En octubre del 2011, durante la celebración de los 50 años de graduados, los ingenieros civiles y arquitectos de la promoción de 1961 de la Universidad de Santo Domingo celebraron una serie de actos, donde ocupó la primacía la conferencia magistral que ofreció el ingeniero Emilio Peralta Zouain en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, en el marco de la cátedra del programa dedicado a la memoria del ingeniero Leonte Bernard Vásquez. Allí, el ingeniero Peralta planteó y describió realidad de que en el país se desconoce el comportamiento de los ríos y arroyos.
Y es que en esa conferencia, el ingeniero Peralta lanzó un llamado desesperado para ver si las autoridades o entes responsables nacionales le ponían atención al problema hídrico nacional, que está alejado de sus múltiples ocupaciones, muchas de ellas más lucrativas y estimulantes. Por eso, nadie toma en cuenta si un río ya no posee los sistemas de medición de caudales que una vez existieron.
Ahora la mayoría de esos sistemas ya son historia al desaparecer por descuido, abandono, ignorancia de su operación, robo o desidia, ya que no es lucrativo colocar en el lecho de un río o arroyo una mira metálica o de madera, o equipos electrónicos más sofisticados que permita conocer sus caudales en todo momento.
La información, que se ofreció en la conferencia, es preocupante, ya que ningún río o arroyo está siendo aforado correctamente, pues todos los sistemas telemétricos, o rudimentarios de una simple regla, o mira de madera, o mecánico, desaparecieron por destrucción, por robo o por falta de mantenimiento o de vigilancia, en muchos de los cuales se invirtieron grandes sumas de dinero para que tales equipos operaran correctamente. En consecuencia, el conocimiento del caudal de los cursos de agua es ahora algo empírico, o a ojo de buen cubero; algunos técnicos por experiencia pueden acertar el caudal de agua de los ríos que va al embalse de algunas de las presas.
Incluso se destacó que los sistemas telemétricos de medición de la presa de Tavera, instalados para conocer permanentemente sus condiciones y prevenir cualquier falla que pudiera representar un peligro para la gran población del Cibao Central y en especial a la ciudad de Santiago, están en desuso por vejez, descuido en su mantenimiento y poco interés de las autoridades en reponerlos, al tener que invertir en algo que ellas pudieran considerar secundario y de escasos beneficios.
Imaginémonos que al no disponer de esos equipos operativos, ocurriera un terremoto junto a una gran creciente del río Yaque del Norte que desbordara la presa, se provocaría una tragedia descomunal que es mejor ni dejarla escrita. Y es que la región, y la ciudad más rica del Cibao, desaparecería con las consecuencias trágicas, ya que nadie se ocupó de darle mantenimiento a unos sistemas de medición que no se instalaron para adornos, los creyeron innecesarios o dejarlos abandonados por autoridades indolentes e ignorantes.
La preocupación del ingeniero Millo Peralta es válida, ya que él ha sido un abanderado de los proyectos de manejo de cuencas del Plan Sierra, cuya implementación le ha permitido alcanzar un éxito extraordinario con una notable repoblación forestal y aprovechamiento para la laboriosa población que vive en esa hermosa parte de la sierra, refugio de personalidades para el descanso y la salud. Ahora, gracias a los planes de manejo correcto de cuencas que durante varios años se han implementado y con el mejoramiento sustancial de las carreteras de acceso a Jánico y San José de las Matas, la sierra es diferente, retornando una vigorosa vitalidad para promover la convivencia humana y el medio ambiente.
Los ríos merecen una esmerada vigilancia para supervisarlos con el fin de recuperarlos ya que sus lechos se han elevado varios metros por la enorme cantidad de sedimentos que arrastran en cada creciente y ese nuevo nivel del fondo hace que el río en crecida se desborda más rápido y cubre las áreas ribereñas para inundar esas zonas que antes estaban muy alejadas del cauce de los ríos. Las autoridades responsables no se ocupan de los ríos y están más empeñadas en llevar a cabo trabajos en las regiones de donde son oriundos para ganar capital político, pensando en futuras aventuras políticas.
Por FABIO R. HERRERA-MINIÑO