Urgente: se requieren antropólogos, lingüistas, sociólogos y psicólogos.
Luis Carvajal
.- “Ya pusieron un letrero con un nombre raro. Está en inglés, creo, pero es muy difícil de pronunciar”.- me dice preocupado un pescador de Cabrera.
El Caletón de Darío, El Caletón del Medio, El Caletón Grande, Playa Grande, Arenazo, Paya del Puerto, El Rincón de Dios, El Caletón de los Enamorados, El Caletón de Bruna y otros nombres pronunciables y sugestivos han sido sustituidos por Orchid Bay, Sea Dog, Herstone, kaismawsher, Graysdhenson Bay y otros tan extraños como impronunciables.
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:- “primero la cambian el nombre y después le ponen un muro para que la gente no pueda pasar,”.- lo dice casi en secreto, como quien descubre la estrategia de un enemigo implacable. –“. Se las están robando. Nos están dejando sin mar”.-
¨mire usted” me enseña un letrero a orillas de la carretera que une a Cabrera con Nagua en el cruce del Jamo en el que se lee. , Orchid Bay, playa privada, PROHIBIDO EL PASO. Increíblemente ese letrero está firmado por POLITUR, la Policía Turística que se mantiene con nuestros impuestos y que debe imponer el orden.
– “… así es por donde quiera: Guachimanes con escopetas y perros bravos para chubárselos a la gente”, dice.
Algunos de los nuevos dueños del espacio patrio tienen también nombres extraños: Chester Stewart, Rebeca McDonald, Rommel Hunter. Otros, aunque tienen nombre tan comunes como Julio, José o Carlos y apellidos pronunciables como Iglesias, Hidalgo o Sánchez cambian los nombres hasta hacerlos impronunciables.
La privatización, precedida de la trasnominación (así le dicen al cambio de nombre) constituye una doble agresión. Los nombres de nuestras playas forman parte de la memoria y del imaginario de las gentes. Es una parte esencial de ellos mismos como sujetos sociales.
Pretende debilitar la capacidad de reacción de los grupos afectados con el cierre de playas, la apropiación de cavernas y la negación al uso de islotes y cayos por parte de los pescadores.
Robar el nombre es destruir uno de los lazos que unen y dan coherencia a las comunidades.
Los desidentifica con los espacios geográficos.
Les quita el sentido de pertenencia, los separa y desvincula, los hace ajenos y lejanos.
La lucha por preservar los espacios comunes que nos quedan y recuperar los perdidos requiere también de un esfuerzo especial para frenar y revertir la trasnominación.
En la magia del nombre está contenida la voluntad colectiva construida a lo largo de la historia.
La resistencia y la confrontación implican recuperar, desde el lenguaje, el imaginario colectivo neutralizando la avanzada privatizadora en las mentes y la conciencia de los ciudadanos, después de haberse apropiado de la voluntad política de la burocracia del Estado que termina actuando a contracorriente de sus funciones, obligaciones formales y compromisos éticos.
Derribemos los muros, recuperemos las playas.
Para que siempre haya patria.
Luis Carvajal.