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El Ozama inicia limpio su turbio recorrido

Los humedales del río Ozama

Por: Tania Molina

Escondido bajo la espesa vegetación de la Loma Siete Pico, donde surge como un pequeño manantial, el río Ozama mantiene la pureza y encanto de un recién nacido. 

La transparencia y el zumbido de sus aguas son una provocativa invitación a sumergirse y olvidar de plano la pestilencia y suciedad que le acompañan en el último tramo de su recorrido de 142 kilómetros, desde el municipio de Peralvillo, en Monte Plata, hasta su desembocadura en el Mar Caribe, en Santo Domingo.

Pero el Río Verde, como se conoce en su nacimiento al Ozama, no llega muy lejos para enfrentarse a la agresión constante que lo convierte en uno de los más contaminados del país. 

Apenas un par de kilómetros, justo donde mezcla sus aguas con las del Arroyo Rancho, comparte su lecho con una finca para ganado, cuyo propietario cercó incluso dentro del afluente para evitar que sus reses, cuando bajen a beber, salgan de la propiedad. 

Aguas abajo, luego de unirse al Arroyo Bonito, el Ozama empieza a oscurecer sus aguas, y más de uno de los moradores del lugar lo atribuye a las prácticas de sacar arena y lavar vehículos, dentro del afluente, justo en el lugar conocido como el Badén, de la Gina. «Aquí las personas vienen de la ciudad y tiran sus basuras, y la gente cría cerdos y los desperdicios van al río. Lo han destruido, ya ni se pesca, porque la contaminación mató los peces», expresa Ramón Cruz, residente de Peralvillo.

El ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Jaime David Fernández Mirabal, atribuye los problemas en la cuenca alta del río, a la deforestación que se mantiene en la zona. 

«Ahí tenemos -dice- una gran amenaza, y es que con la repartición de la tierra del Consejo Estatal del Azúcar (CEA) la gente no ha querido preservar el bosque y lo dedica a la ganadería o conuquismo y tenemos que estar en permanente lucha para evitar mayor degradación». 

Afirma que en toda la zona mantiene frentes de reforestación para tratar de revertir del daño, y según dice, «los mejores suelos de la cuenca se están yendo al mar (en sedimentos) por la deforestación».

Carmelo de Jesús tiene 93 años de edad, 40 de los cuales los ha pasado en la localidad de La Javilla «haciendo conuquitos» en los que siembra, según temporada, yuca, arroz, cacao o maíz, para consumo, y venta si la producción es buena. 

El anciano explica que aunque los guardabosques «molestan un poco», se valen de un permiso para seguir trabajando, con la salvedad de que no deben talar a 15 o 20 metros del río, porque si lo aclaran mucho se seca.

«Yo ya no hago conucos, porque estoy muy viejo, ahora lo hacen mis hijos (tiene 14 en total)».

El alcalde del municipio, Román de Jesús Vargas, indica que los casi 26 mil habitantes de Peralvillo se dedican a la agricultura y la ganadería, siendo esta zona la segunda en producción de cacao en el país.

Estima que en la actualidad hay unas 100 mil tareas sembradas de cacao y que por lo menos un 10% de las tierras se dedica a la producción ganadera.

Pero asegura que la tumba de árboles se ha reducido y que el verdadero problema ambiental lo constituye las excavaciones en el Cerro Maimón, porque estarían empezando a contaminar el Ozama. 

Sostiene que en varias ocasiones han tenido que paralizar los trabajos de perforaciones y sacar las maquinarias de la zona, porque incluso habrían contaminado un acueducto por gravedad que servía a unas 50 familias, y se lamenta de que no vea que las autoridades estén enfrentando esa situación.

«Por eso hacemos la comparación de que un campesino tumba un árbol, que debemos prohibirlo si es cerca de un río, pero la minera Barrick Gold está destruyendo montañas y los ríos y las autoridades quieren justificar con los campesinos el trabajo de Medio Ambiente», sostiene el alcalde.

Cuenca media

En su cuenca media el Ozama tiene los humedales, convertidos en parque en un esfuerzo de las autoridades para salvarlos de las prácticas del conuquismo y la expropiación que hacían terceros en esas tierras, según el propio ministro de Medio Ambiente.

El humedal del Ozama, es el segundo más grande del país. Sólo en la parte alta del parque existen 12 lagunas, las cuales devuelven parte de su vida al río, según dice el ambientalista y asesor del Gobierno en materia ambiental, Eleuterio Martínez. 

«Una de las formas que tiene el Ozama de mantenerse vivo y salvarse es a través de sus humedales, porque en ellos se desarrolla una vegetación palustre, que va absorbiendo todo tipo de contaminación y al pasar por todos estos humedales, el río se limpia, se filtra y llega con un poquito de vida, y muere nuevamente al llegar a la ciudad, porque allí la cantidad de contaminante es muy superior a su capacidad de dilución», expone. 

Un estudio sobre manejo ambiental del Litoral de Santo Domingo, realizado por el Ministerio de Agricultura en el 2003, indica que en la cuenca urbana del río se producen diariamente 480 toneladas de basura y que por lo menos 90 mil toneladas se le vierten al año de forma directa o indirecta. Según las autoridades de Medio Ambiente 2.3 millones de personas inciden en las cuencas del río. Martínez aclara que la situación del Ozama es más crítica debido al Río Isabela que se une a su recorrido, ya que en este último descargan 54 industrias. A ello se suman los lixiviados que desprende el vertedero de Duquesa. 

El ministro de Medio Ambiente asegura que en la actualidad se hacen intervenciones puntuales para corregir los problemas del afluente, entre las que menciona el rescate y creación de parques, proyectos de urbanismo y persecución de quienes cometen agresión ambiental. 

Lo Más crítico 

El arquitecto urbanista, Erick Dorrejo, identifica cuatro puntos críticos en la parte baja del afluente. En primer lugar señala la desembocadura del río, en Sans Soucí, debido a que todos los residuos vertidos llegan hasta ese punto por la corriente que los arrastra. Luego está la zona debajo de los puentes Juan Bosch, Duarte y el de la Bicicleta, por la gran cantidad de personas que viven en condiciones precarias y que utiliza el río como desagüe de sus viviendas, según detalla. A este le sigue el lugar conocido como La Cañada del Diablo, por el desagüe de líquidos tóxicos industriales y el último que menciona corresponde a La Zurza, justo al lado de la antigua Cementera, debido al depósito de chatarras que existe en el lugar.

Via: Diario Libre