- El Acuerdo de París: un tratado histórico contra el cambio climático
«Más de 180 millones de personas sólo en el África subsahariana podrían morir como resultado del cambio climático para fines de siglo». La reciente advertencia de Greenpeace sobre el futuro del tercer continente más poblado del mundo, hogar de mil millones de habitantes según las últimas estadísticas, aviva una alerta ya existente. Durante los últimos años, los patrones en las precipitaciones se ha vuelto impredecibles, lo que ha reducido los cultivos en los lugares donde no hay sistemas de irrigación tecnológicos (la mayoría). Menos comida y menos recursos derivan en otra fatal consecuencia, las tensiones entre comunidades y las migraciones forzadas.
Si bien la llegada de lluvias suele ser una bendición en África, en 2017 la alegría se ha convertido en pesadilla en algunos países. Si bien el impacto mediático no ha sido comparable al de los huracanes que han arrasado el sur de Estados Unidos causando daños millonarios, pero con un balance de víctimas muy inferior. Durante la segunda quincena de agosto, varios países africanos experimentaron unas lluvias sin precedentes. Cientos de víctimas mortales, cuantiosas pérdidas materiales y el traslado forzoso de miles de personas que perdieron sus hogares.
El 14 de agosto Sierra Leona vivía uno de los peores dramas naturales que ha sufrido el continente en décadas. Las intensas lluvias provocaron un deslizamiento de tierras que sepultó bajo un lodazal barriadas enteras localizadas en las colinas de Regent, no muy lejos de la capital, Freetown. Las primeras cifras hablaban de más de 100 muertos. Dos semanas después, se hablaba de más de 1.000, aunque lo más probable es que nunca se llegará a conocer el número exacto de víctimas debido a la dificultad para recuperar los cuerpos sepultados bajo el lodazal.
Un día después tuvo lugar otra tragedia similar en la República Democrática del Congo, también ocasionada por un deslizamiento de tierras que arrasó con el poblado de Tora matando al menos 200 personas. Congo se encuentra en una línea de falla sísmica, con lo que experimenta tanto terremotos como erupciones de volcanes con relativa frecuencia. La dificultad de acceso a dónde se produjo el desastre y la falta de equipos para extraer los cadáveres, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), suspendió las operaciones de búsqueda y rescate.
A finales de agosto, la ciudad nigeriana de Benue desplazó al menos 110.000 personas fueron evacuadas por prevención a un escenario similar. Mientras, cerca de la capital de Níger, Niamey, las lluvias torrenciales destruían cientos de viviendas, elevando el número de víctimas mortales en todo el país desde el mes de junio a 44, mientras que el año pasado murieron más de cincuenta.
Preocupación por las ciudades costeras
La preocupación por el devenir en las ciudades costeras de todo el continente es uno de los temas que más inquietan a la Agencia Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP por sus siglas en inglés). «El aumento del nivel del mar causado por el cambio climático podrá exponer a millones de africanos, que viven en las ciudades costeras del continente, a mayor riesgo de inundaciones», sostiene el Dr. Richard Munang, Coordinador Regional del Programa de Cambio Climático en África de la UNEP, en un análisis publicado en Al Jazeera.
África es el continente que mayor ritmo de crecimiento poblacional tiene y se espera que en las próximas tres décadas duplique su población. Sin embargo, sobre su territorio se cierne la amenaza del cambio climático. De continuar la actual tendencia climática, en el año 2050, cinco millones de personas en las ciudades costeras de Mozambique, dos millones en Tanzania, dos millones en Camerún, un millón en Egipto y otro millón en Senegal y Marruecos, estarán expuestas al riesgo de inundación, asegura la UNEP.
Y estas inundaciones revertirían significativamente los logros económicos y de desarrollo alcanzados en las últimas décadas en la región, además de que conllevarán importantes daños a las infraestructuras, perdiéndose lugares turísticos y exponiendo a la población a lidiar con problemas de salud y con un aumento del precio de los alimentos. «La ciencia sobre el cambio climático es clara», sostiene Munang, «para evitar otro deslizamiento mortal en una ciudad costera (similar al de Sierra Leona), África necesita tomar medidas colectivas contra el cambio climático».
Según el Centro de Predicción del Clima del Servicio Meteorológico Nacional de los Estados Unidos, Sierra Leona recibió el triple de las precipitaciones estacionales que se esperaban en ese periodo. Esas lluvias torrenciales son «consecuencia directa» del cambio climático, sostiene Munang. Pero la catástrofe podría haber tenido menos víctimas si se hubiera establecido un sistema de alerta temprana que hubiera permitido evacuar las zonas de mayor riesgo.
El 75,6% de la población urbana en Sierra Leona vive en asentamientos informales. Muchas precarias viviendas se encontraban en la colina de Regent, construidas con materiales que si bien suelen soportan las lluvias, son endebles al viento y nada resistentes a las corrientes de lodo. Munang opina que tanto en Sierra Leona como en el resto del continente, «el cambio climático, junto con otros elementos como la deforestación y la ocupación, contribuyen a estos desastres».
Por su parte, Greenpeace cree que Sudáfrica, un país con un «liderazgo internacional fuerte, pensamiento progresivo y políticas prospectivas», debe ser quien lidere la batalla contra el cambio climático. La organización resalta que el compromiso del país en sus «recortes dramáticos en las emisiones globales de gases de efecto invernadero y en mecanismos para ayudar a los países vulnerables a adaptarse a los impactos del cambio climático».
Carolina Valdehita
AFP (Agence France-Presse)