Esta vez la voz de alarma no proviene de un ecologista fundamentalista, ni de algún empresario verde, ni mucho menos de un político demagogo enganchado a la corriente ambientalista que vive la humanidad.
Se trata de organismos especializados que operan en completa independencia, que no arriesgan su prestigio ni por todo el oro del mundo y emiten los resultados de sus estudios por encima de cualquier consideracin particular del país o gobierno que se sienta alagado o lesionado con los mismos.
Las investigaciones realizadas por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Organización de las Naciones Unidas para las Ciencias, la Educación y la Cultura durante la ‘‘Década del Agua’’ (1990-2000), que está terminando y que incluyeron a los cinco continentes, aparecen ilustrados en el ‘‘Mapa Mundial de Disponibilidad de Agua’’.
Los colores indican la disponibilidad de ’recursos hídricos renovables internos per cápita en miles de metros cúbicos por año. Lamentablemente la República Dominicana aparece en el último rango, ocupando la franja mamey, con un promedio de 2,000 a 4,900 metros cúbicos por persona por año, compartiendo situaciones similares con la zona desértica del Medio Oriente, el Sudeste Asitico, varias naciones africanas, Mxico y las Antillas (nicos casos en Amrica). Estas informaciones fueron nuevamente evaluadas y precisadas (ya que se daba un rango muy amplio), en 1997 y publicados este año en el documento ‘‘GEO 2000, América Latina y el Caribe, Perspectivas del Medio Ambiente’’, por el mismo Programa de las Naciones unidas para el Medio Ambiente, señalando que la disponibilidad per cápita de agua era de 2,430 metros cúbicos anuales.
Y para que se entienda, cualquier nación que dispone de menos de 2,000 metros cúbicos por persona por ao (como es el caso de Hait que aparece con 1,460), se le considera con escasez crnica. Para colmo no debemos olvidar que Hait comparte fronteras y recursos hdricos con la República Dominicana y que además, comparten un mismo territorio insular.
La crisis paso a paso
Es muy probable que las lluvias de los últimos días hayan humedecido y borrado de la memoria las penurias que le causó al país la severa sequía que durante la primera mitad del 2000 afectó a República Dominicana y aunque la cotidianidad nos absorve de tal manera que no nos da tiempo ni para pensar ni ver más allá de lo que en el momento nos ocupa, podríamos hacer un pequeño análisis – recuento de la lucha que está librando la nación dominicana por la conservación de sus fuentes hídricas. ¿Qué le parece si lo invitamos a darle un vistazo a los principales hechos de este año relacionado con los ríos dominicanos?
Abriendo el siglo
República Dominicana le dió apertura al año 2000 (y con él al siglo XXI) librando una batalla feroz contra las granceras y la explotación indiscriminada que se realizaba y aún persiste en los cauces de 136 ríos diseminados en toda la geografía nacional, según un estudio realizado por la Academia de Ciencias de República Dominicana.
En los meses de enero y febrero, la desesperación hizo presa de múltiples barrios de la capital dominicana a causa de la escasez de agua, donde pasaban semanas sin que apareciera una gotita de este precioso líquido en las conexiones domiciliarias. Esto obligó a la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo a mantener un servicio permanente de reparto de agua en los puntos más críticos con camiones cisternas y una línea telefónica abierta para que la ciudadanía pudiese pedir auxilio.
También en febrero fue emitido el Decreto No. 57-00 que eliminaba las ‘‘Vías Panorámicas’’ y por lo tanto dejaba sin protección a los ríos Mao (entre el Parque Nacional Nalga de Maco y la Presa de Monción), Bao (entre el Parque Nacional Armando Bermúdez y el embalse de Bao del complejo Tavera – Bao – López Angostura), Comate y Comatillo (entre el Parque Nacional de Los Haitses y su confluencia próximo a Bayaguana), la cabecera del río La Piedra (Vía Panorámica Mirador del Valle de la Vega Real) y de los ríos Birán, San Rafael, Sito, Los Patos, Paraíso – Nizaito (Vía Panorámica Mirador del Paraíso) entre otras reservas valiosas como ‘‘Costa Azul y Laguna Gri – Grí).
Llega la primavera
En marzo, precisamente el mes en que se celebra el ‘‘Día Mundial Forestal’’, estalló la crisis de los cortes ‘‘legales’’ autorizados por el recién creado Instituto Nacional de Recursos Forestales (INAREF), quien amparado en la Ley 118 – 99 (promulgada tres meses antes, en diciembre de 1999), comenzó a oficializar ‘‘los planes de manejo forestal’’ con los cuales se reiniciaba la ‘‘era de explotación forestal’’ que el país vivió hasta los años 60.
Asímismo, en marzo se calentó la pista por la que transitaban tranquilamente Danilo e Hipólito (mientras Balaguer se deleitaba en las gradas) en su loca carrera hacia el Palacio Nacional. Los candidatos presidenciales se acusaban mutuamente de hacer demagogia con el proyecto de construcción del ‘‘Acueducto de la Línea Noroeste’’, cuya ejecución estaba pautada para realizarse con un préstamo concedido por el Gobierno brasileño y que el Congreso Nacional rechazó por los términos tan onerosos en que el mismo fue concertado. Ambos políticos se compremetieron a construir dicho acueducro de ser favorecido con el voto popular.
Indudablemente abril es un mes de guerra. Una huelga general paraliza totalmente a San Cristóbal motivada por la destrucción inmisericorde del cauce del río Nigua y el agotamiento del acuífero de La Toma que suministra el agua que se consume en aquella provincia sureña.
El presidente de la República de entonces, Leonel Fernández, se vio precisado a ordenar el cierre de las granceras que operaban en los ríos y acto seguido convocó para una reunión en el Palacio Nacional con todos los actores del conflicto, para conocer los diferentes argumentos que se tejan en torno a la problemática y conocer las diferentes alternativas que le presentó el Equipo Ambiental de la Academia de Ciencias de República Dominicana y la Comisión Ambiental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
Triste realidad
La falta de una voluntad política, el poder de las granceras, el oportunismo de los funcionarios que se beneficiaban de esta situación y el fragor de la campaña que entraba en la ‘‘Curvita de la Paraguay’’, se encargaron de volver ‘‘sal y agua’’ las promesas del presidente de la República, diluyéndose en la creación de una comisión cuyas recomendaciones fueron olímpicamente ignoradas, pues el mismo Secretario de Estado de Obras Públicas acompañado del de las Fuerzas Armadas, anunció en una comparecencia pública la reapertura de las granceras por un período de 60 días, el cual aún no termina a pesar de que ya han pasado cinco meses.
El drama sobrecogió a los medios de comunicación y el periódico HOY se atrevió a editorializar en estos términos: ‘‘Nuestros ríos, como nuestras montañas, han de ser considerados santuarios nacionales. Y habrán de ser respetados y venerados con la misma devoción con que se va al Parque Independencia a rendir homenaje a los Padres de la Patria. La comparación no es irrespetuosa. Los ríos son vida y prez de nuestra nación. Son la fuente nutricia del alma -¡y el cuerpo!- nacional. Tendremos símbolos y territorio, pero sin ríos la nación dominicana se convertirá en un erial, en un territorio sin vida, en algo inerte, en donde no crecerá nada, excepto la miseria, el dolor y la tristeza.
En el mismo mes de abril estallaron dos incendios en la cordillera Central que afectaron directamente la cabecera de las dos reservas de agua más importante de la República Dominicana, ubicadas en los parques nacionales Armando Bermúdez y José del Carmen Ramírez. Afortunadamente fueron conatos que lograron controlarse y no causar los estrasgos que un siniestro similar había diezmado casi medio millón de tareas en esas mismas inmediaciones en 1998.
La sequía se generaliza
En medio de los discursos incendiarios de Hipólito, Danilo y Balaguer, la Oficina Nacional de Meteorología puso en ‘‘alerta por la sequía’’ a las comunidades del Suroeste, la frontera y la línea Noroeste, en vista de que el país seguía siendo afectado por los efectos de los cambios globales del clima, particularmente por las influencias del fenómeno climático conocido como ‘La Niña’, por lo que era necesario ahorrar agua haciendo el mayor racionamiento posible, pues no había señales de que la sequía terminase en el futuro cercano.
Concluyendo el mes y ante la sequía que no respetó ni siquiera las zonas más húmedas del país, donde nacen las fuentes hídricas que alimentan los acueductos que abastecen a la capital Dominicana y el Cibao Central, la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo anuncia a la ciudadanía que estaba operando con un déficit de un 25% en los sistemas de distribución de agua, por lo que era preciso comenzar a racionar con mayor frecuencia el suministro. Para ese entonces y ante la escasez de agua, en Santiago y Moca se afirmaba que el acueducto del Cibao Central era ‘‘un fiasco’’.
Y en mayo estalló definitivamente la crisis. Decenas de barrios se lanzaron a la protesta por la falta de agua, las filas ante un hidrante y en algunos puntos donde el agua solía llegar era algo desesperante. Solamente quienes podían disponer de camionetas o comprar un tanque de agua podían soportar la situación.
Ante esta realidad la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo admitió públicamente que opera con déficit superior al 50%, pues de los 17 metros cúbicos por segundo que regularmente llegaban al sistema de distribución provenientes de los acueductos de Valdesia, Isa, Mana, Guananito, Duey, Manoguayabo, Isabela y los múltiples campos de pozos que existen alrededor de la ciudad, solamente disponía de 8 metros cúbicos por segundo (es decir, menos de la mitad).
Entre protestas y propuestas
El mismo día de las elecciones y en un amplio reportaje aparecido en esta misma sección ‘‘La Vida’’ del LISTÍN DIARIO, la Comisión Ambiental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo hacía la propuesta de ‘‘declarar al río Haina como reserva estratégica de agua para la ciudad de Santo Domingo’’, señalando el potencial de su cuenca para producir agua potable de la mejor calidad y los factores que se deberían manejar para garantizar su conservación y el aprovechamiento de los recursos naturales que la conforman.
Pasaron las elecciones y no llegó la segunda vuelta, por lo que todos los problemas relacionados con el agua volvieron a tomar el impulso. Es así como estalla de nuevo la guerra de corte de árboles en Quita Espuela, Restauración, Maimón, Santiago Rodríguez, Loma de Cabrera, Mao y San Juan de la Maguana. Todos los cortes eran autorizados bajo alegato de que se trataba de madera muerta derrivada por el ciclón Georges. Congresistas, la Iglesia Católica, los grupos conservacionistas y voces que se alzaban en todos los rincones del pas, daban la alarma ante el saqueo de que era víctima el bosque nativo.
Asociaciones campesinas de todo el país, el Grupo Ambiental Vida, la Comisión Ambiental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, comunidades organizadas de Semana Santa, Nizao, Yaguate, Nigua, Cambita, San Cristóbal, el Equipo Ambiental de la Academia de Ciencias de República Dominicana y la Federación de Asociaciones Campesinas hacia el Progreso de Bonao, se dieron cita en el auditorium más amplio del Instituto Politécnico Loyola para realizar una ‘‘jornada nacional’’ en defensa de los ríos de la República Dominicana, demandando la salida de las granceras del cauce de los ríos y rindiéndole un justo homenaje a Sixto Ramírez, asesinado a mansalva en el mismo lecho del río Nizao a causa de su lucha firme y sin vacilación por la fuente de agua que lo vio nacer.
Por: Eleuterio Martínez
Publicado originalmente en el Listin Diario
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