Por: Danilo del Rosario
Ahora se ha creado una gran alarma, llegándose a extremos de satanizar uno de los ecosistemas más singulares del país, alegando que afecta a los agricultores, cuando la responsabilidad es del hombre
El lago Enriquillo, cuenca de 275 kilómetros cuadrados caracterizada en la Convención de Los Humedales, celebrada en Ramsar, Irán, se nutre de las aguas generadas por las lluvias y los acuíferos superficiales y subterráneos que emanan de las sierras de Neyba y Bahoruco, las cuales bordean al lago en sus flancos norte y sur.
La zona donde se localiza el lago tiene un escaso y bajo régimen de lluvia (400 a 500 milímetros por año), lo que unido a una alta evapotranspiración provoca que generalmente su cuenca no esté totalmente cubierta de agua, dejando algunos predios libres que la gente de las comunidades cercanas utilizan para realizar actividades agrícolas y pecuarias, tomándole por consiguiente territorio al lago.
Por otro lado, cuando ocurren períodos de lluvias largos, profusos y continuos, produciendo gran precipitación en poco tiempo, o tormentas tropicales, además de que los flujos superficiales y subterráneos también aumentan sus caudales, una mayor cantidad de agua llega al lago y su cuenca vuelve a llenarse, como ocurre ahora.
En los últimos 5 años, y debido a los cambios climáticos, en la zona ha estado cayendo un promedio de lluvia que triplica el régimen normal, entrándole más agua al lago directamente de las lluvias y de los acuíferos subterráneos y superficiales se han recargado llevando por consiguiente más agua a la cuenca. Esto ha hecho que el lago recupere en forma sostenida y consistente el llenado de su cuenca.
Ha estado ocurriendo lo contrario que cuando largos períodos de sequía limitan la entrada del agua caída por las lluvias y las superficiales y subterráneas, lo que unido a la evapotranspiración da como resultado que el lago en algún momento baja su nivel y se ha podido entrar a la isla Cabritos a pie o en vehículo, cosa que ocurrió previo al huracán David y la tormenta Federico (1979).
Por tanto, lo que ocurre en el lago Enriquillo es un fenómeno cíclico, que está documentado histórica y científicamente (Crónica de Indias, de Gonzalo Fernández de Oviedo, lo hizo Fray Bartolomé de las Casas, y está en el folleto Flórula de la isla Cabritos, del profesor Eugenio de Jesús Marcano, lo mismo que en un informe técnico de la visita realizada al lugar por expertos de la Secretaria Nacional Medio Ambiente del Partido Revolucionario Dominicano en el año 2008).
Ahora se ha creado una gran alarma, llegándose a extremos de querer satanizar a uno de los ecosistemas más singulares de nuestro país, alegando que está afectando a los agricultores, cuando la realidad es el hombre el que ha intervenido irregularmente en este humedal.
¿Qué hacer?
Los estudios hechos por especialistas de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del PRD nos dicen que en términos concretos no hay otra cosa que no sea dejar al lago cumplir su ciclo, y en el caso de los agricultores buscarles tierras en áreas donde puedan desarrollar sus actividades agrícolas y/o pecuarias, al tiempo de que las autoridades pongan en vigor una normativa de cómo operar frente a los efectos del fenómeno, para que en el ciclo de sequía no se perjudiquen quienes se hayan asentado en la cuenca del Lago.
Ya es tiempo de que a través del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, el Ministerio de Agricultura, el Instituto Agrario Dominicano, la Dirección Nacional de Fronteras, la Oficina de Desarrollo de la Comunidad, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones y el Comité Nacional de Emergencias (COE ), el gobierno destine los fondos necesarios para ir en auxilio de los pequeños agricultores de Boca de Cachón, Postrer Río, La Descubierta, La Zurza, entre otras zonas.
El gobierno debe poner en práctica un plan de mitigación para los períodos en que el lago Enriquillo completa y extiende su área de influencia, y destinar los recursos económicos y técnicos necesarios para reducir la amenaza que experimentan estas comunidades, tanto en sus cultivos, como en sus viviendas.
Vía: El Nacional