Por: Gustabo Volmar
La República Dominicana va a salir a vender sus bonos soberanos en medio de inusuales circunstancias en el mercado financiero internacional.
Aunque a nivel mundial esos US$500 millones de los bonos no es una cifra muy importante, su colocación será afectada por los eventos que están ocurriendo en el mercado, que son inusuales porque los que están en dificultades son los bonos de varios gobiernos, no los bonos corporativos de empresas. A las inacabables vicisitudes de la eurozona se añade ahora la duda sobre el aumento del límite de deuda estadounidense, complicándoles la vida a los inversionistas.
La raíz del asunto está en que lo que se compra y se vende en el mercado financiero no es realmente dinero, sino el tiempo durante el cual ese dinero será usado. Quien compra un bono no traspasa la propiedad de sus fondos al emisor de ese título, sólo le permite usarlos por un lapso de tiempo y por ese uso le cobra un interés. Si no compra nada, y mantiene su dinero ocioso, deja de vender ese tiempo de uso y no obtiene ninguna ganancia.
Eso significa que los inversionistas están obligados a colocar su dinero. Si se alejan de algunos bonos, tienen entonces que invertir en otra cosa, como sucede ahora con el oro y monedas como el franco suizo y el yen japonés.
A la República Dominicana, por lo tanto, en principio le favorece esa situación para vender sus bonos, pues a pesar de que no es parte de los países cuyas economías están siendo impulsadas por las exportaciones de petróleo, alimentos o minerales, no se le percibe tampoco como que está al borde de una crisis, gracias al visto bueno del Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque su déficit comercial externo es motivo de preocupación.
Por supuesto, aún si la situación fuera menos favorable, la República Dominicana vendería sus bonos, pues su situación fiscal es tan apremiante que no tendría más opción que hacerlo. La diferencia sería que en ese caso tendría que pagar mayores intereses.
Vía: Diario Libre