Dr. José Ramón Martínez Batlle (Ph.D)
En 2002 realicé una investigación para el doctorado “Cambios ambientales y riesgos naturales”, en la cual conté con la dirección de Rafael Cámara Artigas y Fernando Díaz del Olmo. El trabajo se titulaba “Sabanas de la República Dominicana: análisis ecodinámico de patrones tipológicos y sus ecotonos”. Dicho documento puede descargarse íntegramente aquí. Uno de los casos de estudio fue la bahía de las Águilas. A propósito del intento (afortunadamente revocado) del Gobierno Dominicano por vender terrenos en este lugar, transcribo y mejoro alguna información técnica sobre su geomorfología, biogeografía y evolución reciente. El contenido es técnico, pero he intentado explicar los conceptos propios de la geografía física en lenguaje llano o, en el peor de los casos, he incorporado una “traducción”. Aquí lo dejo:
La bahía de las Águilas es un tramo del litoral occidental de la provincia Pedernales, orientado predominantemente en dirección Norte-Sur y con forma cóncava. Se sitúa a unos 200 km al Oeste-Sudoeste de la ciudad de Santo Domingo y a 70 al Sudoeste de Barahona. En total tiene aprox. 8.5 km de longitud, de los que unos 5.4 km corresponden a playa en el tramo central y el resto lo constituyen 2 trozos de costa rocosa acantilada al Norte y al Sur de la misma. Esta singular bahía se inscribe en varias figuras de protección legal dentro del Sistema Nacional de Áreas Protegidas de República Dominicana.
Vista esta definición corta, en lo adelante se hace una descripción más específica, usando como base el trabajo sobre sabanas citado arriba. Primero se muestran algunas imágenes de satélite (en ambas el Norte se sitúa hacia arriba), luego se presentan algunas claves para distinguir en ellas los distintos elementos geomorfológicos y biogeográficos, y finalmente se sugiere una interpretación evolutiva.
La imagen a continuación muestra la parte emergida de la bahía en una composición Landsat cortesía del GLCF (http://glcf.umd.edu/) y del Laboratorio de Geomática de la UNPHU, dirigido entonces por Eugenio Marcano:
Se trata de una composición en color utilizando las bandas 7 (canal azul), 5 (canal verde) y 4 (canal rojo) del sensor Tematic Mapper del satélite LandSat 5, las cuales corresponden espectralmente al infrarrojo cercano y medio, que marcan muy bien la diferencia entre tierra firme y mar (este último, interpretado más adelante, se ha eliminado de la imagen y se ha coloreado de gris). La coloración verde acuosa corresponde a sabana herbácea (superficie cubierta de un tapiz de gramíneas), el marrón claro es sabana arbolada (con árboles dispersos, como un parque) y el verde oscuro con manchas marrones se atribuye a la sabana boscosa (con árboles cubriendo más densamente, sin sobrepasar el 35%). Los tonos oscuros corresponden a sectores resguardados de los rayos solares (emiten baja radiancia en el infrarrojo), y gracias a este contraste se distinguen los escarpes de acantilados y la dolina (depresión típica del karst) al N de la imagen.
En la línea de costa, al centro-Norte de la imagen, en el sector de tonos más brillantes, predomina una playa de arenas (muy blancas, por su carácter predominantemente biogénico, que significa que procede de la destrucción de partes duras de carbonato de calcio de seres vivos marinos fósiles). Constituye igualmente un importante lugar de anidamiento de tortugas marinas, tema que ha estudiado durante años el Grupo Jaragua. En la playa, un poco hacia tierra firme, hay una duna hidráulica (que se deposita por el oleaje cotidiano) ocupada por una sabana arbolada de Uniola virgata (generalmente en macollas) con Guaiacum officinale (guayacán). Ocasionalmente, la sabana arbolada se hace boscosa, porque seguramente explota una reserva hídrica estacional infrayacente (o sea, agua subterránea periódica justo debajo del depósito de arenas). Al centro, se observa una sabana herbácea de Uniola virgata con presencia, a veces abundante, de Melocactus pedernalensis (una especie de cactus melón endémico del lugar, aunque este nombre está en discusión). Todas estas formaciones vegetales son de carácter natural.
En términos más geomorfológicos, hacia tierra firme (al Este, o derecha en la imagen) hasta alcanzar el acantilado, el territorio emergido se divide en 3 elementos:
1) Al Norte una paleoplataforma de abrasión (esto es, una superficie “arrasada” que fue, en algún momento, el borde costero, y que experimentó la erosión marina por abrasión de oleaje cargado de sedimentos gruesos y finos) y deposición de lumaquela fuertemente cementada (la lumaquela es un depósito costero sólido compuesto por restos de conchas empastadas por un “aglutinante”, generalmente carbonato de calcio), que impide el desarrollo de un arbolado denso por la dificultad que encuentran las raíces de atravesarla.
2) Al centro, un sistema alternante de crestas y surcos (gaps) de playa, claramente visibles en la imagen Landsat mostrada arriba.
3) Una pequeña laguna costera con formación de manglar.
Para la visualización y análisis del medio marino se utiliza una imagen de alta resolución que permite distinguir mayores detalles:
Se observan con buena definición los elementos marinos apoyados sobre un arrecife de franja o franjeante. Los sectores más claros corresponden a depósitos de arenas, y los más oscuros se distribuyen entre praderas de algas/fanerógamas marinas y comunidades de coral. Este arrecife es de importancia regional, por su escasa intervención humana, por su extensión y por su variada biodiversidad.
En términos de evolución paleoambiental, se propone un modelo diferenciado en cuatro sectores de la bahía:
1) Al Norte se formaría la plataforma de abrasión, y especialmente la lumaquela. La plataforma pudo haber iniciado su formación durante el Máximo Transgresivo Holoceno o MTH (hace unos 5000 años, cuando el mar habría tenido un nivel superior al actual, “transgrediendo” hacia tierra firme). Al comienzo, habría iniciado la formación de la plataforma y, a continuación, durante de la regresión marina ocurrida después del MTH (el mar “en retirada”), se formaría una especie de laguna costera cerrada parcialmente por la duna hidráulica que habría generado el ambiente propicio para la formación de la lumaquela.
2) Al centro, se formaría un sistema alternante de crestas y depresiones (gaps) costeras alineadas en dirección Norte-Sur (ver imagen Landsat arriba), propias de ambientes con alternancia de períodos de generación de dunas hidráulicas (crestas de playa, que requieren un mayor aporte de carga sedimentaria en forma de arena) y surcos (gaps).
3) Al Sur, por el resguardo que provee punta Timanché, se conformaría un cordón litoral en tiempos recientes que cerraría parcialmente una laguna costera ocupada actualmente por manglares.
4) La formación de los arrecifes actuales debió comenzar desde que se estabilizó el nivel del mar luego de la regresión marina.
Como conclusión de este breve texto sobre la geografía física de la bahía de las Águilas podemos destacar que esta importante unidad ambiental presenta unos rasgos geomorfológicos y biogeográficos singulares. Los más destacados son: 1) la existencia de una paleoplataforma de abrasión con depósito de lumaquela; 2) un sistema alternante de crestas y surcos; 3) una laguna ocupada actualmente por manglar; 4) un sistema arrecifal con comunidades marinas de alto valor ambiental. Su evolución reciente, sugiere que la gran extensión de la bahía permitió distintos ambientes sedimentarios, cuyos depósitos actualmente constituyen un registro paleoambiental de inestimable valor. La ocupación final con sabanas naturales, tanto arboladas como herbáceas y boscosas, sugiere un condicionamiento hídrico aumentado por los depósitos de lumaquela.
La existencia de especies endémicas de flora podría estar relacionada con el carácter insular del sistema Bahoruco-Jaragua hasta el Mioceno (hasta hace unos 19 millones de años). Esto le añade aun más valor ambiental, si cabe, a la bahía y al karst que le rodea. Son igualmente sensibles a las perturbaciones estas y otras muchas especies del lugar.
El modelo evolutivo sugerido, que como se ve es secuencial y concatenado, nos muestra que la bahía existe tal cual gracias a un delicado equilibrio entre geomorfología y biología en los últimos miles de años, y que con cualquier intervención se podría romper. Acciones como el levantamiento de hoteles, la eliminación de la cubierta vegetal, la sustitución por flora introducida, la instalación de muelles para recibir turismo masivo, la construcción de carreteras, entre otras ideas que se han planteado recientemente, no haría más que minar estos atributos naturales, porque todos supondrían impactos negativos graves, tales como: disminución de la disponibilidad de agua por extracción mediante pozos, degradación de hábitats, invasión por especies introducidas, cambio en la deriva litoral con la consecuente erosión litoral, mayor deflación eólica, entre otros.
También hemos recalcado que hay mucho todavía por estudiar en este ecosistema, especialmente en lo relativo al paleoambiente de los últimos 5000 años. Esperamos que haya garantías de que bahía de las Águilas y las demás áreas protegidas de Pedernales no se tocarán. Todas ellas deberían mantenerse como un espacio donde la visitación sea itinerante, impidiéndose a la vez que los recursos más sensibles no resulten alterados. No hay que romper este equilibrio, porque de hacerlo, se acabaría por borrar las muestras más representativas de playas naturales dominicanas, y eliminaría uno de los registros paleoambientales más importantes del Caribe.