Por: Amable López Meléndez
Arte y ecología son dos conceptos que hoy se combinan perfectamente. Transformar los desperdicios en “arte” es una búsqueda planteada en la actualidad por distintas personalidades artísticas y diversos grupos de defensores del medio ambiente. Aunque la práctica del reciclaje es muy antigua, la emergencia del término es relativamente reciente y se relaciona con los avances en los estudios sobre las problemáticas ecológicas o medioambientales, remitiéndonos al proceso de reutilización de los objetos y materiales que se encuentran en el entorno de que se trate.
La opción del reciclaje creativo es un fenómeno multicultural que ha ocupado siempre un lugar notable en las manifestaciones artísticas populares. Sin embargo, es a principios del siglo XX cuando, asumido por creadores de la talla de Pablo Picasso (1881-1973), Gerges Braque (1882-1963), Marcel Duchamp (1887-1968), Julio González (1876-1942), Giuseppe Capogrossi (1900-1972), Jean Dubuffet (1901-1985), Joseph Beuys (1921-1986) y otros importantes representantes de las primeras vanguardias europeas, irrumpe poderosamente en el arte moderno y contemporáneo, logrando un extraordinario desarrollo, tanto en el orden estético-conceptual como en el aspecto crítico-reflexivo.
En las últimas ocho décadas, la carga semántica de esta palabra se ha expandido de forma considerable. En el Diccionario de la Real Academia Española se define reciclar como: “Someter repetidamente una materia a un mismo ciclo, para ampliar o incrementar los efectos de éste”. En el campo de las prácticas artísticas contemporáneas, el término “reciclaje” implica una serie de significaciones políticas y socioculturales que nos sitúan de inmediato, entre otras problemáticas, ante el cuestionamiento del consumismo y ante la reflexión lúcida sobre el “ecocidio” global como resultado del capitalismo “predator” que ha hecho posible el predominio político y la opulencia económica de las sociedades posindustrializadas.
Desde luego, en el ámbito del arte contemporáneo, el concepto y la opción de “reciclaje” también se dirigen a hacia la ruptura conceptual, hacia una verdadera puesta en crisis de las principales categorizaciones del sistema artístico tradicional, tales como las nociones neoclásicas y modernistas de “artista”, “obra de arte” y “originalidad” que siguen auspiciando discursos retrógrados y autoritarios dentro del “art world” y sus respectivos circuitos nacionales e internacionales al concebir la producción simbólica como efecto de un poder especial, autónomo o “trascendente”.
A principios del siglo XX surgen nuevas técnicas y medios de expresión que rompen con el academicismo en el arte moderno y los creadores plásticos inician su experimentación con materiales hasta ese momento considerados “antiestéticos”. Braque y Picasso fueron los primeros en incorporar materiales y objetos susceptibles de ser reciclados (papel, cartón, vidrio, envases…) en sus famosos “collages”. Hacia finales de los 50, el Pop Art asimila y recrea dichos materiales y posteriormente el “Informalismo” y el “Junk Art” les consagran su espacio privilegiado en la historia de la modernidad artística.
En realidad, el reciclaje como propuesta artística es lo mismo que el “ready-made” o el “objet-trouve”, que señala el recurso de manipulación, intervención y reutilización de objetos encontrados e industriales. Tales propuestas se contextualizan en la historia del arte contemporáneo como el establecimiento de la “tradición de la ruptura” con obras paradigmáticas como “Botellero” y “Fuente”-urinario como (instalación-escultorica) de Marcel Duchamp (1912), los “collage “de Braque y una serie de obras geniales de Picasso, quien utilizó el manubrio y el sillín de una bicicleta para crear su escultura “Cabeza de Toro”.
La acumulación también comenzó a ser una estrategia estética o antiestética muy propia de los artistas contemporáneos europeos desde principios de los años 60 del siglo XX. En ese sentido, esta práctica debe bastante a la actitud de la crítica y los creadores relacionados con el “Arte Póvera” (arte pobre) en Italia, quienes emplearon todo tipo de materiales de desecho para elaborar piezas de notable informalidad estética e impacto visual. Pero aún le debe más al movimiento llamado “Nouveau Realisme” en Francia, bajo la orientación del respetado crítico Pierre Restany (1930-2003) y del célebre artista César Baldaccini (1921), quien procedió originalmente a la compresión de carrocerías de automóviles consideradas como “chatarra”.
Miembro pleno del “Nouveau Realisme” y verdadero maestro del “reciclaje” fue el inolvidable artista dominicano Silvano Lora (1931-2003) quien, precisamente, se encontraba exiliado en París en los momentos de inicio y desarrollo de este revitalizador movimiento artístico que todavía en la actualidad sigue influenciando a muchos creadores de las últimas generaciones en diferentes partes del planeta. Al igual que los más creativos y lúcidos de sus contemporáneos y a través de una ardua trayectoria creativa de más de medio siglo, Silvano Lora logró desarrollar una obra esencialmente identitaria y eminentemente crítica ante los valores degradantes de la subjetividad y de la condición humana promovidos por el consumismo, la acumulación capitalista, la alienación y otras calamidades del poscolonialismo.
Ahora bien, a diferencia de la mayoría de sus contemporáneos que tuvieron éxito rotundo en los circuitos europeos influenciados por las galerías y los grandes museos, Silvano Lora jamás extravió la consciencia de la libertad a la hora de ejercer su ejemplar práctica creativa. Siempre fue un rebelde y comprendió a tiempo que, ante las “trampas” del mercado del arte a nivel internacional, muchas de las experiencias artísticas o “propuestas de ruptura” no hacen más que “auspiciar” ciertos discursos valorativos y gestuales perceptivos que no llegan ni siquiera a subvertir los modelos de producción, circulación y valoración del objeto estético.
El formidable conjunto de obras que se pueden ver en la sede de la Fundación-Taller Público- Silvano Lora (C/ Arz. Meriño #104, Ciudad Colonial, Santo Domingo) reflejan la creatividad, la actitud crítica, el compromiso social y la profundidad reflexiva de un artista que se dedicó, más que a “reciclar”, a revitalizar los materiales y elementos, aparentemente sin valor, de la realidad, expandiendo su potencial metafórico e inaugurando de esta manera en el arte latinoamericano un sentido formal y un discurso conceptual definitivamente únicos y sorprendentes.
Via: Hoy Digital
Estoy muy interesada en el reciclaje y apoyo esta ideologia, del aprovechamiento al máximo de lo desperdicios. Debemos inculcar a nuestros pequeños en reutilizar y trabajar con lo necesario de los materiales. Nuestra economía, crece con el consumismo supuestamente. Pero la realidad de nosotros es que debe ser por la concientización del bien a utilizar. Y explotar los recursos para otorgar un desarrollo sostenible y asi encauzar en nuestra visión el uso, a una producción de no alterar nuestro ecosistema, pero si de crecer por medio de la bondades que se nos presenta por medio de la reuttilización.-
Esudiante de Negocios económicos y Relaciones Internacionales