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Algo huele mal con el guaconejo

Recientemente se han divulgado varias denuncias sustentadas en imágenes dramáticas sobre la intensa explotación de la especie conocida como «guaconejo» en la región sur del país.

No es nada nuevo, lastimosamente se ha convertido en un escándalo cíclico que es abordado con mayor o menor rigor dependiendo de las autoridades de turno. En veces ha sido «frenado y perseguido como delito» y otras veces «permitido y hasta incentivado como actividad comercial».

Esta vez, mediante una publicación en las redes sociales, el Ministerio de Medio Ambiente ha dejado saber que: «…sobre el tráfico de madera seca de la especie forestal Guaconejo (Amyris balsamifera) […] la madera en cuestión responde a la condición de muerte natural por raíces podridas, por tanto, no corresponde a la intervención humana ni al uso de químicos para matar los árboles».

[…] La empresa que realiza este trabajo posee una autorización para el transporte madera de guaconejo producto de madera seca, desde la zona donde se produce. Dicho permiso fue emitido el 5 de abril del 2019 y ratificado el 21 de octubre del 2021.

De esta forma, la autoridad competente no sólo valida la extracción de este valioso recurso, sino que deja en claro que «seguirá como actividad comercial lícita».

En esencia, esto no debería ser un problema, si tan solo no existieran ciertas atenuantes que arrojan muchas dudas, no solo sobre la legitimidad del proceso, sino también sobre la sostenibilidad del mismo.

¿Cómo es que -estando en peligro de extinción, que no hay programas de siembra ni plantaciones de esta planta-  al mismo tiempo se autoriza su explotación comercial?

Pero hay agravantes: Amyris balsamifera, para la cual se ha extendido y mantenido un permiso de extracción del medio silvestre, se encuentra en la categoría de Vulnerable (VU), según los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y las restantes dos especies amenazadas se encuentran en la categoría de en peligro (EN/EP).

Siendo que resulta casi imposible saber «cuáles de las especies son extraídas en realidad» y que la supervisión oficial suele ser nula, no es extraño suponer que se hace indistintamente y que será cuestión de tiempo hasta que algunas de estas plantas endémicas sea declarada oficialmente extinta, de seguir a ese ritmo.

Veamos también el detalle de que «las plantas se encontraban secas en estado natural»

Ante una situación similar, el reputado investigador y biólogo Brígido Peguero, declaró en 2016: «He dicho, repetido y recalco ahora con mayor énfasis, que no es cierto que en el bosque haya troncos secos de esta especie -o de estas especies de Guaconejo– como para extraer grandes cantidades…».

Así que al escuchar que «son plantas que murieron de forma natural» podríamos decir «que es natural que se mueran» luego de que se le apliquen químicos a base de  Picloram y otros compuestos exfoliantes que suelen ser transportados hasta los parajes donde todavía quedan reductos de Guaconejo.

Comencemos por esto: la planta que se conoce como «guaconejo» pertenece a una familia de la cual tres especies de Amyris, se encuentran en la Lista Roja de las Plantas Amenazadas en la República Dominicana, publicada por el propio Ministerio del Ambiente en el 2011.

En 2016, estos datos llevaron al Ministerio de Medio Ambiente a no emitir más permisos de aprovechamiento, situación que cambió a la llegada de Ángel Estévez y que lamentablemente ha seguido en la gestión posterior.

Por más que se trate de justificar que «existe una industria local que utiliza esta materia prima y que genera recursos a la comunidad», también es harto conocido que el tráfico de esta madera para extracción de esencias y carbón hacia la república de Haití (donde no quedan plantas de estas para aprovechar y sin embargo es unos de sus renglones de exportación) tradicionalmente ha sido tradicionalmente han sido dos fuentes muy lucrativas de contrabando, siempre en complicidad con autoridades y sectores encargados del «control fronterizo».

Varios reportajes bien sustentados por medios como Diario Libre, han puesto en evidencia la gravedad del problema y el volumen económico que envuelve, en una especie de cartel que ha provocado hasta muertos en los procesos de incautación.

Es por eso que reafirmamos que a pesar de ser una especie utilizada en perfumería, ESTO DEL GUACONEJO HUELE MAL en todos los sentidos, pues como suele decir Luis Carvajal, se trata de «pan para hoy, hambre para mañana».

En lugar de seguir justificando la acelerada muerte de esta valiosa especie, exhortamos al Ministerio de Medio Ambiente a promover la diseminación de semillas y material de siembra, al establecimiento de fincas energéticas, de plantaciones silvestres y comerciales, para que entonces -en 10 o 20 años- los «emprendedores» que se lucran con esta actividad, hagan de este oficio uno que sea verdaderamente sostenible.

Diario Libre