En estos momentos el rescate y saneamiento del río Ozama debe ser un objetivo estratégico para el Estado dominicano con miras a garantizar el abastecimiento de agua a la capital dominicana en el próximo siglo.
Salvar el río Ozama es un asunto vital para la capital dominicana de cara al nuevo milenio. Es lamentable que este tema no esté en la agenda de prioridades de las autoridades que tienen en sus manos el manejo de este recurso natural (uso y administración), pues posiblemente no se han detenido a analizar esta realidad y peor aún, a lo mejor no conocen a fondo la gravedad de la problemática del suministro de agua a la población capitalina que se puede presentar en los primeros estadios del siglo entrante, pues ya no es cuestión de volumen, sino de calidad.
Es más, resulta sumamente preocupante que los mismos planificadores y analistas de la cuestión urbana no entiendan que la mitad del agua que llega actualmente a las redes de distribución de la ciudad de Santo Domingo es importada. Viene de lejos, de un territorio ajeno a la cuenca en que se encuentra enmarcada la capital dominicana. Ni siquiera se trata de la importación de una cuenca vecina, sino que la vía de canalización o conducción, tiene que violar (atravesar) dos espacios superficiales independientes que drenan libremente hacia el mar (cuencas Nigua – Yubaso y Haina). Pero de eso nos ocuparemos más adelante.
Salvar el río Ozama es de extrema urgencia, aunque sea necesario invertir todos los recursos que la enfermedad requiera para su curación o que las circunstancias demanden para recobrar plenamente su salud. Es preocupante que por indiferencia o irresponsabilidad (para el caso es lo mismo), el Estado y la sociedad capitalina hayan permitido que este enorme cuerpo de agua se ahogue en los desperdicios domésticos e industriales que genera el principal asentamiento humano de la isla.
El espectáculo que se observa desde los puentes que cruzan el Isabela y el Ozama insulta nuestra inteligencia. ¿Qué usted piensa cuando al cruzar el Puente Peinado de la avenida Máximo Gómez, observa que hacia el Oeste el río Isabela está truncado, lleno de lilas y desperdicios, mas los escombros de la antigua cementera?, no le hiere la retina el panorama que se observa hacia el Este: un montón de escombros y chatarras, barcos abandonados a medio undir y el ambiente tétrico y nauseabundo del vertedero de la Cañada del Diablo? ¿No ha visto el cuadro que se aprecia a ambos lados al cruzar usted el Puente de la 17 (Francisco del Rosario Sánchez)?
¿Dónde es que vivimos?, ¿de qué modernización es que hablamos?
Esta arteria fluvial, esta fuente de vida, este gran río se encuentra en »estado de coma», es realmente un gigante herido de muerte. No se ha despedido definitivamente, no porque le falte valor, sino porque los honores, los hechos históricos y las leyendas tejidas sobre su curso en los últimos quinientos años de su existencia, pesan demasiado (de Sans Soucí al Puente de la Bicicleta hay más historia que agua).
Se necesita un ‘mega-proyecto’ para salvar al río Ozama, no importa que sea necesario invertir más dinero que en la construcción del Faro a Colón o que los recursos empleados para sudar la fiebre de los elevados y los túneles de la 27 de Febrero, la Winston Curchill, la John F. Kennedy, incluso los de Santiago de los Caballeros y del Aeropuerto de Las Américas. Todos ellos juntos y los que vendrán no alcanzan a equiparar el valor del agua que deposita este río en el mar durante un año. Siempre que haya dinero, habrá tecnología para hacer todo aquello, pero nunca habrá suficiente como para construir un río, ni siquiera el arroyito más diminuto de la cabecera del Ozama.
RUTAS ECOTURISTICAS
La República Dominicana es uno de los espacios naturales más grandilocuentes del planeta, un recinto ecológico encantado que se encuentra escondido en un recodo de la región del Caribe. Hace cinco siglos que Cristóbal Colón llegó hasta sus orillas, pisó tierra y luego se encaramó hasta la cima de las primeras montañas septentrionales para decirle a los europeos y al mundo conocido hasta entonces, que »eran las tierras más hermosas que ojos humanos hayan contemplado jamás».
Los españoles y franceses fueron los primeros en creerle y desde entonces, de todas las latitudes de la Tierra vienen a conocer este »tesoro» más hermoso que el oro que se llevaron. El próximo miércoles 20 de los corrientes, los amigos lectores de LISTíN DIARIO tendrán la oportunidad de contemplar con sus propios ojos lo que aún nos queda y lo que tanto interés ha despertado en este último medio milenio, en una »cena conferencia sobre las ‘rutas ecoturísticas de la República Dominicana’ que la Sociedad Hijos de la Tierra ofrecerá en el salón La Mancha del Gran Hotel Lina». Las reservaciones se hacen con las boletas que se pueden adquirir en Arcadas (la esquina divertida de la Churchill con Mejía Ricart), con Luz María Vásquez en el 547-6626 o Inoel Díaz en el 525-6301. ¿Nos acompañan?
DíA DEL AGUA
Octubre es el mes del agua y para que se comprenda su importancia, aquí, en el continente americano y en el mundo, el Día del Agua se celebra en los primeros días de este mes.
Ya no existen dudas. El agua es un recurso estratégico para la humanidad. Ya no es el oro negro (el petróleo) lo que deslumbra a las potencias del mundo, pues en lo adelante, ni siquiera el oro verdadero podrá exhibir más valor que el agua para las naciones del mundo. En el próximo milenio, las bóvedas de los bancos centrales de las naciones más poderosas del planeta tendrán galones de agua en lugar de lingotes de oro para respaldar el valor de sus monedas.
Este no es un cuento de hadas o un canto de sirena, pues las evidencias están a la vista e instituciones de carácter hemisférico y mundiales como las Naciones Unidas, el Banco Mundial, el PNUMA, el WWF, el WRI y especialistas de renombre internacional así lo confirman. Pero cabría preguntarse ante esta realidad ¿qué se está haciendo a nivel local e internacional para enfrentar esta situación?, porque es muy fácil observar el fenómeno, describirlo con precisión, armar un buen discurso y luego no hacer nada.
DÍA MUNDIAL
El »Día Mundial del Agua» es el 4 de octubre, es decir, fue ayer, sin embargo varias instituciones de esta región del mundo decidieron proponer que el primer sabado del mes de octubre sea declarado como »Día Interamericano del Agua» y así ha sido acogido; la República Dominicana no solo lo ha aceptado, sino que mediante el decreto 226-95, también se declaró como »Día Nacional del Agua» el primer sábado de octubre.
Durante la semana pasada, casi todas las instituciones oficiales relacionadas con el recurso agua y entidades privadas celebraron múltiples actividades tratando de llamar la atención de la ciudadanía hacia este recurso tan imprescindible en nuestras vidas y para la salud de la nación. Nosotros particularmente estuvimos presentes en la »Mesa Redonda sobre el Agua» que se celebró en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, promovida y organizada por la Asociación Dominicana de Ingeniería Sanitaria (ADIS) y donde se dieron a conocer informaciones espeluznantes sobre la situación de este recurso en el país y en particular, sobre su disponibilidad para el consumo humano y el saneamiento básico.
Además de los discursos protocolares muy bien logrados del rector en funciones de la UASD, Ricardo Corporán y del presidente de ADIS, un distinguido profesional de la ingeniería sanitaria, escuchamos una síntesis de los trabajos en marcha sobre »Reforma y Modernización del Sector Agua Potable y Saneamiento» que promueven varios organismos estatales y las ONG relacionadas con el agua a través de la Oficina Coordinadora para la Reforma y Modernización del Estado, más los auspicios de organismos internacionales con representación local, como la OMS – OPS (Organización Mundial para la Salud y Oficina Panamericana de la Salud).
En tal sentido se dio a conocer la propuesta formal de la ADIS para la reforma y modernización del sector agua potable y saneamiento, presentada magistralmente por Martín Veras Felipe, pasado presidente de esta entidad. Nos llamó poderosamente la atención el trabajo que realiza UNICEF en favor de la niñez de nuestro país, dado a conocer por la representante de este organismo de las Naciones Unidas aquí.
En medio de los delegados del INDRHI, la CAASD, el INAPA y el IMPRA, se escuchó la voz nítida y autorizada de Rosa Urania Abréu, consultora OMS-OPS, describiendo una realidad que era para taparse la cara. Emilio Almonte, maestro de generaciones de ingenieros sanitarios, no dejó pasar la oportunidad para ofrecer sus sabias orientaciones y dejar entrever las lagunas y contradicciones más fuertes de la propuesta de »Ley de Aguas» que en cualquier momento partirá hacia el Congreso Nacional. El experto en aguas subterráneas y dirigente del CODIA, Héctor Rodríguez, se encargó de ponerle la tapa al pomo que destapó Urania.
Reforma y modernización del Ozama
La semana pasada se anunció al país (primero desde Washington y luego desde el Palacio Nacional), la aprobación de un préstamo de US$71 millones que hizo el Banco Interamericano de Desarrollo para poner en marcha la reforma del sector agua potable y saneamiento. Este préstamo va ahora hacia las cámaras legislativas en busca de su aprobación final, la cual sin duda se logrará, porque existe un amplio consenso en la necesidad de prestarle la atención que amerita este sector.
Pero lo más importante no es el préstamo en sí -esta es una responsabilidad que tiene que afrontar el Estado dominicano con o sin la ayuda internacional- sino salvar las diferencias que todavía existen sobre el proyecto de reforma. Los expertos expusieron en la UASD que el mismo debe seguir siendo objeto de análisis y consultas, que todavía quedan espinitas en torno a la definición de roles entre el »Ente Rector» (que sería el Estado) y el »Ente Regulador» (que probablemente sería el Sector Privado).
En medio de las conjeturas sobre las causas de la renuncia a la dirección de la Oficina para la Modernización del Sector Agua Potable (todavía vacante), que hizo recientemente Richard Martínez, considerado por sus colegas como uno de los profesionales más competentes en el campo de la ingeniería sanitaria con que cuenta el país, se decía que el medio ambiente no es una cuestión de prioridad para las actuales autoridades.
Para no tomar partido en una u otra dirección, yo vengo con mi propuesta formal, y como oportunista al fin, prefiero lanzarla ahora, en medio de »la fiesta del agua», a ver si encuentro apoyo entre los técnicos oficialistas y los independientes (es un ingrediente necesario para impulsar la voluntad política que es la única capaz de motorizar toda buena acción): »Santo Domingo necesita un plan maestro y una ley especial para el rescate del río Ozama». Si no se nos hace caso ahora, no importa, dentro de 30 ó 40 años, cuando »la crisis llegue al rojo vivo», es posible que aparezca alguien que diga: »en la alborada de este siglo, hubo una propuesta muy acertada que de habérsele hecho caso, no se presentaría el drama del agua que hoy ha convertido la capital dominicana en un verdadero infierno».
Importación de agua
En primer lugar, déjenme decirles que la importación de agua es un »pecado ecológico» y un error desde todo punto de vista, pero es más grave aún si las implicaciones del caso se analizan desde un punto de vista de la planificación. Santo Domingo debe abastecerse con las aguas del río Ozama (factible sin dudas) y a lo sumo, tomarla prestada del río Haina, pero no del Nizao como está ocurriendo en la actualidad, un río que enfrenta actualmente una demanda inducida muy por encima de su capacidad natural.
El acueducto Valdesia – Santo Domingo es una obra de ingeniería a la que nadie cuestiona su extraordinaria función social, sin embargo, eso no quita que sea una violación al orden y al equilibrio que debe imperar por siempre en el seno de la naturaleza si queremos prolongar nuestra estadía en esta hermosa morada terrícola. La Madre Natura opera en base a un orden, a su propio ritmo y a leyes inviolables, aunque nosotros creemos que podemos engañarla y someterla a nuestros criterios o conceptos.
Por eso es que cada vez que violemos cualquiera de sus dominios o alteremos cualquier proceso, ella vuelve sobre sus pasos, tarde o temprano, para reclamar lo que es suyo, es decir, a retomar lo que le pertenece. Lamentablemente, la ignorancia es atrevida. Aunque dispongamos de la tecnología más poderosa, cada vez que le obstruyamos el paso, cada vez que nos coloquemos en las márgenes del curso de sus ríos, ella barrerá con todo para dejar su cauce adornado únicamente con sus propios elementos.
Bastaría con un sismo de gran magnitud, Dios no lo quiera, en el área de influencia de Valdesia o cualquiera de los complejos de envalses aguas arriba, para que la capital entre en grave peligro de abastecimiento de agua potable. Eso si lo vemos a corto plazo, porque a la larga, Valdesia (y todas las infraestructuras que de ella dependen) está llamada a desaparecer, porque a lo mejor ya olvidamos que toda presa tiene una vida útil, que por más que logremos prolongarla, nunca la haremos eterna.
La sombra de Georges
Es una pena que en estos momentos y con las imágenes fresquecitas en la memoria (yo diría que mojadas todavía) de los daños causados hace un año por el ciclón Georges, las márgenes del Ozama tengan más gente, incluso nuevos ocupantes, en territorio prohibido, de alto riesgo o de suma peligrosidad, que previo a este fatídico evento. ¿Dónde está la sensibilidad humana?, ¿dónde, dígame usted, la responsabilidad oficial para atender emergencias como las que obligatoriamente tienen que presentarse en lo adelante? ¿O es que se puede decretar o mandar a que no pasen más por aquí los ciclones que han escogido esta ruta para cumplir con los procesos que natura les ha encomendado?
Fueron suficientes unas 30 horas de lluvia intermitente para provocar las inundaciones ocurridas la semana pasada y que sembraron el pánico en La Barquita, Los Tres Brazos, Las Cañitas, Los Guandules y la Zurza por solo mencionar algunos de los barrios más afectados. Santo Domingo se encuentra en una zona de vida donde se pueden presentar fácilmente de tres a siete días de lluvias seguidas sin la necesidad de que aparezca un ciclón o una tormenta tropical. En Nicaragua y el resto de Centroamérica (en las mismas latitudes nuestras) han pasado más de 15 días de lluvia con un saldo de 62 muertes y 32,500 damnificados, además de daños incuantificables en la agricultura y en el equipamiento social.
Tal parece que tiene más lógica movilizar a la Defensa Civil, a los Bomberos y todos los mecanismos de socorro o de expertos en desastres naturales cada vez que se presente un evento climático de esta naturaleza, que prever e impedir que humildes e ignorantes seres humanos se coloquen temerariamente a la orilla de los ríos, arroyos y cañadas. En ello no hay mayor ganancia que no sea la inercia o la indiferencia ante la miseria y la insalubridad.
Cuenca del Ozama
Para que tenga éxito el rescate del Ozama, tiene que comenzar contemplando la cuenca como un todo y a partir de ahí se puede delinear el plan maestro, para el cual los US$25 millones que ha ofrecido el Gobierno colombiano, apenas dan para el inicio. No es dando palos a tontas y a locas como se va a enfrentar esta situación.
La lógica de la naturaleza, si se nos acepta el símil, nos da a entender que toda cuenca hidrográfica es autárquica en el más completo sentido de la palabra, pues el arquitecto que la construyó no es cualquier »hijo de la vecina». En el caso del Ozama se trata de un elemento clave para la vida y el desarrollo de la cabecera de la nación y por lo tanto, de un río estratégico entre los principales o más importantes del país. Este río se enmarca dentro de la cuarta cuenca hídrica más grande del país, la cual recoge y deposita en el mar Caribe un volumen de agua promedio de 90 metros cúbicos por segundo, compitiendo fuertemente con el río Yuna, el más caudaloso de las Antillas.
Este enorme volumen de agua, capaz de abastecer la demanda de una población casi 10 veces mayor que la actual que habita en la capital dominicana (y tres veces a la población actual del país), se pierde en el mar prácticamente sin ningún aprovechamiento, salvo el uso como puerto turístico y de gran colector de las aguas servidas de la ciudad de Santo Domingo. ¿Qué le parece?, esta situación, ¿no debería despertar la atención de las autoridades que actualmente tienen la responsabilidad de conducir el destino de la nación y mover el interés ciudadano? Reflexione y después conversamos.
DIAGNóSTICO BREVE
La sintomatología la conoce hasta el pulpero. El Ozama y su principal tributario, el río Isabela, ya tienen miembros (tramos) completamente muertos, donde la falta de oxígeno impide todo vestigio de vida acuática superior. La situación es particularmente grave debajo de Duquesa (por los lodos o caldo de fondo del vertedero, arrastrado por varias cañadas hasta el curso del Isabela), entre el Parque Zoológico Nacional y la antigua cementera (por los efluentes de La Gran Cañada y Arroyo Salado que recoge los efluentes de Cristo Rey y varias industrias) y entre el Puente Peynado de la avenida Máximo Gómez y la confluencia del Isabela con el Ozama (el más grave de todos), donde descarga la Cañada del Diablo, cerca de 56 industrias (incluyendo el complejo industrial La Isabela) y todas las cañadas que vienen de La Zurza, Simón Bolívar y Capotillo.
Es decir, el río Ozama sólo puede respirar un poquito cuando viene una buena temporada de lluvias o se presenta un ciclón al estilo Federico, David o Georges, que son los únicos son suficiente fuerza como para despertarlo y sacarlo del estado de coma en que entró en los años setenta, después que a finales de los años cincuenta, el cordón industrial de la Máximo Gómez decretó su cambio de categoría de río por la de »cloaca». Es una pena porque la ocurrencia de estos eventos naturales significa la pérdida de vidas valiosas aunque se trate de personas humildes, la ruina de toda la riqueza de las paupérrimas familias que se apiñan en sus márgenes. Pero eso lo saben muy bien los políticos y las autoridades y hasta donde se ha observado, salvo el caso de algunas ONG, esa situación no le quita el sueño a nadie.
por Eleuterio Martínez
Publicado originalmente en el Listín Diario del 5 de octubre del 1999