BUENOS AIRES. La ciudad argentina de Ushuaia, la más cercana a la Antártida de todo el mundo, inició hoy la construcción de la primera casa autosostenible de Latinoamérica, que utilizará energía solar y eólica para mantener la temperatura todo el año y reciclará sus propios residuos.
El proyecto, que lleva el nombre de «Tol-Haru, la Nave Tierra del Fin del Mundo», está diseñado por la ONG Naturaleza Aplicada a la Tecnología (NAT), y cuenta con la colaboración del arquitecto Michael Reynolds, impulsor del concepto de viviendas autosostenibles.
El organizador del proyecto, Mariano Torre, explicó a Efe que eligieron Ushuaia, la «ciudad del fin del mundo», como «un símbolo» de «una nueva relación entre el ser humano y la tierra que no sea tan destructiva» y sea capaz de utilizar los desechos para producir nuevos recursos.
Además, Torre es nativo de la ciudad austral y agradece «con el alma» poder devolver «algo» de lo que ha recibido de su hogar.
La vivienda, diseñada por Reynolds, es un «modelo de supervivencia simple» y consiste en dos construcciones en forma de cilindro de 50 metros cuadrados, fabricadas utilizando cerca de 300 neumáticos, 3.000 latas, 5.000 botellas de plástico y 3.000 de vidrio, entre otros materiales reciclados.
A su alrededor, un armazón de cristales crea un efecto invernadero para mantener la temperatura de la vivienda constante entre 18 y 22 grados y ahorrar así energía eléctrica en una ciudad donde el invierno es la única estación del año.
El proyecto está planteado como un curso en el que participarán 70 voluntarios de todo el mundo, de lugares tan alejados como Turquía o Australia, junto a indígenas de la comunidad quom argentina.
Torre describe la construcción de esta vivienda, pionera en Latinoamérica, como «una semilla», y espera que «todos los participantes vayan sentando otras semillas en sus países, en los limítrofes y en todo el mundo».
Hasta la punta sur de Argentina se ha desplazado Reynolds, creador del concepto de «Naves Tierra», que será el maestro y profesor de los participantes durante las tres semanas en las que se desarrollará el proyecto.
Reynolds, que estudió arquitectura en la Universidad de Cincinnati, en el estado norteamericano de Ohio, rechaza la gran cantidad de residuos creados por el urbanismo moderno y se especializó en el diseño de viviendas ecológicas y respetuosas con el medio ambiente.
El plan «Tol-Haru», inspirado en las teorías del arquitecto estadounidense, dio comienzo en 2010 y cuenta con el apoyo del Gobierno de la Provincia de Tierra de Fuego, que declaró el proyecto «de interés legislativo» el 15 de noviembre de 2011.
La ciudad de Ushuaia, además, es parte del pacto de los alcaldes de la Unión Europea firmado en noviembre de 2012, en el que se comprometían a desarrollar energías limpias para reducir en un 20 por ciento las emisiones de dióxido de carbono de cara a 2020.
Elena Roger, esposa y compañera de Torre en la coordinación del proyecto, agradeció el esfuerzo de Ushuaia por «cumplir con el compromiso» de hacer del mundo un lugar más ecológico.
El alcalde de la ciudad, Federico Sciurano, calificó la construcción de «mensaje de esperanza y de futuro» que indica «hacia dónde quiere ir» el municipio, en declaraciones a la agencia oficial Télam.
Dentro de Argentina, sin embargo, ya existen otros grupos que han mostrado su intención de seguir el ejemplo ushuaiense y realizar construcciones ecológicas.
En la localidad bonaerense de Mar del Plata, al sur de la capital argentina, el proyecto «NaveTierra MDQ» comenzó a desarrollar una idea similar en 2010, aunque todavía no ha empezado su puesta en práctica.