P. Profesor, nuevamente la escasez de agua hace crisis a causa de la sequía, pero lo que más inquieta es la falta de planificación, pues si tenemos suficientes fuentes acuíferas y presas para su almacenamiento ¿por qué las instancias oficiales que tienen por misión proveer este servicio no pueden adelantarse al problema o establecer una estrategia para las contingencias?
R. El suministro de agua potable, en cantidad y en calidad para los principales asentamientos humanos del país es un problema multidimensional, no solo aquí sino en el mundo, por el agotamiento acelerado de las fuentes acuíferas a causa de la deforestación, por la contaminación en todas sus manifestaciones, por la creciente demanda debido al crecimiento desproporcionado de la población y sobre todo por el uso y abuso de este recurso tan vital para la calidad de vida y su papel en el desarrollo de las actividades humanas.
Es cierto que el país dispone de agua suficiente para satisfacer adecuadamente sus necesidades de agua. Por lo menos tiene el privilegio de rebasar el promedio de precipitaciones anuales del continente americano (1,476 mm) y de la disponibilidad promedio de volúmenes de agua por persona por año (250 – 500 galones).
Es decir, disponemos de agua para sostener la agricultura, la ganadería, el turismo, la industria, la generación hidroeléctrica, el saneamiento ambiental y abastecimiento a los principales asentamientos humanos; si se hace un adecuado ordenamiento de este recurso natural, en base a una política y una estrategia nacionales con metas y objetivos específicos, espacial y temporalmente bien definidos. Pero no podemos dormirnos en los laureles cuando más del 80% de las principales cuencas de captación de agua del país, se encuentran en estados críticos, con niveles de deforestación y deterioro que en la mayoría de los casos, rebasa los esfuerzos en marcha para reforestar y repoblar las montañas del país. Es incuestionable el progreso de “Quisqueya Verde” y sus logros admirables en las altas montañas del país y la frontera, pero los incendios forestales que actualmente azotan el país, son capaces de traducir a cenizas, en horas, los esfuerzos de 3, 5 o 10 años de intensos esfuerzos de reforestación. Las crisis siempre son buenas si además de atender las contingencias, se aprenden las lecciones y se aprovechan para el porvenir. ¡Mucho cuidado con el agua!
Por: Eleuterio Martínez
Vía: Hoy Digital