La celebración del día Mundial de los océanos se viene haciendo cada 8 de Junio desde el año 1992, y consiste en recordarnos la importancia que tiene el mantenimiento y la protección de los océanos para el futuro de nuestro planeta y de la propia especie humana.
La celebración de este día mundial se puede plantear de distintas maneras y ofrece una poderosa oportunidad para que los gobiernos presten atención a los efectos del cambio climático sobre los océanos, y cómo todos podemos hacer pequeños cambios importantes para reducir nuestras emisiones de CO2, disminuir nuestra huella ecológica, y preservar para nuestros hijos la herencia del océano. También podemos ayudar a concienciar otros de la importancia de los océanos en nuestras vidas y unirnos con gente de todo el mundo en la presente celebración.
Es importante resaltar que los océanos cubren dos terceras partes de la superficie de la tierra, contienen las nueve décimas partes de los recursos de agua y el 90 por ciento de la biomasa viviente del mundo y son fuente primaria de alimento para más de tres mil millones y medio de personas. Además son un recurso económico vital que proporciona sus medios de vida a millones de personas en todo el mundo.
Aproximadamente el noventa por ciento del comercio internacional se transporta por mar. Más del veintinueve por ciento de la producción mundial de petróleo viene de los océanos. El turismo de playa y los cruceros son una importante fuente de ingresos para muchos países, en los que incluimos el nuestro.
Además, los océanos, a través de sus interacciones con la atmósfera, litosfera y la biosfera, juegan un papel relevante en la conformación de las condiciones que hacen posible las distintas formas de vida del planeta. De hecho, sin los océanos la vida no existiría en nuestro planeta.
Hace más de cinco décadas el océano era todavía en gran parte un espacio natural virgen. Hoy día, sin embargo, la sobrepesca, la contaminación, en la que un uno por ciento procede de actividades terrestres, y el crecimiento urbano costero, constituyen una amenaza para la salud de los océanos, en particular las zonas costeras, que son las más productivas del medio marino.
Nuestros mares se enfrentan a diversos y graves peligros causados por la actividad del ser humano, de los cuales los más importantes son la sobreexplotación de sus recursos naturales y la destrucción y modificación de su hábitat.
En 1994, la comunidad internacional dio un paso muy importante para la protección de los océanos al haber entrado en vigor la Convención de las Naciones Unidas sobre la Ley para los Océanos. Diez años después de entrar en vigor se hace evidente y notoria la ruptura del dialogo del hombre con los océanos, la brecha cada vez mayor e insostenible entre la riqueza y la pobreza, amenaza la estabilidad de la sociedad en su conjunto y en consecuencia el ecosistema de los océanos y el estado de los mismos continua empeorando en proporciones alarmantes. Los compromisos nacionales e internacionales se quedan en declaraciones de intenciones y buena voluntad.
La Convención es uno de los instrumentos jurídicos más importantes del siglo XX. Concebida como un todo, reconociendo que todos los problemas del espacio océano están estrechamente relacionados entre sí y deben ser considerados conjuntamente, establece que los fondos marinos y oceánicos y su subsuelo, más allá de los límites de la jurisdicción nacional, son patrimonio común de la humanidad y que todos tienen derecho a utilizarlos y obligación de protegerlos. Prevé la solución obligatoria de controversias, establece el marco jurídico global para todas las actividades que se llevan a cabo en los océanos y los mares y contiene normas detalladas que regulan todos los usos de los océanos y definen los derechos y responsabilidades de los Estados.
Los océanos Atlántico, Pacífico e Índico se están calentando lentamente con un promedio de 0,06 grados centígrado desde 1955, debido al efecto de invernadero. Este cambio climático podría dar lugar a un elevamiento de los niveles del mar, los cuales podrían llegar a fines de siglo entre 9 y 95 centímetros.
Aproximadamente la mitad de los ecosistemas costeros del mundo (por ej.; arrecifes coralinos; incluyendo, los manglares, y los pastizales, etc.) se encuentran actualmente en riesgo de ser totalmente degradados.
Se estima que más de setenta mil productos químicos sintéticos han sido descargados en los océanos del mundo. Sólo un pequeño porcentaje de ellos ha sido monitoreado, y este corresponde a aquellos relacionados con la salud humana y no con el impacto ecológico.
El aumento de especies foráneas en las zonas costeras produce la interrupción de la cadena alimenticia al eliminar a las especies nativas.
Los océanos del mundo albergan más de doscientas diez mil formas conocidas de vida. Alrededor del sesenta por ciento de las especies viven en la franja de sesenta kilómetros más próxima a la costa. Cada año se hallan casi ciento sesenta nuevas especies de peces en los océanos y se catalogan mil setecientos animales y plantas.
Los océanos son grandes basureros de vertidos urbanos, industriales, mareas negras (derrame de petróleo), fertilizantes, insecticidas o productos químicos (más de medio millón de sustancias diferentes), radioactividad, metales pesados, etc.
Según el último informe de la organización World Dwatch Institute: «La Situación del Mundo en el 2003», se calcula que acaban en el mar entre seis y diez millones de toneladas de hidrocarburos al año, y el diez por ciento de ellos proviene de los petroleros accidentados. En el mundo a diario se vierten dos millones de toneladas de desechos en ríos, lagos, arroyos y costas. Un litro de agua residual contamina unos ocho litros de agua dulce.
Es probable que los contaminantes tóxicos, como los pesticidas, sean una de las amenazas más serias para la diversidad biológica marina y el bienestar humano en el siglo XXI. Pero la contaminación de las aguas no se relaciona únicamente con productos químicos. Altas concentraciones de sedimentos derivados frecuentemente de la remoción de la cobertura vegetal en las áreas de captación son igualmente perjudiciales para las especies marinas.
En el Mundo se ha descuidado gravemente la conservación de la diversidad biológica de los océanos y hay ecosistemas enteros amenazados de extinción (Mar del Norte, Mar Báltico).
Dos tercios de la acuicultura dependen del ecosistema costero (manglares, pastizales, arrecifes coralinos etc.). A medida que disminuye la extensión de los manglares, humedales costeros y praderas marinas, los hábitats costeros pierden su capacidad de actuar como filtros de organismos y sustancias contaminantes.
El desafío es aprender que los océanos son fuente de vida como también pueden serlo de muerte. Los océanos deben, por tanto, ser apreciados y protegidos; y si se relegan al olvido las necesidades ecológicas de los ecosistemas oceánicos, el estado del medio marino se convertirá en un impedimento del desarrollo sostenible en lugar de un recurso para el mismo.
En general, los intentos por impulsar el desarrollo humano y para detener la degradación del medio oceánico, no han sido eficaces durante la pasada década. Los escasos recursos, la falta de voluntad política, un acercamiento no coordinado y los continuos modelos derrochadores de producción y de consumo han frustrado los esfuerzos de poner en ejecución el desarrollo oceánico sostenible, o el desarrollo equilibrado entre las necesidades económicas y sociales de la población, y la capacidad de los recursos oceánicos y de los ecosistemas para resolver necesidades presentes y futuras.
La responsabilidad de proteger los océanos recae no sólo sobre los políticos, quienes definen las condiciones nacionales e internacionales de protección de los ecosistemas, sino también es tarea de cada individuo. La exigencia a los políticos para que tomen medidas más efectivas frente a esta problemática debe de estar acompañada del compromiso de cada uno de nosotros por actuar en una forma más responsable en la promoción de la defensa de las metas por la protección de los océanos.
En el Día Mundial de los Océanos, es una poderosa oportunidad para meditar y hacer un llamado de atención a nivel nacional e internacional, sobre los efectos y el impacto del cambio climático en nuestros océanos, y la vida humana, y cómo todos podemos hacer simples cambios importantes para reducir nuestras emisiones, detener el cambio climático, y preservar a nuestros hijos la herencia del océano.
Insaproma llama a la reflexión y exhorta a cambiar de perspectiva. Comencemos a pensar de forma distinta sobre lo que los océanos son para nosotros y todo lo que nos ofrecen, a aprender de qué forma nos afecta que el océano esté en buen o mal estado. Descubramos la belleza de los organismos marinos y los ambientes en los que viven y qué se esta haciendo por mejorar su estado. Informémonos y levantemos nuestra voz para la conservación de los océanos. Cambiemos nuestros hábitos. Pensemos globalmente y actuemos localmente, ayudemos a otros a ser más conscientes de la importancia de los océanos en nuestras vidas, las oportunidades que cada uno de nosotros tiene para ayudar a través de nuestras acciones cotidianas, y al unámonos con gente de todo el mundo en la celebración de este día. ¡Podemos hacer una diferencia real para un océano, un clima y un futuro mejor!