restantes 34/36 kilómetros de bosques por los que la carretera irá en superficie? Pues la respuesta la conocemos, porque la hemos visto en otros lugares: agricultura de subsistencia, especulación inmobiliaria, incendios forestales, actividades mineras, degradación de bosques y recursos hídricos, en fin, pan para hoy y hambre para mañana. Por lo tanto, no se puede afirmar que el “impacto a la ecología de la zona será menor que el de cualquiera de las demás opciones”, como hemos leído hoy. La opción que menor impacto presenta, sin alargar mucho las distancias, es hacer pasar el trazado por Bohechío-Padre Las Casas-Constanza, con la ventaja de que se favorecería el desarrollo de dicha localidades. Esto ya lo explicamos en este artículo y hemos mostrado el mapa arriba.
- Se plantea, como elemento a favor, que la carretera servirá como “cortafuegos”. Nada más alejado de la realidad. Los cortafuegos no son carreteras, y viceversa. Al contrario, muchos incendios forestales tienen origen en las proximidades de una vía.
- Se argumenta también que la carretera favorecerá la “reforestación de los predios devastados por tumba y quema”. Al contrario, la carretera favorecerá la penetración de la agricultura de subsistencia. Esto ya se ha demostrado en múltiples lugares de nuestra geografía.
- Se habla de Chile como referente. Ese país tiene más de 15 veces la superficie de República Dominicana, y sólo tiene 6 millones de habitantes más que nosotros. Son dos realidades muy diferentes, no podemos comparar.
- Se habla de una “urgencia” por materializar esta conexión. ¿Siglos incomunicados, y hay que hacerlo ahora todo de prisa y corriendo?
- Para que los jóvenes puedan tener ese intercambio regional que se ha argumentado, no hace falta destruir 40 km de bosques. Lo mismo da que se vayan por Bohechío-Padre Las Casas-Constanza; llegarán más rápido e, incluso, la carretera se podría construir más rápidamente.
- Se habla del “desarrollo del turismo ecológico” como resultado de la nueva carretera. ¿Hay acaso un plan para ello? ¿O serán estos preciados bosques víctimas de una voraz especulación?
- No conocemos la longitud total del trazado final, pero dudamos que la longitud propuesta sea la óptima. Ya hemos demostrado que, saliendo por Monción desde San Juan, se acumulan más de 180 km. Por Bohechío-Padre Las Casas-Constanza, y continuando por vías preexistentes, se reduce a 157 km.
- Escuchamos que la vía contribuirá a descongestionar la ciudad de Santo Domingo, porque habrá un menor flujo de vehículos usando dicha ruta. Esto no es un argumento per-se, porque para ello bastaría con hacer una circunvalación en torno a la capital.
Ejemplos de degradación ambiental debidos a carreteras en República Dominicana hay muchos. ¿Vamos a repetir un error del pasado habiendo alternativas menos impactantes en términos ambientales? ¿Haremos caso omiso del montón de información disponible que nos alerta sobre un crimen ecológico sin precedentes? Quiero creer que no.
Dr. José Ramón Martínez Batlle (Ph.D)
Vía: Geografiafisica