En la víspera se ha hecho el anuncio de que el siempre atento gobierno de Taiwán ha querido contribuir con el Ministerio de Ambiente de nuestro país, a través de la donación de «equipos para aserrar madera», los cuales según declaraciones del propio Ministerio, serían utilizados para «aprovechar los pinos quemados en el reciente incendio de Valle Nuevo».
En una sociedad con instituciones fuertes, vale decir: en un país que realmente se llame PAÍS, estaríamos enviando gratitudes y beneplacencias por el loable gesto de Taiwán, que de seguro lo ha hecho con la mejor buena fe. Sin embargo, existe una preocupación absolutamente válida entre ambientalistas y la ciudadanía en general: ¡NO HAY CONFIANZA! y esto es una realidad que el propio Ministerio de Ambiente debería comprender, tomando en cuenta que la percepción social el rol del mismo en ocasión del incendio reciente fue muy cuestionable; sin dudas la casuística y los designios de la naturaleza no le fueron favorables al gran esfuerzo de los bomberos forestales hasta que -talvez- ya era muy tarde.
Siendo así, mal haría el distinguido Ministro en azuzar el alboroto de una sociedad que simplemente no tiene fe en los controles de éste ni otros ministerios a la hora de impactar el entorno natural. Y esto es perfectamente comprensible en un país donde los «planes de manejo» se traducen en «planes de aprovechamiento», donde un permiso para cortar 10 árboles de multiplica por 100 como por arte de magia. En una cotidianidad donde las autorizaciones «de emergencia» para sacar agregados de un río equivale a toneladas infinitas de depredación incontrolable. ¿Cómo se puede aspirar a la confianza?
No, mi estimado Ministro, tome nuestro humilde consejo, NO TOQUE ESA TECLA de que se aprovecharán «adecuadamente» los miles de pinos quemados o chamuscados, permítame por favor recordarle el rechazo absoluto que tuvo en los años 80 un proyecto para «extraer tocones» en al cordillera central, por sólo citar alguno de los fallidos intentos por «aprovechar» recursos que en sociedades desarrolladas sería lo más natural.
¿Quién garantiza que sólo se cortarán los ya irrecuperables? ¿Cuál será el impacto de la extracción de estos troncos en las áreas que ya natura acomoda para su autorecuperación? ¿Se han detenido a pensar que estamos hablando de un parque nacional? ¿Quién (quiénes) supervisarían este proceso para que se cumpla un rigor técnico-científico y al final estos pinos no terminen siendo muebles en la terraza de cualquier funcionario?
¿Fue derogada ya la Ley No. 291 de 1985, que dispone el cierre de todos los aserraderos y sinfines? ¿Qué tal el precedente? ¿Quién «quita» que mañana no se le ocurrirá a algún «genio» incendiar la Reserva de Ébano Verde, o de Loma Guaconejo; para «aprovechar» esas especies tan valiosas?
Nos parece que es momento de recobrar la confianza, de demostrar con cada acción que las Leyes de este país tienen quien las cumpla y las haga cumplir. Ojalá aparezca un mejor uso para esta donación taiwanesa, pero en lo que respecta a Valle Nuevo, no cometamos el mismo error dos veces: cuidémoslo! y vamos a dejarlo en manos de la sabia naturaleza, que de seguro encontrará el camino más sostenible para su recuperación.
Nelson A. Bautista
Coordinador
Www.accionverde.com