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Áreas marinas protegidas están «infrautilizadas» en lucha climática, según Pristine Seas

Los océanos, y el Pacífico en particular, han demostrado una «extraordinaria capacidad para recuperarse» de los impactos humanos, incluidos los del calentamiento, si bien la creación de áreas marinas protegidas como herramienta «está infrautilizada», asegura el biólogo español Enric Sala, fundador de Pristine Seas National Geopraphic.

Sala (Gerona, 1968), fundador de Pristine Seas National Geopraphic junto a un grupo de científicos, investigadores y un equipo multidisciplinar de filmación de imágenes, emprendió en mayo pasado una expedición de cinco años por las islas del Pacífico, donde junto a científicos locales analizarán el grado de recuperación de algunas zonas marinas.

En un encuentro virtual junto a varios de los participantes en la expedición, el explorador de National Geographic afirmó que si se da la posibilidad a la vida marina de recuperarse, «y le damos muchas manos, la vida marina podrá recuperarse» y seguir proveyendo de su riqueza, porque «todos los beneficios que se obtienen del océano proceden de la vida marina«.

Actualmente, tras seis meses de viaje, Sala explica que acaba de salir de las Islas Marshall y apunta que ha observado varios aspectos, el «más importante» es que la «creación de áreas marinas protegidas funciona».

Además, dice que se lleva dos lecciones más; una es que cuando una área marina se protege de la actividad humana, «la vida marina vuelve de forma espectacular dentro de sus límites», como en el caso de Niue, donde han comprobado con la expedición y científicos locales que pocos años después de la creación de su zona protegida, se ha producido «un aumento significativo de la abundancia de peces y tiburones en un lugar que ya creíamos bastante saludable».

La segunda lección es que las zonas marinas protegidas fomentan la resiliencia climática, algo que han comprobado tras el «devastador fenómeno de El Niño de 2016» que acabó con la mitad de los corales, pero «se han recuperado de forma espectacular, y los arrecifes tienen muy buen aspecto».

Asegura que a la luz de la próxima COP sobre el clima, en Dubái a finales de año, lo que se ha aprendido es que «estas áreas marinas protegidas son herramientas infrautilizadas para la resiliencia climática».

Recuerda que «la mitad del oxígeno» que se genera y el ser humano respira, «lo producen las plantas y las bacterias microscópicas que flotan en el agua del océano».

Subraya que «estas islas, y la mayoría de las del Pacífico fueron creadas por corales y por los animales y plantas que viven en ellas.»

Los corales de estas zonas tradicionalmente protegidas o protegidas como reserva marina «se recuperan de las olas de calor marinas porque los peces son clave para ayudar a los corales a recuperarse. Los corales son la primera línea del cerco, son la infraestructura azul».

Además, cada ejemplar de «la mayor especie de pez loro» que han observado en las Islas Marshall, el llamado «pez loro cabeza de vagabundo», produce más de 5.000 kilos de arena al año. Esta es la arena que construye las playas, que construye las islas, que protege la costa de las tormentas, de las olas y de la subida del nivel del mar», asegura.

«La protección produce esa recuperación de la vida marina, dice, que a su vez produce resiliencia al clima, algo muy importante evidente durante estos primeros seis meses de la expedición global».

Por ello, sostiene, cuanta más vida marina haya en el océano, «más beneficios se obtendrán, desde alimentos hasta oxígeno, pasando por la protección de las costas o el secuestro de carbono para ayudar a mitigar el cambio climático».

En opinión de Sala, existe «un desequilibrio a nivel mundial», por lo que es necesario «recuperar ese equilibrio» para que haya suficiente vida para «maximizar los beneficios para las personas».

Diario Libre